ROCK

Pájaro: «Echo de menos la Sevilla más abierta de los años 80»

Andrés Herrera publica «Gran Poder», tercer álbum de Pájaro, donde aquilata clasicismo rockero y exhibe una nueva mirada social

Andrés Herrera «El Pájaro» M. J. OLMEDO

JESÚS MORILLO

Hasta el inicio de esta década, el nombre de Andrés Herrera «El Pájaro» aparecía escrito en la historia del rock sevillano como uno de sus guitarristas fundamentales desde los años 80.

Porque, tras unos inicios en Brigada Ligera , este instrumentista del Parque Alcosa formó parte de Sacramento , la banda que acompañaba a Silvio , y participó en algunos de los mejores discos que ha dado la ciudad en los ochenta y noventa: «Fantasía Occidental» , del rockero nacido en La Roda (1988); y «Échate un cantecito» (1992), de Kiko Veneno , aunque de este último, Andrés Herrera le tiene más cariño a «Pequeño salvaje» (1987).

«Cuando era un niño de catorce años que tocaba la guitarra, escuché a Silvio y Veneno, y me cambió la vida . Yo tengo siempre en mi memoria dos discos que son de los años ochenta. Uno es “Fantasía Occidental”, el primero que grabo con Silvio, quien ha sido uno de mis maestros , quizás al que más cuenta le he echado. El otro es “Pequeño salvaje”, de Kiko Veneno, que es un disco que para mí está adelantado a los tiempos , donde hizo una fórmula súper chula que después no siguió. Más tarde llegó “Échate un cantecito”, que fue un antes y un después ».

Solo por esas aportaciones, Andrés Herrera ya se ganó una entrada en el diccionario del pop sevillano, que se ha engrandecido cuando, frisando los cincuenta años, decidió tomar el micro como líder de una banda, Pájaro , en la segunda década del siglo XXI .

Con el grupo ha definido una personal forma de hacer rock and roll donde las referencias sevillanas conviven con naturalidad con el pop italiano , las aproximaciones al territorio americano de Morricone , el surf, el rockabilly...

«Se me había ofrecido gente para producirme antes, pero no me aportaba. Raúl Fernández es el culpable de que Pájaro esté aquí hoy»

Andrés Herrera explica que tardó en decidirse a tomar protagonismo y porque «aunque se me había ofrecido gente para producirme, no me interesaba. Lo que veía no me aportaba. Pájaro somos Paco Lamato y Raúl Fernández , que es un tío me ha dado mucha seguridad y que es el culpable de que Pájaro esté aquí hoy . Yo me siento un poco como Silvio en aquella época, que era el mayor del grupo . Además, coinciden muchas cosas. Yo soy el único del Betis , los demás son todos del Sevilla y hay cosas que convergen. Pero lo fundamental es que somos tres tíos que llevamos una banda con la que estamos haciendo una cosa que nos gusta ».

«Los callados»

Tras dos álbumes en progresión permanente, «Santa Leone » (2012) y «He matado al Ángel» (2016), Pájaro completa ahora una trilogía deslumbrante con «Gran Poder» (Happy Place Records), donde consolida estilo, firma su mejor colección de letras , crece como vocalista , no deja ninguna versión de Silvio y saca a relucir una inédita mirada social y política, patente en su convincente «cover» del «A galopar», de Paco Ibáñez , y en un tema tan sorprendente como «Los callados».

«Es una canción que tenía ahí, un pequeño homenaje a esos grandes olvidados, a esas personas que están calladas bajo tierra en las cunetas y que nadie les ha rendido un homenaje», explica un rockero que reconoce que la crisis ha hecho surgir el componente social en terrenos como el pop o la literatura. «Es imprescindible. Qué hubiera sido de la Guerra de la Independencia sin Goya », comenta.

Pero hay más buenos momentos en «Gran Poder» —que este mes se presenta en conciertos en Madrid ( Teatro Lara ) y Bilbao—, como «Yo fui Johnny Thunders» , el guiño de la banda a la novela del mismo título del escritor barcelonés Carlos Zanón ; la contundencia de «El tabernario» , una referencia a un conocido «after» del centro; la estupenda versión a dos guitarras de acento mediterráneo del «Let’s Go Away For Awhile» de The Beach Boys y retitulada «Migrar».

Y terminando por «Rayo mortal» , el tema que contiene la frase que da título al álbum y que, pese a la devoción reconocida del cantante por la Semana Santa , es un tema « totalmente profano, que tiene que ver con lo que está pasando hoy día y también con el gran poder que tenemos que hacer los músicos para sacar un disco y que sea escuchado, tal como está el mercado».

Porque, a pesar de que los ingresos de los músicos hoy pasan mucho más por tocar en directo, para este guitarista «lo más importante» , sigue siendo «es el trabajo discográfico , que responde a la idea de cómo vas a pintar un cuadro y después no exponerlo».

«Estamos viviendo una época dorada para el rock en Sevilla, con un montón de bandas, aunque haya gente que no tenga ni idea de lo que está pasando»

El cuadro que va pintando Pájaro sigue, por tanto, en crecimiento con «con unos músicos que no he buscado, sino que aparecieron en un momento en el que Raúl y yo tocábamos juntos y vimos que podíamos hacer cosas.Yo soy el más pureta de la banda , doce o trece años mayor que ellos, y tengo otra manera de pensar, pero nos sumamos, cuando nos ponemos en el estudi o hay una empatía musical que nos une y por ello llevamos luchando por esto desde 2012».

«Siniestra censura»

De hecho, Andrés Herrera lleva desde entonces sacando lo mejor de sí y condensando en Pájaro toda la música que le ha acompañado desde sus inicios. Pero pese al gran momento creativo , este músico no puede evitar echar de menos hoy algunas cosas de cuando empezaba en los años 80.

« Echo muchas cosas de menos, como una Sevilla más abierta , porque en los años 80 hubo como una explosión de a rte, como una primavera, una época en la que incluso los políticos eran simpático s.Pero hemos llegado a un punto de una siniestra censura . Si nos ponemos a ver letras del flamenco, hay algunas de Los Chunguitos que tú las sacas ahora y automáticamente vas a al cárcel , que no lo veo bien. Puedes estar de acuerdo o no, te puede gustar más o no, pero meter a un tío en la cárcel por una letra...».

Sobre la actualidad del rock en Sevilla , Andrés Herrera mantiene que «estamos viviendo una época dorada , con un montón de bandas que no quiero nombrar por no dejarme ninguna en el tintero, pero ahora mismo Sevilla es una ciudad supercreativa , aunque haya gente que no tenga ni idea de lo que está pasando».

Porque lo que no parece cambiar en el rock sevillano es que sigan apareciendo discos a los que, como sucedió con Triana o Veneno , el gran público dio la espalda cuando se publicaron para convertirse en míticos tan solo unos años después. «Eso que te den una medalla cuando te has muerto... mejor invítalo al Becerra , porque cuando uno se muere no se va a enterar de nada», concluye el músico.

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