Nieves Herrero: «A la Macarena voy un día sí y otro también»

La periodista madrileña acaba de pasar por Sevilla para presentar su novela «Esos días azules» que dedica a Guiomar, la que fuera musa de Antonio Machado

Nieves Herrero ABC

Pedro Ybarra Bores

La periodista madrileña Nieves Herrero presentó ayer en la tierra que vio nacer a Antonio Machado «Esos días azules» (Ediciones B), séptima de sus novelas -noveno libro- en la que desvela por primera vez la verdadera vida de Pilar de Valderrama, la que fuera musa del escritor sevillano y que en el ocaso de sus días tuvo la valentía de confesar al mundo que ella fue la Guiomar de la que hablaban algunos de los versos más hermosos del poeta.

Un libro edicado a Blanca, Ana y Guillermo...

Para escribir esta novela me encerré tanto y les he quitado tanto tiempo que se merecían que se la dedicara. «Con los libros no puedes encapsularte cada dos años y no tener vida», me llegó a decir una de mis hijas. Han sido dos años de trabajo. Todos los días escribo tres ó cuatro horas por la mañana, y los fines de semana salgo para comer. Mi familia se merece la dedicatoria porque como me guste un tema me obsesiono. Escribir es como una adicción, cuando empiezo no lo puedo dejar, es como vivir en un mundo paralelo hasta que termino la novela.

¿Cómo descubrió la historia?

Conocía a Alicia Viladomat (nieta de la protagonista de la novela) hace tres años en un acto de pintura y me dijo que le encantaría que escribiera la historia de su abuela. Posteriormente me invitó a un curso sobre Guiomar en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santander y me enanoré del personaje. Me pareció que era muy fuerte y abandoné lo que estaba haciendo, terminé mi novela anterior y me puse con esta. En el curso de Santander conocí también a María Dolores Ramírez que había escrito una tesis sobre Guiomar que se llama «El rescate de la diosa» en la que hablaba de evidencias sobre Guiomar, y aquello me pareció maravilloso. He manejado también las obras de teatro, hay una llamada «El tercer mundo», que tiene mucho que ver con ese tercer mundo en el que se encontraban: un mundo ficticio en el que eran más libres y se amaban sin ningún problema.

¿Y los escenarios?

Empecé a acompañar a Alicia y he visitado aquellos sitios que tuvieron importancia para ella. Hemos tenido que viajar bastante, lo que también me ha quitado de fines de semana en casa con la familia.

¿Merece la pena dedicar tanto tiempo a escribir?

Es muy gratificante. Acabé la novela hace casi dos meses. Una tirada de tantísimos ejemplares y en menos de una semana ya estamos en la segunda edición... estoy contentísima porque me voy encontrando el libro por todas partes. Ha sido como subir un peldaño un poco más.

¿Se puede vivir de la literatura en el siglo XXI?

Hay autores que pueden publicar un libro al año porque se dedican solo a eso, pero a mí el periodismo me proporciona muchas historias que pueden llegar a ser novelas. Las entrevistas te proporcionan historias buenísmas, y lo compagino.

Un arranque de una sola página...

En ella la protagonista cuenta su historia cuando está a punto de morir. Es una confesión. En la página siguiente salto al año 1928 haciendo memoria, y voy dando saltos en cada una de las cuatro partes del libro.

¿Le ha contado escribir una historia de casi 600 páginas?

Realmente me costó en la primera novela («Luna rota»), porque era el ejercicio contrario al periodismo en el que sintetizamos todo tanto. Ya me he acostumbrado. Es un lenguaje distinto que no tiene nada que ver con el periodismo.

Pilar de Valderrama ABC

Periodista, escritora, abogada, profesora ¿Qué le gusta más?

Soy periodista y tomo cada reto literario desde el mundo del periodismo. Me gusta a la hora de hablar de personajes que haya gente que los conociese, los hubiese visto... para perfilarlos y darles cuerpo. Me encargan novela histórica y me gusta mucho que sea así.

¿Está convencida de que existió la Guiomar real y que era Pilar de Valderrama?

Creía que era una ficción hasta que la nieta de Pilar me enseñó unas copias de las cartas de Antonio Machado que se encuentran actualmente en la Biblioteca Nacional. El lenguaje, la forma de expresarse, como se dirige a su amada... es algo que no es un «affair» de un día. Leonor (la mujer de Machado) solo estuvo tres años con el poeta, y este amor, al ser el de la madurez, era como el último tren que pasa por su vida. Descubres que era una igual, ya que Pilar era escritora y dramaturga. Hasta el punto que Machado llegó a decir que «cuando te conocí, en realidad lo que hice fue reconocerte, porque eras la mujer que había soñado siempre».

¿Ha tenido que leer mucho sobre Machado?

Muchísimo. Había leído a Machado, pero no tanto como para escribir un libro. Soy muy fan de Machado y me empapé de su historia, porque del otro lado tenía mucha información, de Guiomar.

¿Y documentar la época?

Ha sido más fácil porque Alicia tenía muchos datos de su abuela. He tenido acceso a todos los documentos y los escritos originales, he hablado hasta con la cartera que tenía en Palencia que le llevaba las cartas de Antonio Machado. A Manuel Álvarez Machado, que me recibió amablemente, le he entregado un ejemplar de la novela una vez escrita.

Portada del libro ABC

Y en azul...

Los recuerdos, según ella, «eran en azul». Alicia es la única nieta y sobre mi espalda estaba que la historia saliese a la luz y se conociera.

¿Un romance espistolar?

Así es, pero ellos también quedaban mucho en el jardín de la Fuente de Moncloa y en un bar de Cuatro Caminos. No había día en el que no se escribieran. Hay cartas que comienzan un sábado y acaban un lunes.

En el siglo XXI hubiera sido a través de mensajería instantánea...

Si hubiera sido ahora, el Whatsapp para ellos hubiese sido una maravilla porque podrían haberse escuchado la voz... pero para expresar lo que uno siente no hay nada como una carta. Los Whatsapp son tres líneas.

¿Cuánto hay de novela y cuánto de ficción?

He intentado novelar muy pegada a la realidad.

¿Por qué deberían comprar este libro?

Porque creo que la historia no está completa tal y como nos la han contado. Creo que a ella se la ha ninguneado a lo largo de los años, la han anulado como escritora, nadie sabe ni un solo verso suyo. Es algo maravilloso lo que ocurrió durante la presentación de ayer en el Ateneo, y es que por primera vez Arturo Pareja Obregón cantó un verso de ella. Es la primera vez que ha ocurrido y me emociona.

Y Sevilla como escenario de un libro...

Sale muchísimo porque Machado nació aquí y sus recuerdos son de Sevilla. Tenía unos padres y unos abuelos maravillosos para incluir en la novela. Un abuelo empezó siendo médico y llegó a ser catedrático de universidad, lo sabía todo de la naturaleza y se trasladó repentinamente a Madrid, siendo un hombre mayor y arrastrando a toda la familia. Su abuela Cipriana, de quien Machado dice que la gran enseñanza de su vida la tuvo con ella siendo un niño, «porque ahí aprendí que nadie es más que nadie» por el hecho de tener más que otro.

¿Ha tenido que pasear por la infancia de Machado?

Los padres de Machado se conocieron un día en el que aparecieron unos delfines en el Guadalquivir. Fue algo único y gracias a ello se conocieron. Es algo muy bonito. La infancia de los dos está siempre muy presente en ellos porque dejaron mucha huella. Dicen los psicólogos que uno es la infancia que haya tenido. Machado aquí y Pilar, en Montilla.

¿Viene con frecuencia a Sevilla?

Sí, porque tengo casa en Huelva. He estado en la Feria, a la que vengo cuando me puedo escapar. Este año ha coincidido que he acabado el libro y he venido. El año pasado fue imposible.

¿Qué es lo que más le gusta de Sevilla?

La gente. Y la entrega de los sevillanos, ya que tengo amigos desde hace más de treinta años. Siempre quise conocer Andalucía, tenía a mi maestro Hermida al lado y tenía obsesión por venir aquí los verano a las playas de Huelva. Sevilla era como el sitio obligado, porque casi todos mis amigos de Huelva son sevillanos.

¿Tiene algún lugar preferido de la ciudad?

Como soy muy romántica y me gusta mucho la naturaleza, me interesa muchísimo el parque de María Luisa. También Triana. A la Macarena voy un día sí y otro también.

¿Qué retos le quedan por conseguir?

Me angustia mucho el paso del tiempo y que no me de tiempo escribir tantas historias que están enterradas. Me gusta destapar cosas que el tiempo se ha encargado de borrar, y me encanta rescatarlas. Uno aprende no de los buenos momentos, sino de los malos, porque es donde te haces más humanos. Los premios te puede hacer pensar que eres algo especial, y sin embargo al final no somos más que contadores de historias.

¿Cuales son sus proyectos actuales?

Estoy bastante indecisa. Me he quedado muy tocada con Guiomar y Machado. Ha sido tan fuerte que me ha cambiado. Siempre me ha gustado la poesía. Todavía estoy atrapada por los personajes de esta novela. Sigo de luto con esta historia, porque me da mucha pena haberla terminado.

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