Crítica de música

Memoria de la madre Rusia

La ROSS ofreció una estupenda velada centrada en compositores rusos

La pianista Tatiana Postnikova actuó como solista en el concierto Guillermo Mendo

José Luis López López

Un programa compuesto exclusivamente por compositores rusos (ninguno de la época soviética, salvo Prokófiev; porque Rajmáninov emigró a Occidente en 1917 y no pisó la URSS en el resto de su vida), y, en parte, dedicado a la figura del escritor Aleksandr Pushkin (en unos casos, a sus obras; en otros, a su persona), considerado el fundador de la moderna literatura de su país.

En ambas partes se comenzó con sendas lecturas (en ruso, con sobretítulos en español) de textos suyos, a cargo de Anastasia Yakushina. Desde el principio, John Axelrod condujo a la orquesta por el mejor de los caminos, tanto en el «tutti» como en tantos atriles solistas.

Quizá el inicio fuera poco fino, con la alborotada y algo tosca «Polonesa» (sin embargo, tan popular aun hoy en Rusia) de Liádov; pero en seguida se recuperó el excelente pulso a que nos tiene acostumbrados la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) .

La «Rapsodia sobre un tema de Paganini» de Rajmáninov , compuesta en EE.UU. en 1934, es una obra (24 variaciones, precedidas de una Introducción) para grandes solistas de piano; mas las circunstancias económicas mandan, y se recurrió a la de la casa, Tatiana Postnikova , que cumplió muy decorosamente con su cometido.

Destacan en la Rapsodia las variaciones (7ª, 11ª, última) en las que aflora el «Dies irae» medieval, una de las obsesiones del autor, así como la tan famosa 18ª. La pianista nos dio como apropiada propina el delicado vals «Diciembre: Navidad», de Chaikovski .

La segunda parte se dedicó a varias piezas breves, preparación del hábil cierre: el «Aria de Lensky» de «Eugenio Oneguin», en versión para flauta de G. Braunstein, a cargo de otro solista de la plantilla, V. Morelló , que se lució en ella, y más aún en su propina de la bellísima «Syrinx» de Debussy (inspirada en el relato mitológico griego de la ninfa Siringa y el dios Pan); la «Polonesa» de la misma ópera; el vals nº 1, «Pushkin» de Prokófiev ; «Introducción y Polonesa» de «Boris Godunov» de Mussorgki , en versión de Rimski-Kórsakov; «Obertura» de «Ruslán y Ludmila» de Glinka .

Y la navideña traca final: la más que popular Suite del ballet «Cascanueces» , con su cortejo de danzas, coronadas por el celebérrimo, lírico e inmortal «Vals de las flores». Todos contentos.

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