La fusión de Rycardo Moreno

Rycardo Moreno se presentó como un guitarrista de vanguardia. Y «Varekai», el trabajo que dio a conocer en San Luis, como un recorrido por los diferentes estilos musicales que han influido en su actual toque. El de Lebrija ha realizado una enorme labor de investigación. Todo es una búsqueda por las posibilidades que guarda el instrumento. En algún momento, un experimento. Sus manos rebañan sobre una guitarra acústica. Y no flamenca. Echa mano a la púa. Esconde los dedos y los resquicios de flamenco desaparecen. La seguirilla se queda algo afónica en sus bordones. La técnica es sencilla. La apuesta peligrosa. Porque nunca llega a romperse. No cruje. Le cuesta doler aunque la ejecución sea la adecuada.

Junto Yeray Cortés como segunda guitarra, interpretó la cantiña que da nombre al disco.

En lengua romaní significa «en cualquier parte». Un tema flamenco bañado en jazz que tuvo buena acogida por parte del público. Además de otras composiciones como «El tango de los abrazos», la bulería «La danza del sonido» o la soleá que dedicó a Juan Peña El Lebrijano. Por otro lado, la joven cantaora Sandra Carrasco, que no aparecía en el programa pero salió de forma casi espontánea, buscó con poco acierto por las voces de Pitingo y Estrella Morente con unas coplas de Rafael de León. Tomás Moreno, tío del protagonista de la tarde, también colaboró con su baile.

Hay que valorar la valentía de este trabajo. Porque es, entre otras cosas, diferente. Algo difícil en el panorama actual. Y eso tuvo un coste. Porque, como dice José de la Tomasa, si unos tientos dejan de sonar a tientos, también dejan de serlo. Hay composiciones bonitas. En su mayoría lo son. Pero faltó empaque. Un «ay» de bajañí. Y su creatividad se acercó hacia el filo de la incertidumbre.