Festival de Sevilla de Cine Europeo

Álex Catalán: «Andalucía es la California de Europa, lo que necesita es atraer rodajes»

Habitual tras la cámara de Santi Amodeo y Alberto Rodríguez, este director de fotografía ha recibido el Premio RTVA

El director de fotografía Álex Catalán este lunes en Sevilla Vanessa Gómez

Jesús Morillo

En cualquier conversación sobre cine andaluz los nombres de Alberto Rodríguez, Santi Amodeo o Gervasio Iglesias resultan recurrentes. Esta dupla de realizadores y este productor han sido la cara más visible de ese grupo que demostró que más allá de casos aislados de pioneros, como Juan Sebastián Bollaín y Gonzalo García-Pelayo , se podía hacer cine en y sobre el Sur.

Pero la historia de éxito del cine andaluz no hubiera podido escribirse sin la concurrencia de un grupo de técnicos que, como Álex Catalán , formó parte de la generación Cinexín y permitieron a todos estos creadores profesionalizarse y ayudar a conformar el germen de una industria audiovisual.

Por ese motivo, el Premio RTVA a la trayectoria del director de fotografía Álex Catalán, que sabe lo que es ganar un Goya y una Concha de Plata en San Sebastián , tiene una parte de justicia poética, por cuanto este galardón, que se entregó ayer en el Festival de Sevilla y que suelen llevarse actores mucho más mediáticos, pone el foco sobre un profesional que ha contribuido y crecido en paralelo al auge del cine andaluz —es colaborador habitual de Santi Amodeo y Alberto Rodríguez— y que han reclamado también realizadores del prestigio de Alejandro Amenábar o Fernando León de Aranoa .

En el Festival de Sevilla, del que ABC es digital partner, ha presentado su último trabajo, ‘Las gentiles’ , de Santi Amodeo, y acaba de culminar el rodaje de ‘Modelo 77’ , la nueva película de Alberto Rodríguez, cuyo estreno está previsto para el próximo año.

Este premio se lo suelen llevar actores y directores, ¿en su caso se le premia a usted y a esa excelencia técnica de los profesionales del cine que quedan siempre en segundo plano?

No se suelen dar al equipo técnico, así que me siento muy orgulloso de representarlos. Generalmente se nos deja más al lado, se premia más a las caras visibles, que son los actores, directores y productores que hacen posible, en primera instancia, esos proyectos. Pero la mano ejecutora también incluye a los equipos técnicos.

¿Sin ellos no habría tantos rodajes en Andalucía?

Ese cuerpo hay que mantenerlo vivo porque hay siempre mucho peligro de que se descapitalice. Si aquí no hay trabajo y no se mantiene esa mano de obra unida a talento y capacitación profesional, que es muy difícil de conseguir, se marcharán a otro lado y se volverá a dejar huérfano esto.

«Hay que mantener esa mano de obra unida al talento y la capacitación profesional, de los equipos técnicos porque si no, se marchará a otro lado»

¿Esa unión de talento y capacitación técnica de la generación Cinexín es la que ha marcado un antes y un después en el cine andaluz?

Cuando empezamos hacíamos las películas como podíamos, como sabíamos... Yo venía de Televisión Española, que algo tenía aprendido. Otros venían de la facultad, donde el nivel práctico que aprendieron fue poco. También había gente que venía de Formación Profesional... Al final está bien recoger todas estas experiencias, pero el cine se hace haciendo y hay que aprender. Yo vengo también de la cantera de los cortos, que son igualmente parte de esa escuela necesaria para que esto funcione. Pero faltaban canales para expresar esas voces, medios técnicos y humanos. Sevilla era un poco un páramo donde había flores salvajes como Bollaín y García-Pelayo, e, incluso, Benito Zambrano, que apareció un poco de la nada.

¿‘Solas’ supuso un momento fundacional?

Sí, porque ‘Solas’ agitó algunas conciencias en las instituciones. Ganó en Berlín —el premio del público— y despertó un poco a la instituciones respecto al cine. Cinexín venía de un manifiesto y pedía a las instituciones públicas un poco de atención para que ayudaran al cine a nivel de cortometraje, ni siquiera a nivel de producción, y parece que oyeron la llamada. Cinexín tuvo repercusión, mucha más de la que esperábamos, y dio sus frutos. También ‘Solas’ y Benito Zambrano vinieron en muy buen momento.

Si aquel fue fundacional, ¿‘La isla Mínima’ fue el de consolidación?

Sí, fue el siguiente gran hito a nivel de éxito y es verdad que fue un poco abrumador. Ganamos diez Goyas, tuvimos mucho público. No ganamos la mejor película en San Sebastián pero ganamos la Concha de Plata al mejor actor y a la mejor fotografía, que recayó en mi persona. Competimos con películas muy buenas aquel año, como se compite en festivales de ese nivel, donde es dificilísimo ganar. ‘La Isla mínima’ volvió a dar un nuevo impulso. Parece que hace falta siempre que haya hitos para que se siga manteniendo ese apoyo y la gente se dé cuenta del cine que se hace aquí. Pero hay que tener también un poco de paciencia, que hacer buen cine no es tarea fácil, ni siquiera con medios. Estados Unidos hace buen cine porque produce mucho cine. Sería un crimen que con esos medios, esa tradición, ese conocimiento que tienen y, sobre todo, con la distribución mundial con la que cuentan no hicieran buen cine. Pero también hacen muy mal cine, hacen muchísimo. Y aquí también ocurre y ocurre en Francia, en Alemania, en Italia... Hacer buen cine es muy difícil y hacer cine es también difícil. Para eso hacen falta ayudas para que la maquinaria, que es pesada, cara y compleja, comience a funcionar. Después solo hay que engrasarla y mantenerla viva, que ella anda por sí sola.

«Es una falacia que el cine sea deficitario, porque cuando se pone en marcha es una máquina de desarrollo»

¿Qué hay que hacer para seguir manteniendo el músculo del cine andaluz?

Las ayudas institucionales me parecen fundamentales. También hay que intentar que haya rodajes externos. Para crear industria, con lo que tú generas por ti mismo no es suficiente. Andalucía tiene la particularidad de ser un lugar muy diverso, es realmente un plató, casi la California no solo de España sino de Europa. Tiene buen clima y lo que necesita es que haya profesionales, técnicos y desarrollo, y que eso atraiga rodajes. Porque atrae muchísimo dinero, trae desarrollo. Es una falacia que el cine sea deficitario, porque cuando de verdad se pone en marcha es una máquina de desarrollo y de hacer dinero. Que le pregunten a Estados Unidos. El cine es desarrollo y hay que cuidar al que viene de fuera, porque trae dinero, industria y crea profesionales, y hay que fomentar voces propias para que podamos contar cómo somos desde aquí y que no venga nadie de fuera a contarlo. Es fundamental, porque al final las voces de fuera caen en el tópico.

Ha trabajado con grandes directores y lo sigue haciendo con Santi Amodeo y Alberto Rodríguez. Imagino que con estos últimos hay una relación de mayor complicidad.

Sí, porque empezamos juntos y crecimos juntos en el cine y como amigos. Somos las dos cosas. La mayor parte del tiempo, desafortunadamente, hablamos de cine. Nos vemos menos de lo que nos gustaría y nos ha ido bien a todos. Esto hace que las películas sean diferentes, ni mejores ni peores. Rodar con gente conocida es muy interesante, pero con desconocida también. Las dos cosas tienen su interés y confío mantener ambas cosas. Rodar con la gente con la que me he criado cinematográficamente y también con directores nuevos que me enseñen cosas y a los que yo pueda aportarles cosas nuevas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación