Florence Foster-Jenkins
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Así es y así cantaba Florence Foster-Jenkins, la peor soprano del mundo

La extravagante cantante es la protagonista de una película que protagoniza Meryl Streep y que se estrena en unos meses

Madrid Actualizado: Guardar
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La peor soprano del mundo. Así se conoce a Florence Foster-Jenkins, una legendaria «cantante» que desarrolló su «carrera» a principios del siglo XX en Estados Unidos. En mayo se estrenará una película sobre su vida, dirigida por Stephen Frears y protagonizada por Meryl Streep y Hugh Grant. No es la primera vez que la soprano inspira una obra de ficción. Chris Balance, Stephen Temperley y Peter Quitter escribieron piezas de teatro sobre ella, y la película de Xavier Giannoli «Marguerite» está inspirada en su vida. Pero ¿quién fue Florence Foster-Jenkins?

Nacida en Wilkes-Barre, en el estado de Pennsylvania, el 19 de julio de 1868, en el seno de una familia acomodada, Nascina Florence Foster, en el seno de una familia acomodada, fue una niña prodigio pianista que llegó a actuar en la Casa Blanca.

Cuando quiso viajar al extranjero para seguir estudiando música, su padre se negó a pagarle el billete; la reacción de Florence fue fugarse con Frank Thornton Jenkins, un médico con el que se marchó a Filadelfia. Se casaron alrededor de 1885, pero poco después de su boda, Jenkins le contagió la sífilis a su mujer y desapareció de la vida de la futura soprano.

Después de una herida en el brazo le impidiera dar las clases de piano con las que se ganaba la vida, se trasladó con su madre a Nueva York. Allí decidió convertirse en cantante. La herencia recibida a la muerte de su padre, en 1909, le permitió dedicarse a ello; tomó clases de canto y se introdujo en los círculos musicales neoyorquinos, y hasta creó el suyo, The Verdi Club.

En 1912, con 44 años, dio su primer recital, animada por un actor, St.Clair Bayfield, que se convitió primero en su manager y después en su marido (en un evidente matrimonio de conveniencia, pues él era homosexual). «El mundo -dijo en una ocasión- oyó mi voz el mismo año en que se hundió el "Titanic"», aunque nadie ha podido demostrar relación entre ambos acontecimientos.

Pronto la cantante se convirtió en una celebridad en los círculos musicales de Nueva York, y sus recitales adquirieron mucha popularidad. En ellos le acompañaba el pianista Cosme McMoon, y además de exhibir sus «virtudes» -carencia absoluta de ritmo, y de afinación, y una técnica inexistente-, Florence Foster-Jenkins ofrecía otros motivos de diversión al público, con su extravagante vestuario, que incluía numerosos disfraces. Los espectadores no paraban de reírse. Ella, sin embargo, estaba convencia de ser una gran cantante, y se comparaba con figuras como Frieda Hempel o Luisa Tetrazzini.

El público que acudía a sus conciertos lo hacía por invitación; ella misma repartía las entradas. Una vez al año, actuaba en el hotel Ritz-Carlton, en un recital en el que las entrada eran un tesoro buscadísimo. Su repertorio incluía el dificilísimo aria de la Reina de la Noche en «La flauta mágica», de Mozart, o el Aria de las Joyas de «Fausto», de Gounod. Concluía los conciertos con «Clavelitos», la canción de Quinito Valverde, que cantaba con un mantón y una peineta arrojando flores al público (dicen que en una ocasión arrojó también la cesta). Hasta Enrico Caruso, el legendario tenor, asistió a uno de sus conciertos.

Hay muchas anécdotas de la cantante. La más célebre es la que cuenta que, yendo en un taxi, tuvo un accidente que le hizo proferir un grito que fue «el mayor agudo» -«el fa más agudo que jamás cante», dijo- de su vida. Recompensó al taxista con una caja de carísimos puros habanos.

El 25 de octubre de 1944, con 76 años, accedió a ofrecer un recital en el Carnegie Hall neoyorquino. Las entradas, que salieron a la venta con muchísima anticipación, se agotaron enseguida. Por primera vez, los críticos profesionales acudieron a un concierto suyo: la masacraron sin piedad. Hay quien sostiene que estas críticas le afectaron tanto que causaron su muerte, apenas un mes después, pero lo cierto es que desde que contrajo la sífilis, su salud se resintió, agravada por el tratamiento de arsénico y mercurio que siguió.

Hay quien piensa que Florence Foster-Jenkins no era en realidad una cantante tan mala, sino que durante más de treinta años se burló del público. Judy Kaye, la actriz que la encarnó en el estreno en Broadway de «Souvenir», la obra de Stephen Temperley basada en su figura, dijo «Es difícil cantar mal tan bien. Se puede cantar mal mal durante cierto tiempo, pero si sigues así te acabas destrozando la garganta».

Afortunadamente, hay testimonio sonoro de sus «cualidades canoras». Florence Foster-Jenkins grabó entre 1941 y 1944 nueve arias y canciones, que aparecen en tres discos editados: «The Muse Surmounted: Florence Foster Jenkins and Eleven of Her Rivals», «The Glory (????) of the Human Voice» y «Murder on the High C's».

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