Van Cliburn, en Moscú
Van Cliburn, en Moscú - ABC

El pianista que calentó la guerra fría

El periodista Nigel Cliff ha llevado al libro la historia de Van Cliburn, que en 1958 ganó en Moscú el concurso Chaikovski de piano

Madrid Actualizado: Guardar
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En abril de 1958, Estados Unidos y la Unión Soviética vivían en plena guerra fría. Solo unos meses antes, en octubre del año anterior, los soviéticos habían logrado un triunfo moral sobre los norteamericanos con el lanzamiento del Sputnik, el primer satélite artificial de la historia.

En aquel mes de abril de 1958, se celebró la primera edición del Concurso Internacional Chaikovski (para pianistas y violinistas); se había creado para mostrar la grandeza de la cultura soviética; pero el destino tenía reservada una sorpresa. En aquel primer concurso de exaltación patriótica, un joven pianista estadounidense de veintitrés años se llevó el primer premio, con el consiguiente alborozo de sus compatriotas, que celebraron su triunfo como un acontecimiento.

Aquel pianista era Van Cliburn, un músico procedente de Texas cuyo nombre completo era Harvey Lavan Clibur, y había nacido en Shreveport (Louisiana).

El periodista británico Nigel Cliff ha llevado al libro lo que ocurrió en aquellos días de abril de 1958; su título, «Moscow Nights: The Van Cliburn Story - How One Man and His Piano Transformed the Cold War» (Noches de Moscú: la historia de Van Cliburn, o cómo un hombre y su piano transformaron la Guerra Fría).

Van Cliburn, en su última visita a Rusia, en 2011
Van Cliburn, en su última visita a Rusia, en 2011

El 13 de abril, en la gran final, Van Cliburn tocó el «Concierto nº1» de, precisamente, Chaikovski. El público premió su actuación con ocho minutos de ovaciones. De forma casi unánime, el jurado le declaró vencedor del concurso. Pero solo hacía cinco años que Stalin había muerto y ninguno de los miembros de dicho jurado se quería arriesgar a ir a Siberia por darle el premio a un norteamericano. Así que el pianista Emile Gilels, uno de sus componentes, fue a consultar al ministro de Cultura y, juntos, fueron a ver a Nikita Krushchev, el líder del Partido Comunista. «No sabemos qué hacer», le dijo el ministro. «¿Es el mejor?», preguntó Krushchev. «Sí», dijo Gilels, «Pues dadle el primer premio», sentenció el dirigente soviético.

El histórico abrazo de Krushchev le dio a Van Cliburn al entregarle el premio fue el comienzo del deshielo entre ambos países. Ya antes de ganar el concurso, el pianista estadounidense había conquistado a los moscovitas (especialmente a las mujeres, a pesar de que era gay). La gente le paraba por la calle como si fuera una estrella. «Tocaba y se desenvolvía como una especie de ángel -ha recordado el pianista ruso Andrei Gavrilov-; no se correspondía con la diabólica imagen de los capitalistas que nos había pintado el Gobierno soviético».

La vuelta de Van Cliburn a Estados Unidos fue triunfal. Acaparó los titulares de la Prensa norteamericana (fue portada de la revista «Time», que la tituló «El tejano que conquistó Rusia») y recibió la felicitación de las autoridades, incluida la del presidente Eisenhower. Nueva York le recibió con un desfile triunfal, en el que miles de personas le aclamaron.

Van Cliburn se convirtió en una estrella como pocas dentro del mundo de la música clásica. Firmó un contrato con el sello RCA y su primer disco -que incluía el concierto de Chaikovski que tocó en Moscú- se convirtió en el más vendido de la historia hasta entonces (y permaneció en lo alto de la lista durante una década). Un grupo de apasionados seguidores arrancaron la puerta de la limusina en que viajaba durante un viaje a Filadelfia. El propio presidente Lyndon B. Johnson le prestó su frac y su pajarita cuando Van Cliburn llegó a Washington sin su vestuario. Y un concurso de piano en Texas lleva su nombre.

El intérprete estadounidense volvió a Rusia en varias ocasiones en su vida, siempre en medio de una gran expectación. Era un ídolo para el público ruso. Su última visita fue en 2011, dos años antes de su muerte, el 27 de febrero de 2013.

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