Muere a los 34 años la productora Sophie, colaboradora de Madonna y Charli XCX

La también cantante y discjockey falleció en su casa de Atenas a causa de un «accidente repentino»

Sophie, en una imagen promocional ABC

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Sólo tenía 34 años, una edad en la que muchos aún están buscando su lugar en el mundo, pero Sophie Xeon hacía tiempo que había encontrado el suyo en esa bisagra que conectaba el pop de consumo y los estribillos memorables a la experimentación, la ingeniería sonora y los chaparrones de beats retorcidos. Una irresistible batidora estilística que la productora, cantante y discjockey escocesa puso al servicio de artistas como Madonna, Charli XCX, o el rapero Vince Staples y que se ha detenido súbitamente este sábado tras conocerse que Sophie, 34 años y una prometedora carrera por delante, había fallecido en su casa de Atenas.

«Fiel a su espiritualidad, había subido para ver la luna llena y accidentalmente resbaló y cayó. Ella siempre estará aquí con nosotros», anunció su discográfica, Transgressive, después de que un comunicado de la familia apuntase a un accidente repentino como causa de la muerte. «Fue una pionera de un nuevo sonido, una de las artistas más influyentes de la última década. No sólo por sus producciones ingeniosas y su creatividad, sino por el mensaje y la visibilidad que consiguió. Un icono de liberación», añadía el comunicado.

Nacida en Glasgow en 1986, Sophie fue durante años el secreto mejor guardado del pop. Una enigmática artista que se abría paso en el underground de la mano de singles como «Nothing More to Say» y «Bipp» mientras se preparaba para asaltar las grandes ligas del pop como productora y colaboradora de grandes estrellas. Así, en 2015 firmó junto a Madonna y Diplo la bombástica «Bitch I'm Madonna» y empezó a trabajar con Charli XCX, Vince Staples, Let's Eat Grandma, y Arca, entre otros.

Activista transgénero, en 2018 publicó «Oil of Every Pearl's Un-Insides», debut con el que, además de reflexionar sobre su identidad, experimentaba a placer con el pop inyectándole texturas industriales, soul sintetizado, punk digital y ruidismo ilustrado. Un menú que le valió una nominación a los Grammy en la categoría de Mejor Álbum de Dance/Electrónica y que dejó por el camino un hit colosal como «Inmaterial».

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