Luis Eduardo Aute: «El poder desactiva la ilusión»

Cincuenta años han pasado ya desde el día en que entró a un estudio de grabación para registrar sus dos primeros singles. Cinco décadas en las que ha visto de todo. Como cualquier persona que cuente 73 primaveras, sí, pero con una perspectiva, una mirada muy diferente a la habitual. Y haber sobrevivido en la industria de la música así, fiel a sí mismo, es motivo de celebración. Por eso Luis Eduardo Aute se ha embarcado en un extenso tour llamado «La Gira Luna», en el que vuelve a interpretar una vez más los grandes himnos de su repertorio, como «Rosas en el mar», «Al Alba» o «Pasaba por aquí». «Al final canto todas las que quiera el público, porque los conciertos duran dos horas largas», dice el autor, que recibe a ABC en el salón de su casa, convenientemente perfumado con Camel.

—Me ha extrañado que no reciba a la prensa en su estudio de pintura, como es habitual.

—Es que hace mucho que no bajo. Lo tengo muy abandonado, tengo unas ganas de retomarlo, de oler la pintura, los óleos... El estudio era mi vía para relacionarme con la realidad, pero ya se ha convertido en el mundo real en sí mismo. Ese espacio es el mundo real para mí, no lo que hay fuera. El exterior es la ficción. En el estudio me encierro con mis fantasmas y me peleo con ellos. Perdona que me levante, es que necesito un poco de alcohol para hablar...

—Unos usan Facebook, otros la pintura, fíjese usted.

—La tecnología puede ser algo bueno, útil. pero se le está dando un uso aberrante en ese sentido. Están perdiendo tantas horas de vida en las redes sociales. Yo so muy «adictible», o «adictable» o como se diga. Si probara, me engancharía.

—Me sorprende que diga eso.

—Ahora que lo pienso, debería aclarar que hay alguien que me ha suplantado en Facebook. Hay un Aute, que no soy yo. Pero bueno, quien sea no lo utiliza con ánimo de lucro, sólo cuelga letras de mis canciones.

—¿Cómo está viviendo la actual situación política?.

—Estoy muy expectante con respecto a lo que puedan hacer las nuevas fuerzas políticas. Teóricamente la política está para hacer la vida más agradable, pero el poder, el poder político, es algo muy peligroso. Y puede cegar, y hasta erosionar cualquier ilusión, desactivarla. Es que ya de por sí el poder es una palabra tan fea... Además, la estructura de poder global es tan potente... Nunca ha sido tan potente. Hasta el capitalismo se ha quedado detrás del nuevo paradigma. Han vuelto los señores feudales, señores con dinero suficiente como para comprar países. La bestia ha engordado tanto que ya sólo puede morir si se mata a sí misma.

—Entonces, ¿es bueno ilusionarse?

—¡Uf! Es que si te dicen: «no hay nada que hacer, ríndete», mejor no vivir. Pongámosle voluntad por lo menos. Antes o después tendrá que haber un cambio que nos permita vivir a todos dignamente. Lo malo es que la realidad se impone a diario... hace un rato he visto en la tele un anuncio de robots domésticos, justo después de la noticia de otro niño muerto frente a las costas griegas. Todavía no nos enteramos de qué va esto.