Bachata y fuga de Luis de Pablo, con C. Tangana tocando el órgano

Con Luis de Pablo no solo se va uno de los grandes agitadores -agitado, no mezclado- del proceso experimental sufrido por la música culta durante el siglo pasado, sino un reaccionario que no dejó de poner en solfa la música pop y de alertar contra los estragos culturales que las canciones de consumo provocaban en las nuevas generaciones de oyentes

Muere a los 91 años el compositor Luis de Pablo

Luis de Pablo Julián de Domingo
Jesús Lillo

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De entrada, aclarar que el órgano que se toca C. Tangana es el reproductivo y no el de la catedral de Toledo, que lo tenía al fondo, tapado con una manta por el deán del templo primado. Seguimos. Con Luis de Pablo no solo se va uno de los grandes agitadores -agitado, no mezclado- del proceso experimental sufrido por la música culta durante el siglo pasado, sino un reaccionario que no dejó de poner en solfa la música pop y de alertar contra los estragos culturales que las canciones de consumo provocaban en las nuevas generaciones de oyentes. ¿Se puede ser revolucionario y a la vez reaccionario? Evidentemente. Ahí está el círculo central de Unidas Podemos. Seguimos.

No es que a Luis de Pablo no le gustaran los Beatles , que es lo de menos. El compositor vasco prefería a John Cage y la música de laboratorio, concebida como una continuación, a través de la ruptura y el sismo, valga la paradoja, de la tradición de la música denominada clásica, en los antípodas de la música ligera, luego pop, que afloraba y tronaba desde mediados del siglo XX en la radio y asomaba la patita por la tele. El autor de ‘We’ no se quejaba de la marginalidad de su obra, sino de la desconexión que la irrupción del pop había provocado e iba a provocar en un gran público para siempre desconectado de la tradición culta, aquella de la que en clave espiritual y etnocéntrica hablaba Benedicto XVI en una de sus escasas intervenciones tras su retirada. Todos los caminos llevan a Roma, o a la catedral de Toledo, donde con la venia del deán y la censura del arzobispo C. Tangana baila agarrado y soba a Nathy Peluso , o a Nancy Pelosi , que la pasada semana estuvo en la Santa Sede con el Papa, quizá para hablar del aborto en Texas.

Las inocentes y pueriles excusas del deán de la catedral primada, anfitrión y productor del baile de Tangana y Peluso, nos llevan a la era de ‘ Jesucristo Superstar ’, de las canciones con guitarrita que empezaron a sonar en misa tras el Concilio Vaticano II y de las adaptaciones de con que el Evangelio llegaba a los fieles de la era pop, muy sueltos. Bach no estaba ni se le esperaba. Lo echaron del templo, como a los mercaderes, para que la adaptación de la música religiosa a las nuevas corrientes del ocio y el pensamiento no sufriera traumas. «La finalidad ha sido exclusivamente favorecer el diálogo con la cultura contemporánea» , asegura el deán catedralicio, como si estuviéramos en los años sesenta, en una decidida apuesta por el «diálogo sincero -sigue- con las manifestaciones culturales del momento». Para qué nos vamos a liar con la ‘ Pasión según san Mateo ’ de Bach, tan alejada de las manifestaciones culturales del momento y del diálogo con la cultura contemporánea. Que traigan a Nathy Peluso y que nos quiten lo bailado y lo sobado.

La reciente edición por el sello Numero de una antología de las obras del pastor T. L. Barrett and the Youth for Christ Choir , en cinco vinilos coloreados, documenta las sucesivas transfusiones musicales que revitalizaron la música religiosa de los negros norteamericanos, capaces de meter en sus servicios dominicales los ecos de la Motown más fiestera y de arrinconar la pureza espiritual de sus vagidos parroquianos. Como vino a decir Benedicto XVI, cada pueblo tiene su tradición, y Occidente tiene en la música religiosa una expresión cultural que explica la existencia de Dios. Con Bach tapado por una manta, en la catedral suena la bachata de C. Tangana para confirmar, tocándose el órgano, que Luis de Pablo tenía más razón que un santo.

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