El arte, reflejado en un disco

Cargada de simbología y cultismos, la recreación de «Los embajadores» de Hans Holbein el Joven en la portada del «Nerissimo», segundo álbum del dúo que de forma intermitente forman Teho Teardo y Blixa Bargeld, viene a proponer al aficionado del pop una nueva partida de ese juego de reflejos artísticos y proyecciones culturales que desde hace décadas se traen entre manos los ilustradores del pop. A continuación ofrecemos una galería de falsificaciones con algunos de los trabajos más significativos de este subgénero.ABCLos Franz Ferdinand, muy historiados, incluso para buscarse un nombre con el que figurar en los carteles, recurrieron en su primera época al grafismo y cartelería de los maestros rusos del constructivismo, una inspiración especialmente apreciable en la serie de singles extraídos de su primer disco y en la portada de su segundo álbum, que (sobre estas líneas) reconstruye uno de los carteles más populares de Rodchenko.ABCTambién en España, donde el nivel cultural y el modelo educativo no dan para tanto alarde, se han registrado ensayos de este tipo, como el que llevó a Negu Gorriak, banda de cámara de la juventud proetarra, a recrear en la portada de «Borreroak baditu milaka aurpegi» las latas de sopas Campbell de Andy Warhol. Para la ocasión, los botes de caldo estaba estampados con la cara del entonces ministro de Interior, José Luis Corcuera, enemigo público número uno de los terroristas, sus voceros y sus músicos de acompañamiento.ABCLas distintiva y homogénea línea que recorre las portadas de Stone Roses, desde su primer disco homónimo hasta los sencillos que lanzaron hasta 1992, uno detrás de otro, pintados y cortados por el mismo patrón plástico, es obra de John Squire, que además de guitarrista de la banda británica se dedicaba al arte. Indisimulados, sus plagios de las obras maestras de Jackson Pollock representan su mayor logro pictórico pese al empeño con que ha tratado de continuar su carrera como artista.ABCDe todas las mamarrachadas que se pudieron ver en los años ochenta, no solo en España, la portada de «See Jungle! See Jungle! Go Join Your Gang Yeah, City All Over! Go Ape Crazy!», donde Bow Wow Wow incluyeron su exitosa versión del «I Want Candy» de los Strangeloves, merece capítulo aparte. «El desayuno en la hierba» de Edouard Monet, un clásico que ha sido reinterpretado por decenas de artistas, es reproducido en una fotografía cuyo elemento más logrado sigue siendo, después de tres décadas largas, el río del fondo, que en el original era el Sena. En Estados Unidos, la portada fue otra, más recatada.ABCPara «Thieves Like Us», Peter Saville, ilustrador de las portadas de New Order, eligió «El mal genio de un rey», de Giorgio de Chirico, uno de los autores más habituales en las cubiertas de un rock progresivo que en los años setenta buscaba imágenes que dieran que pensar. En 1984, Saville pasó a limpio la obra del maestro italiano y la rodeó con unas cifras procedentes del tablero de un juego de mesa inglés del siglo XVIII. No aparecen los números siete y uno. Lo demás tampoco está claro.ABCConsiderado como uno de los techos creativos de finales del siglo pasado, aunque se hace bastante largo e invita al oyente a pasar de largo y quedarse con sus mejores canciones, que no pasan de cuatro o cinco, el «Mellon Collie and the Infinite Sadness» de los Smashing Pumpkins se abre con el sugerente collage realizado, como el resto de las imágenes que lo ilustran, por John Craig. No resulta difícil entrever, con los ojos más o menos vueltos, el rostro de la protagonista de «El souvenir» de Jean-Baptiste Greuze, presuntamente montada sobre el cuerpo de la santa Catalina de Rafael. Eso dice por ahí, en internet, gente que lo más seguro es que no haya ido nunca a un museo.ABCVergüenza, ninguna. En su segundo disco, los Pogues se subieron a «La balsa de la Medusa», el gigantesco lienzo pintado por Théodore Géricault. Sin pudor alguno, los rostros de los miembros de la banda irlandesa sustituyen a algunos de los héroes del barco francés. El título del álbum, «Rum, Sodomy and the Lash» procede de una frase atribuida a Winston Churchil y referida a la sacrosanta Royal Navy, versión de las definiciones sarcásticas que abundaban en el siglo XIX. «No me hablen de la tradición naval. No es más que ron, sodomía y el látigo».ABC«Los amantes» de René Magritte es la base de la portada de «Casually Dressed & Deep in Conversation», de Funeral For A Friend, como de algún que otro disco, liado con pañuelos blancos. El pintor belga ha sido uno de los más representados, con las oportunas variaciones y guiños, en portadas de discos, de forma directa o indirecta, como se puede apreciar en la obra de Storm Thorgerson, ilustrador oficial de Pink Floyd. Roger Daltrey, Styx, Jackson Browne, Jeff Beck e incluso los Rolling Stones, con la carátula europea de «Angie», rindieron tributo al artista.ABCAunque Salvador Dalí firmó portadas como la del «Lonesome Echo» de Jackie Gleason, de 1955, su legado se puede rastrear en trabajos muy posteriores a sus mejores etapas creativas. Antes de que los Flaming Lips, con «Embrionic», redefinieran la secuencia de un parto vivíparo, sin ahorrar detalles, Depeche Mode ilustró su «New Life» con una sombría adaptación del «Niño geopolítico observando el nacimiento del hombre nuevo».ABCNo podía faltar Pablo Picasso en esta antología. Barney Bubbles, prolífico autor cuyo rastro se puede seguir por la Nueva Ola británica, es el autor que se esconde bajo el seudónimo, Sal Forlenza, con el que aparece en los títulos de crédito del «Imperial Bedroom» de Elvis Costello and the Attractions. La portada es un pastiche de los «Tres músicos» del genio malagueño, al que Bubbles homenajea en la parte superior derecha de su composición, donde se puede leer «Pablo Si».ABCNo solo de Occidente vive el arte. «La gran ola de Kanagawa»,quizá la obra más conocida del japonés Katsushika Hokusai, se invierte en la portada de «Sleeping On Roads» de Neil Halstead. El pintor nipón tuvo la suerte de reaparecer en un producto cultural antes de que a la gente le diera, en manada, por tatuarse su ola en cualquier parte del cuerpo, vulgarizando una de las obras que, desde su elevada concepción, más bajo han podido caer.ABCLa Oreja de Van Gogh no sale en este listado, pero sí Vincent van Gogh sin su apéndice, cortado al bies. En «Turbulent Indigo», Joni Mitchell recuperó el buen tono de sus primeros álbumes y rindió homenaje al pintor holandés, cuyo tormento utilizó como argumento en la canción que da título al disco. No se quedó ahí la cantautora canadiense, que en la portada del álbum se autorretrató sin una oreja e imitando, con notables cambios de tiempo y color, a su maestro de pintura.ABCBlanco, rojo y negro. Con esos tres colores elaboraron los White Stripes el envoltorio de su obra, cuya simplicidad tiene cumplido y fiel reflejo en el esquematismo de sus puestas en escena, vestuario y portadas. En «De Stijl» se meten dentro de una composición que parece sacado del catálogo de los autores holandeses que desarrollaran este «estilo», total e integrador, hace ya casi un siglo.

El arte, reflejado en un disco

Como Blixa Bargeld en «Nerissimo», decenas de músicos han recreado las obras maestras de la pintura en las portadas de sus álbumes

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