Bruno Campanella, director musical de esta producción en el Teatro Real, al piano
Bruno Campanella, director musical de esta producción en el Teatro Real, al piano - ERNESTO AGUDO

El Teatro Real abre su temporada operística con «Roberto Devereux»

Los Reyes asistirán mañana al estreno de la producción de esta obra de Donizetti

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El Teatro Real levanta el telón de su temporada operística con un título belcantista: «Roberto Devereux», una obra poco frecuentada de Gaetano Donizetti. Se presenta en una producción de la Welsh National Opera, En escena, con dirección escénica de Alessandro Talevi. Sobre el escenario, dos notables figuras –la soprano Mariella Devia y el tenor Gregory Kunde– encabezan el reparto de esta obra, estrenada en Nápoles en 1837. Sus Majestades los Reyes asistirán mañana al estreno de la producción. «Roberto Devereux», ópera inspirada en la vida del segundo conde de Essex, miembro de la corte de Isabel I de Inglaterra, pertenece a la trilogía que Donizetti escribió sobre los Tudor, que incluye además «Anna Bolena» (1930) y «Maria Stuarda» (1835).

«En realidad es una tetralogía –explica Bruno Campanella, el director musical de la producción–; habría que incluir “Elisabetta al castello di Kenilworth” (1829), pero es una obra que no se representa nunca, porque no tiene calidad».

Las virtudes de «Roberto Devereux», según Campanella, son dos fundamentalmente. «Al contrario que en otras obras de Donizetti, en las que no pasa nada hasta el final, aquí la tragedia aparece desde el principio. Hay dos notas muy cerradas que se repiten durante toda la obra y que sugieren una decapitación; dice la leyenda que cuando la Reina Isabel era una niña, Enrique VIII la obligó a asistir a la ejecución de su madre, Ana Bolena, y le quedó un trauma, que Donizetti refleja musicalmente en esas dos notas. Es una obra más corta que otras óperas del autor, y presenta menos dificultades para el director de escena, porque tiene mucha acción. Para el maestro, uno de los principales conocedores del repertorio belcantista, la obra pertenece a una segunda etapa en la carrera de su autor. Quiere cambiar algunas costumbres de la ópera, con los recitativos excesivamente largos e inútiles. Hace presagiar ya a Verdi por la tensión, por la urgencia musical, que muestra todo el tiempo.

No sabe por qué esta obra no se representa con mayor asiduidad. «Para mí, es la mejor ópera trágica de Donizetti. No hablo de las comedias, como “Don Pasquale” o “L’elisir d’amore”. Pero en “Roberto Devereux” alcanza un clímax que en otras óperas no consigue. De las trágicas, es mi preferida». Esta obra no ha tenido una Maria Callas que la exhumara, como hizo la soprano griega con «Anna Bolena». «Leyla Gencer la recuperó en Nápoles en los años sesenta, con mucho éxito, pero después apenas se ha hecho».

Una obra muy exigente

Es la obra muy exigente vocalmente. «Tanto Gregory Kunde como Mariella Devia son grandes intérpretes del bel canto, que conocen perfectamente», asegura Campanella. El bel canto tiene muchas reglas, explica el director: «Por ejemplo, no se subrayan las consonantes; el canto se basa en las vocales». También existen para el director de orquesta. «Las voces que interpretan las obras belcantistas no son en general voces grandes, y hay que cuidar la orquestación:por lo menos un grado menos en los forte. Por eso muchas veces se reducen los metales. La partitura de “Roberto Devereux”, por ejemplo, incluye tres trombones y una tuba, pero yo prefiero quitar los trombones. Los forte o fortissimo de los metales de la época de Rossini, Donizetti o Bellini eran sonidos naturales, equivalían al mezzopiano actual. Wagner, para que la orquesta no tapara a los cantantes, la escondió en el foso, en el “golfo místico” de Bayreuth».

Campanella se lamenta de que no hay ahora demasiados cantantes de nivel que conozcan el estilo belcantista. «En esta producción tenemos a verdaderos campeones, pero es muy difícil hallar cantantes que conozcan bien el estilo. Tiene que ver también con su origen. Un cantante que no conoce bien la lengua italiana tiene más difícil comprender las necesidades del estilo».

Los dos próximos compromisos de Bruno Campanella son con obras de Rossini: «La italiana en Argel» y «Semiramide». Le gusta el repertorio belcantista. «Lo prefiero al verismo. Y hay otra razón para especializarme. Cuando era joven, hace mil años, solía hacer conciertos sinfónicos. Pero sentía mucha soledad, porque no hay tanta relación con la orquesta como con los cantantes. Poco a poco fui pasando a la ópera, pero sobre todo cómica, Rossini y Donizetti. Los cantantes de la ópera cómica son menos complicados que los de la ópera dramática. Cuando les digo de irnos a comer juntos, dicen que sí, pero están pendientes todo el tiempo de su voz. Los de la ópera cómica son más naturales, tienen otro carácter...», ríe.

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