Novela

Juan Cobos Wilkins: «El lugar del escritor es la tierra de nadie, la de la libertad»

El autor reedita su primera novela, «El corazón de la tierra», una de las más aplaudidas y leídas de la narrativa andaluza reciente

El escritor Juan Cobos Wilkins M. J. López Olmedo

Jesús Morillo

Juan Cobos Wilkins (Minas de Riotinto, 1957) logró con «El corazón de la tierra» (2001) el sueño de todo novelista: llegar a más de un millón de lectores y lograr el aplauso de la crítica. Era su primera novela, aunque el onubense no era un recién llegado a la literatura, donde ya tenía una sólida trayectoria como poeta .

De hecho, Cobos Wilkins sabía desde pequeño que narraría en una novela los hechos conocidos en su pueblo como «El año de los tiros» , cuando un 4 de febrero de 1888 centenares de hombres, mujeres y niños se manifestaron reclamando condiciones de trabajo digno en la mina de Riotinto, explotada entonces por los ingleses, y fueron reprimidos con disparos sin que sepa bien a fecha de hoy cuántos murieron.

La historia la escuchó de su abuelo Juan Wilkins , que pertenecía al «staff» de la compañía británica pero que vivió entre los trabajadores de la Corta Atalaya , lo que permitió al escritor no solo conocer el exclusivo universo británico de pistas de tenis e idílicos veranos en casas de madera de Punta Umbría, sino también la realidad de la gente común de Riotinto. Dos mundos en contradicción que terminaron de situar su posición en el mundo como autor y como persona, y que se resumen en caminar por tierra de nadie.

Ese es el punto de vista que anima «El corazón de la tierra», que ahora reedita Isla de Siltolá con unos esclarecedores prólogo y epílogo firmados por su autor, y que devuelven a la actualidad una de los hitos de la reciente narrativa andaluza , que tuvo, además, una exitosa adaptación al cine que firmó Antonio Cuadri .

Acaba de reeditar «El corazón de la tierra». ¿Supuso un antes y un después en su trayectoria?

«El Corazón de la Tierra» fue mi primera novela. Hasta entonces sólo había publicado poesía y relatos, el que en el mismo mes de su salida a librerías alcanzase ya dos ediciones y apareciera entre los diez libros más vendidos en España, que después se sucediesen una tras otras las ediciones, que se llevara al cine en una gran coproducción internacional… todo esto era realmente nuevo para un poeta. Sí, esa novela encendió luces en mi camino.

Para preparar la reedición habrá vuelto sobre sus páginas, ¿cómo la valora diecinueve años y tres novelas escritas después?

Siempre será la primera novela que pensé y escribí, la primera vez que me enfrenté a ese reto y, además, con un argumento que me tocaba muy de cerca, que hundía sus raíces en mi extraño lugar de nacimiento, Riotinto. No puedo decir que la prefiero a «Mientras tuvimos alas», más intimista, y que obtuvo el Premio de El Público a la mejor novela de ese año, a «El Mar invisible», la más dura y difícil de escribir, premiada en el Torrevieja, o a «Pan y cielo», con un registro de humor muy diferente, cada una ocupa su lugar. No escogeré, que luego las otras se me enfadan y la venganza de sus personajes puede ser terrible, terrible.

Le ha sorprendido el éxito que ha tenido y que sigue teniendo y que, incluso, se adaptara al cine?

Es un asombro permanente, una maravilla…, qué inmensa gratitud a los lectores, infinita. Es también acicate, ánimo, en esos momentos en los que el horizonte se desdibuja y oscurece. La versión cinematográfica de «El Corazón de la Tierra», dirigida por Cuadri, obtuvo el premio en Los Ángeles como mejor Película Latina y consiguió varias nominaciones a los Goya. Fue un rodaje muy intenso.

La historia se la escuchó por primera vez a su abuelo y ahí supo dos cosas: que tenía que contarla y que se convertiría en escritor.

Una tarde mi abuelo me sentó en sus rodillas y con palabras que un niño pudiese comprender me narró unos hechos que me dejaron conmovido, impresionado, dolido… yo escribía ya historias inventadas en mis cuadernos y eso me proporcionaba un gozo y una excitación muy especiales, desde niño quise ser escritor. Cuando conocí aquellos dramáticos sucesos, me prometí que un día los narraría. No cejé hasta hacerlo. Para mí, el lugar del escritor es el filo, el vértigo de ese filo o el filo de ese vértigo, la frontera misma, es decir la tierra de nadie, la de la libertad.

El punto de vista de la novela lo logró situando a dos mujeres como protagonistas, ¿quería rescatar una historia silenciada a través de la mirada de quienes, además, estaban silenciadas en las crónicas?

Personaje fundamental en mi novela es la Tierra, y la Tierra es femenina. Yo he visto a las mujeres mineras reivindicando derechos, marchando en manifestaciones… y luego, en casa, lavando, cocinando, fregando, planchando… pero en la Historia no tenían voz, sólo eco. Quien las relega a ese papel, olvida que el eco permanece retumbando cuando ya la voz se ha apagado. Quise que las protagonistas principales fuesen mujeres, serían sístole y diástole del corazón de mi escritura, mujeres de extracción social diferente, de países distintos, de edades distanciadas, pero, con su encuentro, ellas suturan la cicatriz, ellas cauterizan la llaga.

¿Qué le aporta la poesía a su narrativa?

La búsqueda rigurosa de la palabra, el mimo al escogerla, la precisión al usarla, el ritmo, la música interior… y una atmósfera que, como escritor y lector, me interesa hondamente.

El trabajo del escritor es solitario, pero por elección. ¿Cómo ha pasado los meses del confinamiento? ¿Ha podido escribir?

El tiempo de encierro lo he vivido regular-mal-esperanzado, pero no por separado sino a la vez, juntos y revueltos los tres estados emocionales, un triángulo en el que me perdía como en el de las Bermudas. He escrito prosa, un relato, y he comenzado lo que quizás, puede, acaso, sea mi próxima novela, es muy pronto todavía para adelantar nada.

Acaba de recibir el premio Emilio Castelar a la Defensa de las Libertades y el Progreso de los Pueblos en la categoría de Cultura, ¿cómo lo valora?

Me siento honrado y feliz, es un premio internacional que este año cumple su X edición y que cuenta entre sus premiados con personas como el expresidente de Uruguay, Pepe Mujica, el periodista Iñaki Gabilondo… Cuando leí: «El jurado ha valorado en este fallo el profundo valor humanístico, social y de defensa de las libertades de la obra y la vida de Juan Cobos Wilkins, haciéndolo merecedor a este galardón», junto a una inesperada humedad del lagrimal, asumí la absoluta exigencia y responsabilidad que representa y demanda de mí en el futuro.

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