Pere Gimferrer: «Las noticias sobre Cataluña son cada vez más inesperadas»

El poeta y académico propone un paseo por el amor y el tiempo en su nuevo poemario, «Las llamas»

Gimferrer, ayer en Madrid Ignacio Gil

EVA DÍAZ PÉREZ

«Amanece, amanezco», dice uno de los versos del nuevo poemario de Pere Gimferrer, «Las llamas», publicado en la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara. Esta nueva entrega del poeta catalán deslumbra con imágenes luminosas, juega con fuegos incandescentes, asombra con las hogueras de la poesía. Es una fábula sobre las llamas, un libro condensado sobre historia de la literatura en el que, encendido de amor y de tiempo, el poeta busca en habitaciones en penumbra.

¿Qué hay entre el Pere Gimferrer del año 1966 en el que publica «Arde el mar» y este fuego poético de «Las llamas»?

«Arde el mar» parte de una metáfora gongorina que a su vez elige Alberti. Supongo que han pasado muchas cosas. Pero yo sigo siendo el mismo poeta. Lo único es que entonces me parecía raro que a la gente le llamara la atención lo que yo escribía. Ahora nada me parece raro. Ingenuamente yo estaba más pendiente de los clásicos que de lo que se estaba publicando en ese momento. Lo que sí tengo claro es que nunca he querido escribir el mismo libro.

Este es un libro en el que habla del amor y del paso del tiempo. El amor es un viejo tema en su obra, ¿cómo interpreta ahora el amor el Gimferrer de 2018?

La verdad es que yo no he escrito nada sobre el amor en un libro teórico. El amor en poesía, tal y como lo veo ahora, y dejando aparte sus elementos digamos sexuales, tiene otra cosa muy esencial: es una forma de salir del coto cerrado de uno mismo. Es acceder a la otredad, dos soledades que se hacen una sola carne. Pero éste es un libro que se refiere al paso del tiempo, a cómo el amor vence al paso del tiempo y también a la muerte.

Es curioso que en este libro ha fechado todos los poemas. Poemas que además concluye en un solo día.

Sí, bueno, también lo hice en otros libros. Normalmente suelo escribir y terminar un poema en un día, efectivamente. Y no lo suelo modificar. Queda definitivo. Al menos ahora.

¿Se podría hablar de una especie de autobiografía secreta de Gimferrer guardada en este libro, de una memoria poética a modo de diario?

Bueno, no es exactamente así aunque bien podría hablarse de que en ciertos momentos hay episodios personales. Tengo otras obras en las que sí he escrito algo más autobiográfico, pero pienso que es más interesante el escritor que la persona. Creo que el escritor está por encima de la persona.

Este poemario es como una representación teatral con coda y telón. ¿Cuál es la razón de esta puesta en escena poética?

En la Real Academia de la Lengua estuve en una comisión encargada del lenguaje teatral y estuve leyendo muchísimo teatro. Bueno, yo siempre he leído mucho teatro griego, latino. Y luego Shakespeare y Calderón, también autores más modernos como Paco Nieva, Valle-Inclán o Ionesco. Esta forma de plantearlo en esta forma teatral en realidad es muy antiguo en mí y tampoco lo inventé yo.

Todos los poemas aluden a una metáfora que desvela el que es quizás el sentido final del libro: la llama, el fuego, la hoguera.

Sí, así ocurre con la alegoría de la llama, esa metáfora a la que me refería al principio. Hay también una oposición entre el amor y la muerte, un tema que tiene su origen en la cultura clásica, Eros y Tánatos. Como escribió el poeta italiano Leopardi, el amor y la muerte son hermanos. También hay silencios en este libro. Como ocurre al final, en el poema que es como un díptico.

Hay muchas citas, referencias, guiños culturalistas a Góngora, Garcilaso, Calderón. ¿Hay dos niveles de cultura, el del lector que identifica estas claves y el del que no lo percibe pero aún así se deja arrastrar por la belleza del poema?

Lo que me interesa es que para el lector esa cita sea ya otra cosa, que tenga vida propia en el poema. Yo lo he hecho con citas relacionadas con la literatura, el arte y el cine, pero hay un poeta que lo hizo sólo con la poesía: Blas de Otero. Incorporaba los clásicos a su poesía.

En este poemario, escrito entre 2016 y 2017, no está presente la actualidad, como sí ocurría en otros anteriores.

No pasaron cosas importantes, históricas en esas fechas. Habían ocurrido antes y pasaron después, pero este libro no podría haber acogido esas referencias a la actualidad. Es un libro centrado, como digo, en el amor y el paso del tiempo. No habría tenido sentido.

Ahora vivimos inmersos en una actualidad llena de extrañeza. Por citar el caso catalán, ¿cree que este tema se podría narrar en algún género poético o es que ni siquiera tiene prestigio literario?

Lo que está ocurriendo es que cada una de las partes infravaloró a la otra. Todo parte del malentendido que uno tiene sobre el otro. Como dicen ahora, el relato de cada uno no encaja en el del otro. Lo cierto es que sobre este asunto las noticias son cada vez más inesperadas.

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