Luis del Val: «Puigdemont ha conseguido que la gente comience a sentirse orgullosa de España»

ABC charla con el periodista y escritor sobre su último libro: «Mi querida España»

Luis del Val José Ramón Ladra

Rodrigo Alonso

A Luis del Val (Zaragoza, 1944), a diferencia de Miguel de Unamuno , no le duele España; aunque reconoce que en ocasiones se cabrea con su país. Que le molesta esa tendencia del hispano a creer que está siempre en posesión de la verdad absoluta . Que lamenta esa vergüenza que todavía algunos sienten por haber nacido en la piel de toro y que, según afirma, «sólo se puede curar con educación y cultura». Sin embargo, y a pesar de todo esto, el escritor y periodista reconoce sin ambages que quiere a su país.

Este cariño lo ha tratado de plasmar en su último libro: « Mi querida España » (Espasa), una obra en la que el comunicador hace un recorrido costumbrista por el país mientras analiza los usos y peculiaridades de sus habitantes. La instantánea de una tierra de contrastes en la que la gente se despierta pronto para trabajar, como los centroeuropeos, pero que sabe arañar hasta el último segundo al reloj antes de acostarse, como todo mediterráneo que se precie.

¿Es cierto eso que dicen de que «España es diferente»?

Sí; todo ser humano tiende a pensar de una forma y a actuar de otra, pero en el caso del español este rasgo es más acusado. Un buen ejemplo es nuestra tendencia a ser bastante intolerantes en lo que a las opiniones se refiere. A una persona de derechas le parece inconcebible que alguien vote a Podemos. Al mismo tiempo, alguien de izquierdas no puede entender que alguien sea del PP.

Esta idea de que estamos en posesión de la verdad absoluta es una característica muy hispana.

Entonces, ¿sigue vigente ese cainismo con el que siempre se ha caracterizado a la sociedad española?

Exactamente. Fíjese, tuve una charla en Oviedo hace un tiempo y casi no pude llegar porque habían cambiado de nombre la calle Calvo Sotelo (llamada así en reconocimiento al político del partido CEDA asesinado en 1936) por el de Federico García Lorca. Que se honre la memoria de una persona de izquierdas no tiene porque suponer que se le niegue el mismo honor a alguien de derechas. Estas son cosas que solo ocurren en España.

«Mi querida España» llega, además, en un momento en el que los sentimientos nacionales están a flor de piel.

En el libro explico que Puigdemont, que sigue fugado, ha hecho un gran servicio a España. Ha logrado lo inaudito, que la gente comience a sentirse orgullosa de su bandera como reacción contra el separatismo.

A pesar de ello, todavía hay muchas personas a las que le cuesta decir que son españolas...

Es cierto. Después de todo, aún vivimos bajo la dictadura de lo políticamente correcto. Todavía pensamos que querer a la patria no es moderno. Esto es algo que afecta incluso a nuestra cultura. Cuando yo era joven y progresista creía que debía aborrecer la zarzuela o el pasodoble y escuchar jazz; aunque en el fondo prefiriese la música de Concha Piquer.

A día de hoy puede que España sea el único país del mundo en el que para escuchar un pasodoble se tiene que esperar a las fiestas patronales.

¿Cree que esa relación entre sentirse español y estar anticuado es, en parte, culpa de los políticos?

Los políticos no vienen de un lejano planeta. Vienen de nosotros. Son un reflejo de la sociedad. Hay, naturalmente, políticos corruptos. Pero también hay personas anónimas que lo son. Lo que pasa es que cuando es un diputado o un concejal el que infringe la ley el caso se vuelve más notorio.

¿Qué cree que hace falta para que la gente deje de renegar de ser española?

Educación y cultura. Desgraciadamente no hemos sido capaces de llegar a un pacto educativo. Somos uno de los diez países más importantes del mundo, pero no contamos con ninguna universidad entre las cien mejores. Estamos descuidando algo fundamental.

¿Qué diferencia hay entre la España de Luis del Val y las patrias de las que hablan Pablo Iglesias o Albert Rivera?

Los políticos siempre ven personas desempleadas, niños que no pueden comer y ávaros banqueros que se quieren quedar con todo el dinero. Estos son casos que, evidentemente, existen, pero que no pintan a España como país. España es también la generosidad, el primer país del mundo en donación de órganos, el miembro de la UE que más dinero da a organizaciones no gubernamentales. Es un pueblo fraterno y solidario en el que nadie se siente extranjero. Tampoco debemos creer que somos una maravilla. La realidad es que tenemos virtudes y también defectos.

¿Escribiendo mi querida España ha descubierto una España diferente?

Pues sí. Por ejemplo, he descubierto que la ciudadanía y las individualidades superan a los políticos. Al documentarme me encontré con que nuestro sistema de trasplantes es el mejor del mundo. Vienen especialistas de los países más avanzados de Occidente para estudiarlo. Esto es algo de lo que muchas veces no se habla.

¿Qué es España para Luis del Val?

España es una referencia. Es una historia. Un paisaje y un paisanaje. El lugar en el que todo es posible y todo te puede sorprender. Para bien y para mal.

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