El fin de una injusticia

El anuncio ayer por parte de Luis de Guindos, a golpe de festivo, de que el Gobierno reducirá el tipo de IVA que se aplica a ebooks y publicaciones digitales para equipararlo con el del papel es una noticia espléndida para el sector, y más cuando ha llegado casi por sorpresa. No hace ni dos meses del fallo del Tribunal de Justicia Europeo en sentido contrario, los mismos que habían obligado a Francia y Luxemburgo a aplicar el 21%, en un dictamen hecho a la medida de los detractores de Amazon.

Finalmente la comisión Europea ha hecho prevalecer el sentido común. En una época de cambios profundos y virajes bruscos que han agitado el mercado literario, la apuesta por la unificación era lo más lógico, y sin duda servirá para, al menos, no alejar más al público del producto al que terminan llegando igualmente pero sin pagar.

Sí, es cierto que todo lo que no sea gratis será caro para muchos, pero si ya se lo ponemos objetivamente más caro desde el principio, no habrá modo de tener una transición pacífica del papel al digital. Leer es leer, independientemente de que se haga en papel o en la pantalla de un tablet o un ordenador. La adquisición de un libro es la adquisición de su contenido para el disfrute de su lectura, como puede comprender cualquier persona que dedique unos minutos a pensar en ello, y era necesaria voluntad política para poder remar a favor de la industria cultural y de los consumidores.