Corto Maltés se busca a sí mismo en los mares del Sur

Díaz Canales y Pellejero firman con «El día de Tarowean» una suerte de precuela para la serie

Díaz Canales y Pellejero posan con la portada de «El día de Tarowean» Efe

David Morán

En 1967, cuando aún no podía ni imaginar que aquel marinero buscavidas le acabaría cambiando la vida, Hugo Pratt presentó a Corto Maltés flotando a la deriva en «La balada del mar salado» y surcando el Pacífico amarrado a cuatro maderos anudados de cualquier manera. Un estreno a la altura de un personaje de leyenda tras el que, sin embargo, se arremolinaba un mar de dudas. ¿Cómo llegó hasta ahí? ¿Qué había hecho para merecer semejante escarnio?

Con los años, la mitología alrededor de Corto Maltés cobraría cada vez más fuerza y Pratt deslizaría migajas de su biografía aquí y allá, pero aquel enigma original seguía sin resolverse. «Nuestro trabajo era indagar y buscar una historia que pudiese culminar ahí», explica ahora Juan Díaz Canales, guionista que, junto con el dibujante Rubén Pellejero, se encargó de resucitar internacionalmente a Corto Maltés en 2015.

Una e las vilñetas de «El día de Tarowean» Díaz Canales y Pellejero

Una operación de rescate que, después de «Bajo el sol de medianoche» y «Equatoriana», les devuelve a las librerías de la mano de «El día de Tarowean» (Norma), volumen con el que dotan de profundidad narrativa «una zona difusa de la cronología» de Corto Maltés». O, dicho de otro modo, pintan y colorean el momento en el que empezó todo. «Las aventuras previas de Corto y Rasputín tampoco dan muchas pistas, así que partíamos un poco de cero», subraya Díaz Canales.

Sueño y realidad

Esa vía libre, todo ese terreno por explorar, se traduce en una historieta con la que Pellejero y Díaz Canales viajan a los mares del Sur siguiendo el rastro de Jack London, R.L. Stevenson y el Calderón de la Barca de «La vida es sueño», con ese juego «entre sueño y realidad», para desandar los pasos de Corto Maltés hasta el 1 de noviembre de 1912. El día de las sorpresas. El día de los muertos. O, en boca de los marinos de las islas Fidji, «El día de Tarowean». «Nuestro final es el principio de la serie de Pratt», constata Díaz Canales, guionista también de «Blacksad» y ganador del premio Nacional de Cómic en 2014.

Para Pellejero, encargado de trasladar a las viñetas las nuevas aventuras del atildado pirata, el reto estaba en saber «hacia qué lugar» llevar al personaje. «No sabía si ir hacia ese Corto inicial más “destroyer” y lumpen o bien mantener elementos codificados en toda la serie como su porte y su elegancia. Al final, opté por fusionar al Corto Maltés icónico con otro más inicial», explica.

Con «La balada del mar salado», de hecho, Pratt aún no había «acabado de configurar visualmente» el personaje ni le había otorgado la dimensión que acabaría adquiriendo, por lo que el tándem formado por Díaz Canales y Pellejero ha podido exprimir a conciencia su modus operandi. Esto es: máximo respeto por el original, pero sin renunciar a las aportaciones propias. «Cuando estás en la serie hay unos planteamientos que se tienen que continuar. Nosotros queríamos que se respirase un ambiente, una atmósfera, pero sin caer en la copia», apunta Pellejero.

Éxito francés

Una apuesta que, de momento, les ha funcionado a las mil maravillas, especialmente en Francia y Bélgica, donde los lectores están más acostumbrados a este tipo de operaciones editoriales. «En Italia son más puristas, más «tifosi», y hay lectores que se niegan a conocer al personaje. No quieren saber nada», desvela el dibujante. Una lástima, ya que quien se aleje de «El día de Taroweaen» se quedará sin conocer a los rajás blancos del reino de Sarawak, a las sirenas y los cortadores de cabezas, o incluso a August Engelhardt, un alemán chiflado que creó una secta en las islas Salomón convencido de que solo sobrevivirían al fin del mundo quienes se alimentasen únicamente de cocos.

Corto Maltés se encuentra aquí con sus orígenes aventureros Díaz Canales y Pellejero

Tampoco tendrá noticias de un Corto Maltés «más canalla» que se mueve aquí por una historia salpicada de resonancias contemporáneas. Ahí están, por ejemplo, el ecologismo y la emancipación de la mujer lanzando un par de cabos hacia el presente. «El límite que yo me pongo es que resulte coherente. El tema del ecologismo, por ejemplo, podría parecer anacrónico, pero los indígenas fueron los primeros en ver que la sobreexplotación de la naturaleza era un peligro para ellos», explica Díaz Canales, para quien la otra gran incógnita asociada a Corto Maltés, su supuesta desaparición durante la Guerra Civil española, es algo más problemática que la que se resuelve en este álbum. «Si nos vamos hacia el final, matamos el misterio. Es extremadamente atractivo, pero supondría el final del personaje. Creo que el propio Pratt lo dejó entre tinieblas de una manera voluntaria», zanja el guionista.

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