Antonio Manzini, fotografiado en Barcelona
Antonio Manzini, fotografiado en Barcelona - inés baucells
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El amarillo es el nuevo «noir»

Antonio Manzini y Donato Carrisi traen a Barcelona le renovación del «giallo», la novela negra italiana

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En Italia, la novela negra no es negra, sino amarilla. O, mejor dicho, «giallo». Una alteración cromática heredada del color de las cubiertas de una popular colección detectivesca que, sin embargo, no impide a sus autores manejarse con todos los colores de la rica paleta del género. Un buen ejemplo, sin duda, es Antonio Manzini (Roma, 1964), cineasta, dramaturgo y novelista que acaba de estrenarse en ese amaraillo «noir» regalando al tosco, malhumorado, cínico y tremendamente divertido Rocco Schiavone.

Un agente de policía «con una ética muy particular», como explica el propio Manzini, al que encontramos en «Pista negra» (Salamandra Black) desterrado en una pequeña localidad del valle de Aosta y arrastrando sus malas pulgas alrededor de un cadáver que aparece hecho trizas en una pista de esquí.

«Es un personaje verosímil, una persona con un lado oscuro del que no se avergüenza», explica Manzini.

Una suerte de «bandido» metido a policía que, apunta su creador, niega la mayor. «Rechaza ejercer el papel de héroe, se niega a ser un personaje», explica. Quizá por eso ha dado con sus huesos en uno de los rincones más remotos de Italia, un valle de Aosta que «ni los propio italianos conocen». «Es un lugar bello, extraño y aislado en todos los sentidos», apunta Manzini, para quien el escarpado y gélido escenario tampoco obedece a ninguna casualidad. «Es un reflejo del propio paisaje interior de Rocco», apunta un autor que, alumno de Camilleri en la escuela de arte dramático y con relatos escritos a medias junto a Niccolò Amaniti, ha descubierto en la novela negra «la posibilidad de afrontar una realidad desde todas las variantes posibles». «Es como si entrasess en casa de la gente para espiar a la sociedad», concluye un autor que, pese a reconocer que se embarcó en el «giallo» por casualidad, anda ya por la tercer entrega protagonizada por Schiavone.

La conexión americana

¿Qué puede empujar a que varias personas desaparecidas retornen del limbo para matar? Como en todas las pesquisas, una pregunta desencadena «La hipótesis del mal» (Planeta), del criminólogo, escritor y guionista Donato Carrisi. El autor de «Lobos» vuelve a poner a la inspectora hispana Mila Vasquez a seguir pasos invisibles. A quien decide desaparecer, apunta Carrisi, se les hace insoportable vivir de mentira: «Un lector me confesó que había desaparecido años atrás y que todas las mentiras que contaba sobre su persona le hacían sentir como un malabarista errante. Lo que más le torturaba era llevar un nombre falso: el nombre no sólo sirve para que te identifiquen los demás sino que te define a ti mismo… Ese conflicto de personalidad puede conducir al crimen…».

Seguidor de la línea americana del Faletti de «Yo mato», Carrisi intercala observaciones psicológicas y criminológicas en cada uno de los cambios de plano con los que reta al lector cada vez que añade más crímenes. Apuntamos que su detallismo recuerda a Lombroso que, por cierto, era italiano… «Sería italiano, pero se equivocaba la mayoría de las veces al identificar al criminal con una persona monstruosa. El psicópata no es monstruoso, por eso resulta más difícil capturarlo».

Autor de series televisivas, el escritor vive entre Italia y Estados Unidos. Fue precisamente en una morgue de Nueva York donde visitó la sala de cadáveres sin nombre. Nunca olvidará aquella experiencia: «Seres humanos privados de su identidad en un almacén de cuerpos». Tampoco se olvida del policía que le explicó que el crimen impacta más en el olfato que en la vista… ¿Por qué la hipótesis del mal? «Porque el mal es la base de nuestra sociedad. Hasta las mejores historias de amor nacen del thriller. Sin conflicto y muerte, Romeo y Julieta quedaría en nada»:

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