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Violet Moller: «Bagdad se adelantó al Renacimiento europeo»

La ensayista plantea en «La ruta del conocimiento» un no muy transitado enfoque sobre los avatares y supervivencia de la Antigüedad grecolatina en el Medievo

Violet Moller fotografiada durante la entrevista en Madrid Maya Balanya
Carmen R. Santos

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Tras doctorarse en Historia en la Universidad de Edimburgo, Violet Moller comenzó a colaborar con artículos y críticas literarias en diversos medios, desarrollando también una labor como traductora. Se califica a sí misma como «una historiadora independiente especialmente interesada en la historia de las ideas y en su transmisión». No es extraño que su primer trabajo, que ha despertado gran expectación, se interne por ese territorio.

¿Qué le impulsó a escribir este ensayo?

Cuando estaba estudiando, ya desde el tiempo del instituto, tenía la sensación de que la historia de la cultura, del saber, de la ciencia, no estaba completa, que había un enorme vacío al dar un gran salto que pasaba desde la Antigüedad grecolatina hasta el Renacimiento. En esencia, lo que se difundía es que existieron los griegos, después vinieron los romanos y de ahí al Renacimiento. Pero yo me preguntaba si durante mil años la cultura, digamos, se había eclipsado. ¿Qué sucedió durante la Edad Media?, una época que se suele considerar como oscura, aunque últimamente varios historiadores han refutado esa visión. Por lo general, se habla de los monasterios como los refugios de la cultura, de los manuscritos de grandes pensadores, científicos, astrónomos de la Antigüedad clásica. Ese refugio es cierto, pero no exclusivo.

¿Defiende usted, pues, que sin los árabes se habría perdido mucho más de ese legado?

Por supuesto. Durante mucho tiempo, Oriente proporcionó asilo a la cultura occidental, lo que he podido comprobar a través sobre todo de los avatares de las obras e ideas de Euclides, Galeno y Ptolomeo. Creo que no se ha analizado ni valorado suficientemente el decisivo papel que desempeñó el mundo musulmán en la conservación del legado de la Antigüedad.

«En Toledo durante la época de las Tres Culturas existió una convivencia adecuada y mutuamente enriquecedora»

¿Por qué eligió precisamente a esas tres figuras?

Al plantearme el proyecto me di cuenta de su vastedad y de que era preciso acotar el terreno. Así que decidí inquirir sobre todo en torno a cómo habían sobrevivido los libros de matemáticas, astronomía y medicina compuestos en el mundo antiguo. Y, claro, sobresalían con claridad tres genios: en las matemáticas, Euclides; en la astronomía, Ptolomeo y en la medicina, Galeno. Fueron tres hombres excepcionales, que sentaron las bases de sus materias. Evidentemente, no pocas de las teorías de Ptolomeo y Galeno han sido superadas, menos las de Euclides que en general se han salvado de la prueba del paso del tiempo. La influencia de los tres no admite discusión.

El germen de su obra está en un viaje que realizó a Sicilia...

Sí. Lo hice en mi juventud con una amiga cuando estábamos estudiando templos grecorromanos para nuestra tesina. El viaje y lo que descubrimos me impactó, y la isla me causó una sensación muy distinta al resto de lugares de Italia que también visitamos. En Sicilia me sentí envuelta en las múltiples capas de su discurrir histórico, en cómo fue un punto de encuentro de culturas diversas a lo largo de los siglos. Y ya empecé a darle vueltas a la idea de estudiar otras ciudades que hubieran tenido una impronta similar en la historia de las ideas. Y me interesé por lo que había sucedido en el mundo islámico durante la Edad Media, lo que supuso ampliar mi visión histórica más allá del esquema tradicional de Occidente.

«Esta investigación me ha supuesto ampliar mi visión histórica más allá del esquema tradicional de Occidente»

En su libro nos sumerge en siete ciudades como ejes de la conservación de los manuscritos de la Antigüedad clásica: Alejandría, Bagdad, Córdoba, Toledo, Salerno, Palermo y Venecia. ¿Destacaría alguna?

Todas son muy importantes. Quizá señalaría Bagdad, una ciudad fascinante, donde califas como al-Mansur impulsaron un gran intercambio cultural que propició una explosión de conocimientos, se tradujeron y estudiaron profusamente las obras de Euclides, Ptolomeo y Galeno, prosperó la ciencia y su biblioteca atesoraba más de 400.000 volúmenes. La actual capital iraquí fue el primer verdadero centro de erudición después de la Antigüedad. En cierta medida, en Bagdad se produjo un adelanto del Renacimiento.

¿Qué le parece el mito de las tres culturas en Toledo?

-Sé que es una cuestión que genera controversia, y que algunos lo idealizan quizá en demasía y que otros prácticamente niegan que hubiera una buena convivencia entre ellas. Pienso que es un asunto complejo, y no debe simplificarse con exageraciones ni en un extremo ni en el otro. Pero sí creo que existió una convivencia adecuada y mutuamente enriquecedora.

La imagen que presenta en líneas generales de un Islam tolerante, amante del conocimiento y la ciencia, y contrario al fanatismo puede ser un tanto polémica...

El Islam no debe juzgarse solo por los fanáticos que matan en nombre de Alá. En todo caso, esa sería una parte radical que ha de condenarse sin paliativos. Pero esto no debe arrastrarnos al rechazo en su totalidad. No podemos negar sus logros ni, sobre todo, como le dije, obviar su imprescindible contribución a que se mantuviera la herencia de la Antigüedad. Resulta necesario el entendimiento.

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