DARÁN QUE HABLAR

Regina Pérez Castillo: «Me cabrea que cualquiera se cuelgue el cartelito de “crítico” o “comisario”»

Una conferencia de Juana de Aizpuru la reafirmó en que su futuro estaría vinculado al arte. En la actualidad, Regina Pérez Castillo es comisaria de expos y crítica. Ella «da que hablar» y escribe sobre otros que «dan que hablar»

«Selfie» de Regina Pérez Castillo para «Darán que Hablar» R. P. C.
Javier Díaz-Guardiola

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Nombre completo: María Regina Pérez Castillo. Lugar y fecha de nacimiento: Loja (Granada), 15 de junio de 1989. Residencia actual: Granada. Estudios: Historiadora del arte . Ocupación actual: Investigadora y profesora en el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada. Crítica de arte. Comisaria independiente.

Qué le interesa. Como comisaria, me mueven cuestiones que me fascinen o me preocupen a todos los niveles (arte, sociedad, política...). Pero, para que me meta de lleno en un proyecto curatorial, el asunto no sólo me tiene que revolver las tripas, sino que además debo conocerlo con bastante profundidad. Y cuando hablo de «conocerlo», me refiero a haber leído largo y tendido sobre ello, haber tenido experiencias vitales relativas al mismo... Como ocurre con todo en la vida, uno no debe hablar de lo que no sabe, y en el ámbito del arte más si cabe, ya que tu exposición es una manifestación pública de tu trabajo y tus ideas, y, por lo tanto, si no conoces bien el tema sobre el que estás trabajando, puedes quedar en evidencia.

«Tiempos canallas», exposición para galería Mecánica R. P. C.

De dónde viene. Comencé mis andanzas como comisaria independiente en Sevilla. Allí tuve la oportunidad de trabajar con espacios pequeños pero muy interesantes. El primero que me dio voz fue Antonio Jiménez de AJG Gallery , quien me propuso hacer una colaboración curatorial en su galería. Él me mostró las claves de la labor del comisario: cuáles eran sus responsabilidades, en qué se diferenciaba de un gestor... Fue una experiencia maravillosa y muy emocionante.

A partir de ahí comenzaron a surgir proyectos en otros espacios expositivos de Sevilla como «Tiempos canallas», en la galería Mecánica, y también en otros lugares de Andalucía como «Hablando de Arte», en la Escuela de Arte León Ortega de Huelva . Posteriormente, vino el salto al otro lado de la península: La Rioja. De la mano del ilustrador Ignacio Lobera , llegué a Estudio 22, una pequeña galería dedicada a la fotografía en el centro de Logroño.

«Resulta paradójico porque una de las secciones de crítica que codirijo en PAC está dedicada a los artistas “milénicos”, y, sin embargo, me considero una amante de lo analógico a muchos niveles»

Allí, David A. Pérez nos dio la oportunidad de comisariar un proyecto experimental de arte postal. Fuimos capaces de movilizar a una treintena de artistas, entre los que se encontraban nombres como Matías Sánchez, Marina Vargas o Eugenio Merino .

Siguieron entonces proyectos en otros lugares periféricos como «Cualquiera de nosotros», en la Hormiga Galería (Priego de Córdoba), o «Elegía. Diario de duelo», en el Pósito de Loja. Pero el paso definitivo como curadora lo daría en 2016, cuando el Vicedecanato de Cultura de la Universidad de Granada me fichó para comisariar la muestra anual FACBA. Desde entonces formo parte del equipo comisarial junto con Antonio Collados y Marisa Mancilla.

Trabajar con ellos ha sido como hacer un máster intensivo en gestión de exposiciones. Además de este último proyecto, también destacaría otros dos recientes. Uno es «Terrores y bondades», con el artista Miguel Scheroff en el Centro Cultural de la Carolina (2017). Esta exposición fue especialmente importante para mí porque admiro tremendamente la obra de este autor y por la libertad que tuve al trabajar, pudiendo establecer diálogos fructíferos entre las distintas piezas.

El otro sería «des ARRAIGO», dentro del programa de becas INICIARTE (2018). Fue muy satisfactorio poder trabajar sobre un tema que me venía preocupando desde la adolescencia, la inmigración y el sentimiento de pérdida de la identidad cultural, partiendo de la poética de las obras de Álvaro Escalona, Fernándo G. Méndez, Arturo Comas y Miguel Ángel Benjumea.

Aportación de Matías Sánchez al proyecto de arte postal que Pérez Castillo comisarió en Estudio 22 R. P. C.

Supo que se dedicaría al arte (y al comisariado)… Tras asistir a una conferencia universitaria sobre arte contemporáneo en la que participaba como ponente Juana de Aizpuru y a la que me invitó mi querido profesor Juan Bosco Díaz Urmeneta. Redacté un pequeño texto reflexivo en el que explicaba, con mucha ingenuidad e ironía, por qué los agentes que trabajaban en el ámbito del arte contemporáneo no querían compartir con el resto de la sociedad «su secreto» (sus conocimientos sobre el arte actual).

Siempre que releo este texto me ruborizo por su candidez y desconocimiento del medio, pero, sin duda, fue un texto profético para mí, porque mientras lo escribía sentía una emoción que me desbordaba y que, de alguna manera, me indicaba el camino a seguir. Recuerdo que tras haberlo finalizado me sentía tan feliz y plena que decidí actualizar mi estado en Facebook y proclamar a los cuatro vientos algo así como «He descubierto que quiero dedicar mi vida a escribir sobre arte». Desde entonces vengo escribiendo crítica y dedicándome al comisariado.

El elenco del proyecto «des ARRAIGO», con su comisaria a la izquierda R. P. C.

¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el arte para «sobrevivir»? ¿Qué entendemos por «sobrevivir»? Si nos referimos a poder comer y tener un techo debajo del cual dormir, nunca he hecho nada extraordinario. Por suerte, siempre he tenido detrás de mí a una familia fabulosa que me ha apoyado en las buenas y las malas. Esto me ha permitido, en muchas ocasiones, poder dedicarme a la crítica y a la investigación sin pasar apuros. En este sentido, creo que también ha sido muy importante el hecho de tener claros mis objetivos e ir directa a por ellos. Si por «sobrevivir» entendemos «hacer lo que sea para que una exposición o proyecto salga adelante», sí, he hecho unas cuantas cosas raras, y la mayoría de ellas relativas a divertidas y distintas maneras de transportar obras de arte.

Detalle del montaje de «des ARRAIGO» R. P. C.

Su yo «virtual». Resulta paradójico porque una de las secciones de crítica que codirijo junto a Sara Torres Sifón en PAC (Plataforma de Arte Contemporáneo) está dedicada a los artistas «milénicos», y sin embargo, me considero una amante de lo analógico a muchos niveles. Me gusta el papel (leer en papel, firmar en papel...) y mantener mi intimidad a salvo, por ello me cuesta tanto mantener al día mis redes sociales.

«La docencia me permite seguir trabajando con quienes serán los futuros artistas españoles, lo cual supone casi un entrenamiento diario»

No obstante, soy consciente de la importancia que tienen actualmente y por ello me esfuerzo en utilizarlas como herramienta para difundir mi trabajo. Quizá mis perfiles sean excesivamente laborales, y alguna vez me he planteado compartir más aspectos de mi vida personal. Sin embargo, me asusta un poco que todo el mundo tenga acceso a cierta información. Hay cosas que considero deben ser solo mías y de mi círculo más íntimo. Utilizo mucho Facebook e Instagram, sobre todo éste último, porque me mantiene al tanto de lo que hacen amigos y compañeros. También tengo un blog personal que ahora mismo está un tanto desactualizado pero sobre el que estoy deseando ponerme a trabajar, ya que comencé mi carrera como crítico de arte con este blog y le tengo un cariño especial.

Dónde está cuando no hace arte. Desde hace dos años soy profesora becaria en el departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada . La actividad docente me ha descubierto aspectos de la comunicación del arte realmente interesantes. De hecho, pienso que impartir clases me ha hecho mejor crítico y mejor comisaria porque pienso más en el espectador, en esa persona que se aproxima a una exposición sabiendo poco o nada sobre el asunto. Además, la docencia me permite seguir trabajando con quienes serán los futuros artistas españoles, lo cual supone casi un entrenamiento diario. Mis alumnos me enseñan sus dosieres y a menudo me piden consejo sobre sus carreras... Enorme responsabilidad.

 

Pérez Castillo «Hablando de arte» en Huelva R. P. C.

Le gustará si conoce a... Yo he tenido muy buenos referentes, grandes maestros que me han ayudado en todo momento. A ellos les debo lo que soy ahora y, si en el futuro soy algo más, será obra suya. El primero de todos sería Juan Bosco Díaz Urmeneta, a quien citaba anteriormente. Él era mi profesor de estética en la Universidad de Sevilla y fue quien vio en mí a una «pequeña agitadora del arte». Bosco creyó en mi trabajo y me dio la oportunidad de escribir, aún estando en cuarto de carrera, en la cabecera local Diario de Sevilla . Posteriormente, ha seguido mis investigaciones y actualmente es mi cotutor de tesis.

«El proyecto del que me siento más orgullosa hasta la fecha no ha concluido aún, y curiosamente no se trata de una exposición, sino de un manual sobre gestión de exposiciones»

Por otra parte, Juan Francisco Rueda, quien ha sido para mí un maestro indirecto, pues nunca me ha dado clase pero, a través de sus críticas, me ha enseñado cómo escribir fundamentando, justificando cada una de las ideas que aportas en ellas. Rueda me ha enseñado mucho también sobre comisariado. A través del papel hay otros muchos maestros: José María Moreno Galván, Aguilera Cerni, Valeriano Bozal, Mariano Navarro, Julián Díaz Sánchez, Juan Antonio Ramírez, Estrella de Diego, Simón Marchán Fiz... Incluso a algunos de ellos he tenido el placer de conocerlos en persona.

Colegas de generación que se dediquen a la crítica y el comisariado, y que además compartan mi visión de lo que supone llevar a cabo ambos trabajos no hay muchos, pero, sin duda, destacaría a una de ellas: María Arregui, que trabaja en el entorno de Sevilla. Sus propuestas curatoriales son muy interesantes y están muy bien justificadas. Ella es especialista en fotografía de género y creo que su perfil es especialmente necesario hoy.

Participación de la comisaria en los visionados de la residencia «A Quemarropa» R. P. C.

Qué se trae ahora entre manos. Tengo demasiados frentes abiertos: preparando críticas para PAC, Diario de Sevilla, proyectos curatoriales para España y otros países de Europa... Aunque el gran proyecto que está ocupando más espacio en mi mente ahora es el viaje de investigación a Santiago de Chile que emprenderé este mes. Voy allí a trabajar en los archivos del Museo de la Solidaridad Salvador Allende, y estoy deseando aterrizar para descubrir no solo los fondos del museo, sino también la realidad artístico contemporánea latinoamericana. Una vez esté en Santiago pretendo volar a otras ciudades de interés como las colombianas, visitar museos, galerías... Conocer otros lugares, al fin y al cabo.

Reunión de FACBA, con Jacobo Castellano (a la izquierda) R. P. C.

Proyecto favorito hasta el momento. El proyecto del que me siento más orgullosa hasta la fecha no ha sido concluido aún, y curiosamente no se trata de una exposición, sino de un manual sobre gestión de exposiciones temporales que una editorial española me ha encargado hace ahora casi un año. Que mi nombre llegase hasta los editores y que estos valorasen mi perfil como el mejor para redactar este manual, a pesar de mi juventud y corto recorrido, fue para mí un motivo de orgullo tremendo.

Montaje de «Terrores y bondades», de Miguel Scheroff R. P. C.

¿Por qué tenemos que confiar en ella? Nunca me habían hecho esta pregunta... Me siento como en una entrevista de trabajo. Quizá por esa visión de la que hablaba anteriormente. Entiendo la crítica y el comisariado como dos actividades que requieren seriedad y profesionalidad. De hecho, me cabrea un poco que cualquiera se cuelgue el cartelito de «crítico/a» o «comisario/a». Yo me acerco a ambas profesiones con el mayor de los respetos, no queriendo engañar a nadie, y por supuesto, no engañándome a mí misma. Cuanto más leo, más estudio, más investigo y escribo, crezco como profesional en ambos ámbitos, y esto para mí es un compromiso de vida. Mi determinación y objetivo es tener cada vez más herramientas del conocimiento para convertirme en mejor profesional y comunicadora, y de esta manera servir mejor al tejido artístico y cultural.

Con María Cañas (a la izquierda) en «Tiempos canallas», en la galería Mecánica R. P. C.

¿Dónde se ve de aquí a un año? Espero que en Granada, a punto de terminar mi tesis doctoral y cargada de proyectos sobre crítica de arte y comisariado. El año que viene seguiré impartiendo docencia en la universidad, escribiendo en mis cabeceras habituales y quizá en algunas nuevas... Ahí lo dejo caer. Pero, sobre todo, me imagino mayor, con más experiencia a las espaldas, con más herramientas, con más ganas de seguir aprendiendo, trabajando... Como en algún momento dijo Miguel Cereceda sobre mí, «Regina, la incombustible».

¿A quién cedería el testigo de esta entrevista? Se lo cedo a cuatro de mis artistas jóvenes favoritos. Los elijo a ellos porque cuando me he enfrentado a sus críticas, es decir, cuando he tenido que escribir sobre sus trabajos, me han desbordado la cantidad de significados, referencias estéticas, filosóficas y metafóricas, que me sugerían. Primero, el equipo compuesto por Alegría y Piñero ; segundo, el escultor granadino Álvaro Albaladejo ; y por último, pero no menos importante, la «performer» Delia Boyano .

¿Cómo se definiría en un trazo?

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