LIBROS

¿Quién fue de verdad Poncio Pilato?

Aldo Schiavone reconstruye al prefecto que se «cruzó» con Jesús de Nazaret y analiza el contexto romano-judío de la época

Hristo Shopov como Poncio Pilato en «La pasión de Cristo»

José F. Serrano Oceja

Una densa niebla envuelve la personalidad de Poncio Pilato, prefecto de Judea durante los años 26 a 36 de nuestra era. Los memorables Pilatos de Anatole France y Mijaíl Bulgákov , distintos y distantes, han ayudado a cubrir su figura con el manto de la imaginación. Dentro de la historiografía nos encontramos de todo a la hora de llenar el vacío que nos dejan las fuentes, desde vestigios de prejuicios, sumisiones ideológicas, hasta apologética. Si no llega a ser por los Evangelios este romano hubiera pasado inadvertido en el escenario de la Historia. Un prefecto más.

Pilato era un hombre del establishment imperial, culto como para preguntarse por la verdad, curioso como para dejarse impresionar por Jesús , inteligente y lúcido. No sabemos a ciencia cierta ni su nombre completo, ni si era una persona religiosa. Quizá practicase un difuso eclecticismo politeísta, entreverado de escepticismo, según la moda de entonces. Lo que sabemos es que representaba el poder político romano en una provincia del imperio singular. Y que no pareció que entendiera muy bien la teología y la religión judía tal y como se deduce, por ejemplo, de lo que cuenta Filón en su Legatio ad Gaium . Pero su permanencia en el cargo demuestra que no lo hizo del todo mal. La clave es que estaba en el lugar adecuado y en el momento oportuno para encontrarse con Jesús de Nazaret. Y eso sí que marcó su historia.

Si no llega a ser por los Evangelios, este romano habría pasado inadvertido en la Historia

Tarde o temprano cualquier persona, sea o no cristiana, se acaba midiendo con los relatos de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret. Textos que han influido decisivamente en el curso de la humanidad. Como le ha ocurrido a Aldo Schiavone , académico, romanista, ensayista, con una larga y compleja trayectoria académica . Su Poncio Pilato , escrito con elegancia, nos introduce de lleno no solo en la descripción del personaje sino en la sustancia de los acontecimientos que le hicieron pasar a la historia. La sensación del lector es que leemos una especie de Evangelio de Pilato . Nos topamos, por tanto, con la perspectiva del prefecto romano de su encuentro con Jesús. Dos niveles de análisis: la reconstrucción de la vida de Poncio Pilato y todo lo que afecta al proceso de Jesús y a su interpretación teológico-política.

Asuntos no baladíes

Las fuentes más importantes para abordar esta empresa son Flavio Josefo, Filón, Tácito , Tertuliano , un epígrafe hallado en Cesarea y, por supuesto, los Evangelios, de entre los que prioriza el de Juan por su, cada vez más reconocido, valor como testimonio histórico. Schiavone, por cierto, no se sustrae de las teorías que diseccionan los Evangelios desde el punto de vista de la crítica histórica y filológica y que formulan hipótesis constantes sobre si ocurrieron determinados pasajes contenidos en los relatos.

Pero la sustancia de este libro, que además ofrece un no desdeñable análisis del contexto romano y judío , trasciende la reconstrucción histórica. Nos mete de lleno en cuestiones nada baladíes para el pensamiento y para la vida, tal como nos han hecho ver autores tan distintos como Nietzsche o Hans Kelsen. La verdad y el papel de la verdad en la democracia, las relaciones entre el César y Dios , la política y la religión son algunas de las cuestiones abordadas.

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