DARÁN QUE HABLAR

Nuria Riaza: «Siempre he formado imágenes en mi cabeza para conceptos abstractos»

La Feria del Libro de Madrid, que ilustra con una de sus obras, dará a conocer al gran público el trabajo de esta artista en la que hay mucho dibujo, mucha ciencia, mucha magia, mucha Historia y mucho feminismo. No se pierdan a Nuria Riaza

«Selfie» de Nuria Riaza para «Darán que Hablar» N. R.
Javier Díaz-Guardiola

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Nombre completo: Nuria Riaza Rovira. Lugar y fecha de nacimiento: Almansa (Albacete), abril de 1990. Residencia actual: Valencia. Formación: Licenciada en Bellas Artes y Máster en Diseño e Ilustración por la Universidad Politécnica de Valencia. Ocupación actual: Artista e ilustradora

Qué le interesa. Me interesa el pasado; es necesario para construir un presente sin que se pierda lo esencial y primigenio. Creo a partir de lo que conozco, de la memoria, de las fotografías familiares, las historias de mis abuelas, las herencias genéticas... Mis raíces tienen un papel muy importante en mis obras, que están llenas de tintes emocionales. Parto de cuestiones personales, pero las hago plurales mediante el dibujo. Uso el hilo como línea y grafismo, pero también como medio de conexión con el origen. Todas las mujeres de mi familia han cosido de manera natural. Coso como homenaje, pero también como continuación de una tradición. Me interesa mucho trabajar sobre el papel real que ha tenido la figura de la mujer en contextos en los que la Historia –y la memoria– la han relegado a la casa, dejándola atrás.

«Crecí rodeada de los cuadros y pinceles de mi padre, albañil de profesión y artista de corazón»

Por otro lado, siempre me ha llamado mucho la atención ese hilo leve que separa ciencia y magia. Todo lo que sentimos y vemos, por inverosímil que parezca, tiene una explicación científica, y si se le dan valores divinos, suele ser por desconocimiento. En la mayoría de mis obras he jugado con esta idea. A la hora de hablar de trastornos sensoriales como la parálisis del sueño, o las migrañas con aura, hago visibles elementos que no lo son a través del arte. Siempre he formado imágenes en mi cabeza sobre conceptos abstractos, algo que empezó siendo un juego ha acabado formando parte de mi rutina de trabajo. El dibujo no deja de ser un medio de expresión para conectar con un público. Plasmo sobre el papel, de una forma poética, sentimientos y sensaciones complicadas con herramientas sencillas. Un bolígrafo y un papel son suficientes.

«The Sick Rose» (2020) N. R.

De dónde viene. He expuesto de manera individual en las galerías Plastic Murs, Pepita Lumier y Walden de Valencia; en Belaza Gallery de Bilbao y en Miscelanea, de Barcelona. Participé en la feria Drawing Room Madrid en 2019 y cuento con varias exposiciones colectivas en Zúrich, Madrid, Barcelona, Zaragoza y Valencia. También fui seleccionada en Ilustrísima 2015 y 2016.

De entre mis proyectos personales, le tengo especial cariño a La Memoria de las Piedras . Una exposición en solitario que inauguré en enero de 2019 en la galería Pepita Lumier (Valencia) y que, poco más tarde, llevamos a Drawing Room en Madrid.

En ella hablo de los desaparecidos en períodos de la Guerra Civil española y la dictadura, de las fosas comunes, y del papel tan importante (aunque olvidado) que tuvo la mujer dentro de este contexto. En esta muestra, el hilo y el punto de cruz tomaron más relevancia en mi obra, elevándose casi al mismo nivel de que el omnipresente bolígrafo. En una de las paredes, había una instalación con un mapa geominero de España en el centro, rodeado por cuarenta dibujos de piedras en los que se especificaba su nombre, su composición y su lugar de procedencia.

«Para poder costearme el máster, estuve unos meses trabajando en una empresa de decorados. Lo mismo hacíamos una carroza de la sirenita que un salón gótico para una ópera»

Cada dibujo tenía una letra del abecedario bordada a punto de cruz con hilo amarillo; los hilos a su vez conectaban cada piedra con su zona del mapa, marcándola con una X. Marcas que señalaban las zonas en las que hay fosas comunes. Las piedras y las letras del abecedario son un eufemismo para representar de una manera poética la barbarie, la relación que se establece entre los cuerpos de los desaparecidos, rodeados de silencio y piedras, y las que esperaban una vuelta que nunca se produjo, bordando abecedarios y mantelerías de manera casi compulsiva.

Partí de una situación personal: mi bisabuelo fue uno de tantos desaparecidos y enterrados en fosas comunes durante la Guerra Civil española. Al igual que él, a día de hoy todavía hay cientos de miles de muertos rodeados de piedras y silencio que no han sido exhumados. Mi bisabuela se quedó sola con dos niños, y tuvo que luchar a su manera para que no muriesen de hambre.

Detalle de «Douleurs, Migraines et Sonates» N. R.

Supo que se dedicaría al arte… Desde que tengo memoria, cuándo alguien me preguntaba qué quería ser de mayor, yo respondía que quería estudiar Bellas Artes (y ser arqueóloga). Crecí rodeada de los cuadros y pinceles de mi padre, albañil de profesión y artista de corazón. Desde los 6 años fui a clases de dibujo, y poco después mis padres me regalaron un viaje a Madrid. Me llevaron al Museo del Prado, al Reina Sofía, al Thyssen ... Yo era un síndrome de Stendhal con patas, solo podía pensar en que quería aprender a pintar para transmitir y conectar de la misma manera con quien mirase mis obras.

N. R.

¿Qué es lo más extraño que ha tenido que hacer en el arte para «sobrevivir»? Empecé y acabé la carrera metida hasta las cejas en una crisis económica. Pude estudiar gracias a las becas, pero para poder costearme el máster estuve unos meses trabajando en una empresa de decorados, escenografías, carrozas... Lo mismo hacíamos una carroza de la sirenita que un salón gótico para una ópera. También estuve trabajando en una tienda de bellas artes, en la que además daba clases de dibujo. La verdad es que aprendí mucho esos años. Ahora, viéndolo con perspectiva, no sé de dónde sacaba el tiempo para todo.  

Detalle de «Escotoma II» (2020) N. R.

Su yo «virtual». Tengo sentimientos encontrados con mi yo virtual. Por un lado, entiendo que internet nos ha hecho el trabajo más fácil, estamos todos conectados y tenemos libre acceso a cualquier contenido: hay una democratización del arte. Y eso es maravilloso. Pero, por otro, trabajo en analógico, me gusta ver en directo las obras, sus texturas, los empastes, el olor a materia, la atmósfera, la piel erizada... Los medios digitales son muy fríos, pero acepto que son una ayuda cuando eres creador de cualquier índole, o cuando hay una pandemia y no puedes salir de casa. No soy muy constante en mis redes, las acabo abandonando. Ahora mismo solo estoy usando Instagram. Si dejamos de lado que es una red social, es un buen escaparate. Junto con mi web , es la única plataforma que llevo más o menos al día.

Dónde está cuando no hace arte. Hace unos años hice un colectivo junto a dos amigas y compañeras de taller. Editábamos fanzines y fuimos feriantas de la autoedición. En aquel momento fue una liberación: creé un alter ego con un estilo diametralmente opuesto al mío y pinté con total libertad.

Ahora voy a clases de cerámica, empecé a hacerlo como terapia para bajar los niveles de ansiedad. En mis últimas exposiciones he puesto alguna pieza tímidamente. Soy muy perfeccionista, y, al modelar con las manos, he empezado a amar los bultos y las imperfecciones, me está ayudando a ser más flexible.

Detalle de «La memoria de las piedras» (2019) N. R.

Le gustará si conoce a... Mis referentes son variados: las mujeres de mi familia, las fotografías y objetos heredados, los sueños lúcidos, la arqueología, el teatro imposible de Lorca, la música y el cine en casi toda su extensión... También el arte simbólico del Antiguo Egipto, los proverbios y la obra de Brueghel el Viejo. Giorgio de Chirico, Artemisia Gentileschi, Edward Hopper, Caravaggio, Zurbarán, Francis Bacon, Hans Memling, Kees Van Dongen, Ernst Haeckel o Alexander Von Humboldt me ha ido acompañando a lo largo de los años.

En cuanto a cohetáneos, soy fan de Ella Webb, Yoshitomo Nara, los Bravú , Ana Betania, Chechu Álava, Marta Galindo García, Aleksandra Waliszewska, María José Gallardo, David de las Heras, Simon Hanselmann, John Yuyi, Daniel Obasi, Angela Dalinger, Yime, Cristina Daura, Jang Koal, Guim Tió, y un largo etcétera.

Detalle de «La memoria de las piedras» (2019) N. R.

Qué se trae ahora entre manos. Justamente acabamos de clausurar la exposición Douleurs, Migraines et Sonates , en la galería Plastic Murs de Valencia. Desde enero hasta mayo, he estado centrada en las obras para la muestra. Ha sido una producción muy dura, a contrarreloj y, con la cuarentena de por medio, he acabado muy agotada mentalmente. Ahora estoy reseteándome, pasando unas semanas en el pueblo de mis abuelos, andando por muchos caminos de piedra, haciendo muchas fotos, pintando paredes... Es el momento de empezar otro proyecto, de la incertidumbre, de libretas llenas de anotaciones sin sentido aparente y de diminutos bocetos indescifrables.

«He aprendido a escucharme, a que el bolígrafo azul no me limite, a alternar cualquier técnica que me apetezca. Eso me ha servido para experimentar»

Por otro lado, estoy preparando una exposición colectiva junto con otros 50 creativos y que verá la luz dentro de unos meses. Además, sigo con mis proyectos de ilustración. Acabo de presentar una colección de joyas en plata con la firma Suárez y he sido la encargada de ilustrar el cartel de la Feria del Libro de Madrid de este año.

Detalle de «La memoria de las piedras» (2019) N. R.

Proyecto favorito hasta el momento. Me resulta muy difícil elegir. Después de tantos años dibujando, sigo tomándome cada proyecto como si fuese el primero. Cuando trabajas también en el mundo de la ilustración es muy difícil que todos los encargos y clientes te motiven, y más todavía cuando hay una fecha de entrega y empiezas a hacerlo por obligación y ya no tanto por gusto. Es muy importante no perder el placer de crear y empezar cada obra con ojos nuevos. Le pongo mi esencia a todo lo que hago, independientemente de si está pensado para una gran marca, para un particular, o para estar colgado en la pared de una feria o una galería.

«La novedad, cuando trabajas con medios tradicionales, es lo de menos»

Mi último proyecto, Douleurs, Migraines et Sonates , habla de los paralelismos entre el dolor físico y emocional. Después de casi veinte años sufriendo migraña con aura y lidiando con dolores incapacitantes, empecé a apreciar, y casi hasta a disfrutar estéticamente, de los escotomas (alteraciones visuales). La producción coincidió en su mayoría con la llegada del COVID-19 y el estado de alarma. En algún punto tuvo que estallarme la cabeza, porque rompí con todo lo que había hecho hasta ahora. He aprendido a escucharme, a que el bolígrafo azul no me limite, a alternar cualquier técnica que me apetezca; me ha servido para experimentar. En una misma obra puede haber bolígrafo, hilo, lápices de color y pintura sin que pierda su esencia. También incluí piezas de gres, para incidir en el concepto de fragilidad y ruptura.

«La memoria de las piedras»: «De hambre y quebranto I y II» N. R.

¿Por qué tenemos que confiar en ella? Dibujo desde que tengo memoria, lo que hago hoy es consecuencia de todas las horas de trabajo de ayer. Ni yo misma soy consciente de lo que estoy haciendo la mayor parte del tiempo: la novedad, cuando trabajas con medios tradicionales, es lo de menos.

Siempre he tenido muy claro que cualquier persona, con paciencia y horas de trabajo, puede aprender a usar un bolígrafo: esto es extrapolable a cualquier técnica. El medio no puede ser lo que nos diferencie del resto, porque muchos llegarán a la misma conclusión que nosotros.

Por suerte, si eres honesto, tu manera de ver, de procesar y de representar imágenes será única. A mi parecer, esto es lo que hace a cada artista singular. Es lo que marca la diferencia, lo que hace que el espectador pueda dialogar con la obra y pensarla, y no sólo mirarla (o admirarla).

Detalle de «Las golondrinas», de «La memoria de las piedras» N. R.

¿Dónde se ve de aquí a un año? Normalmente suelo trabajar en algunos proyectos a uno o dos años vista, y, para otros proyectos, me contactan de una semana para otra. Un año es un plazo muy relativo. Toda esta distopía del Covid-19 hace que sea más incierto que nunca saber qué está por venir. No sé si cambiará todo radicalmente o en parte. Solo espero estar en el mismo punto en el que estoy ahora, dibujando, con proyectos diferentes y habiendo aprendido algo nuevo.

¿A quién cedería el testigo de esta entrevista? Les cedería la palabra a David de las Heras o a Cristina Daura. Compartimos esa doble vida entre galerías y clientes. Me gustaría saber cómo se gestionan y qué tienen en la cabeza.

Defínase en un trazo.

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