Nikolaus Harnoncourt durante un ensayo de «La flauta mágica» en el Festival de Salzburgo de 2012
Nikolaus Harnoncourt durante un ensayo de «La flauta mágica» en el Festival de Salzburgo de 2012
MÚSICA

Mozart: belleza y catástrofe

«Diálogos con Mozart», recopilación de textos y entrevistas sobre el músico de Salzburgo, es una excelente muestra de los planteamientos a contracorriente y estimulantes de Nikolaus Harnoncourt, pionero de la interpretación historicista

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El pasado 5 de marzo fallecía a los ochenta y seis años Nikolaus Harnoncourt, uno de los pioneros del movimiento historicista. Al mando de su conjunto Concentus Musicus (fundado en 1953), Harnoncourt sentó las bases de la interpretación de la música antigua según criterios filológicos, es decir, utilizando instrumentos de la época y acudiendo a las fuentes originales para reconstruir lo más fielmente posible la manera de tocar del período en cuestión. Aquello que empezó como un pequeño movimiento, recibido al principio con ironías y recelos, se convirtió con el paso del tiempo en una práctica preponderante a la hora de interpretar la música del Barroco y de épocas anteriores, extendiéndose en las últimas décadas incluso a los autores clásicos y románticos.

Gracias al éxito y al prestigio cosechados en este campo, Harnoncourt tuvo la oportunidad de ponerse al frente de las principales orquestas modernas, amplió notablemente su repertorio y dejó una discografía de entre las más abundantes. Sus lecturas se alejaban por lo general de la ortodoxia establecida, cuestionaban los enfoques tradicionales y aportaban perspectivas novedosas, en algunos casos cuestionables pero siempre estimulantes. Pese a las controversias que suscitaba como intérprete, Harnoncourt se convirtió en una de las figuras más reconocidas y más carismáticas del panorama musical.

Contra lo apolíneo

Harnoncourt vertió al papel sus ideario a través de una labor ensayística que es un fiel reflejo de sus principios y de su personalidad. « Diálogos sobre Mozart», que edita ahora Acantilado, es una recopilación de textos y entrevistas centrada esencialmente en el Mozart operista. Aunque los comienzos de Harnoncourt se suelen asociar con el repertorio barroco, fue Mozart quien realmente alumbró su vocación como director. En los años cincuenta, cuando tocaba como violonchelo en la Sinfónica de Viena, Harnoncourt sentía una profunda aversión por el modo en que los directores interpretaban la música mozartiana. Triunfaba en aquella época el Mozart de Karajan y Karl Böhm: un Mozart apolíneo, pulido hasta lo indecible, de contrastes diluidos y refinamiento sonoro extremo. Esta visión interpretativa, calificada de «vienesa», se había impuesto como auténtica a pesar de haberse forjado en la posguerra.

Harnoncourt comprendió entonces la necesidad de volver a los originales. Las partituras de Mozart abundaban en contrastes dinámicos y expresivos que los directores se encargaban de nivelar o ablandar para componer una imagen del compositor confortable y armoniosa. Las lecturas de Harnoncourt se proponían devolver al oyente una realidad bien distinta: un Mozart de perfiles bruscos y hasta toscos, animado por contrastes extremos y tensiones dramáticas, dibujado con trazos abruptos.

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