ARTE

Mercedes Lara: «El arte actual goza de buena salud y de poco dinero»

La artísta multidisciplinar Mercedes Lara nos abre las puertas de su estudio para hacer un repaso de su obra, la importancia de las ferias y el estado del panorama artístico actual

La artista, Mercedes Lara Garzas ABC

Mario Espejo

Lleva años preocupada por el tiempo y por el espacio. Mercedes Lara Garzas (Daimiel, 1967), es una artista multidisciplinar que después de innumerables exposiciones y una larga trayectoria marcada por un estilo propio e inconfundible, nos abre las puertas de su estudio para contar, entre pinturas y lienzos de nuevos proyectos, cómo observa desde el punto de vista de una creadora contemporánea el devenir del arte actual.

¿De donde proviene su preocupación por el tiempo y por el espacio en las obras?

La verdad es que ha sido una cosa que me ha preocupado siempre, porque siempre tenía la sensación de que llegaba tarde a todo. Al comienzo solo me preocupaba el tiempo, intentando imitarlo con un color, pero las cosas no solo pasan en el tiempo, sino también en un espacio. Al final, uno intenta tener unas preocupaciones o ideas de alguna forma «grande», es decir, que no sean solo cuestiones particulares. El tiempo y el espacio es donde estamos todos. El primero se puede representar con el cambio de colores, como el día, que va variando de intensidad a medida que avanza, por lo que es muy fácil de «traducir». Con el espacio pasa algo similar: hay muchas fórmulas para poder plasmarlo, y la luz es una de ellas.

«Uno intenta tener unas preocupaciones más generales. El tiempo y el espacio es donde estamos todos»

¿La luz es «la piedra angular» de su obra?

Si, yo creo que de ahí parte todo. Yo vengo de la pintura, y el color no existe si no existe la luz, así que al final es todo un poco lo mismo. Así que sí, casi todos los artistas que me han conmovido en algún momento trabajan la luz y me parece que hacen «magia», pero no solo consiguen resultados potentes plásticamente, sino que, a mí, en concreto, me conmueven. Otros autores pierden el corazón artístico por encontrar fórmulas con las que hacer dinero desde el arte. De esa manera venden su alma.

¿Cree que su obra, hablando del tiempo, ha evolucionado?

Si, de hecho, a veces lo que me «echan en cara» o me critican de una forma amable es que soy muy cambiante, por lo que les cuesta encajarme en una pieza nueva. Pero, al final, una obra te lleva a otra. Si abres una puerta siempre queda otra detrás. Ahora he empezado a trabajar con cemento, pero para trabajar con cemento hay que saber cómo se hace, estar un poco al día de quién hace qué y qué materiales utiliza para no repetirnos. Aunque es verdad que el «caldo de cultivo» de la sociedad tira hacia un lado, y a veces coincidimos sin darnos cuenta.

¿Suele tener la obra meditada o suele ser producto del azar?

Normalmente tengo meditado el sitio conceptual a donde quiero llegar. Un ejemplo es lo que me pasó un día con el agua. Quería hacer que el agua explotara y saltara, por lo que cogí unos cuantos folios, los puse en el suelo y doblaba partes del mismo pensando en cómo rompe una gota de agua al caer, pero haciéndolo de una forma geométrica. De ahí surge la idea de evolucionar un poco más sobre el agua, es decir, de cómo hablar un poco más del movimiento, del cambio del tiempo. Al final me encontré con un montón de hojas dobladas en el suelo y pensé: «¡Ostras, si ya tengo la pieza!».

«Hay que empezar por los pequeños, porque el arte al final nos puede hacer hasta mejores personas»

¿Tiene una técnica definida como artista?

No, la verdad es que no. Y a veces eso puede ser malo. Trabajo mucho con unas piezas que a mí me encantan que se llaman «dicroicos», que son planchas de cristal a las que, según va dándole la luz, parecen de uno u otro color. Esto tiene un recorrido enorme, y a mí me parece alucinante. Pues, por esto, llegué a hacer cerámica al buscar un espacio donde esto brillase. De ahí di el paso a las porcelanas, que a ratos me han parecido un pelín cursis, con lo que eso mismo me llevó a trabajar de otra forma. Estoy pensando en usar espejos, o probar con otros materiales.

Los colores en su obra, ¿suelen representar sentimientos?

Al final, una pieza está llena de muchísimos más preceptos. Es verdad que el concepto inicial a lo mejor es hablar de lo que a mí me costó pasar de una etapa de mi vida a otra, pero en medio hay tantas cosas que pasan a lo largo del día que tú las vas filtrando. Yo creo que en todos los oficios debe suceder un poco eso. En el periodismo, por ejemplo, habrá tantas cosas que nos invadan que al final todo se llena de todo porque es la vida misma. Por supuesto que luego hay colores que nos hacen reaccionar de una forma o de otra.

¿Cómo ve el arte actualmente?

Yo creo que vive un momento bueno, se hacen cosas muy interesantes. El problema de España es que nunca ha sido un país rico, y esto, al final, es un artículo de lujo, por lo que, si no tenemos gente que nos compre, no podemos vivir, y siempre también se llevan el «pastel» los mismos, lo que no significa que sean los mejores. Pero yo creo que goza de buena salud y de poco dinero. También es un problema educacional: hay que empezar por los pequeños porque el arte al final nos puede hacer hasta mejores personas y más ricos de mente. También es cierto que ahora la mayoría de las galerías salen mucho fuera, porque si no estás fuera, realmente no haces nada.

¿Va a asistir a ARCO?

No. Las ferias son ferias de galerías, no de artistas. Si tu galería va, tú vas, y si tu galería no va, pues no vas. Mi galería, la de Lucía Mendoza , joven y creo que para estar en ARCO debes estar algo más «rodado». Yo creo que con el tiempo sí que lo estará porque lo está haciendo muy bien. Estamos viajando a Nueva York, Dubái…

¿Qué supone para usted como artista que no acuda a ARCO?

La verdad es que me gustaría estar, porque yo creo que, si no estás en las ferias, no estás. Pero creo que ya ARCO no es lo que era antes, porque la gente viaja mucho. Pero, aún así, es la feria de arte por excelencia en España y a mí sí que me gustaría participar. Al final, bueno, una feria es el peor sitio donde se ve arte. No estás tan bien expuesto como en una galería, en la que todo está pensado: cómo va a iluminarse el trabajo, el recorrido... En una feria, esas cosas no se piensan, y además tienes demasiado contenido e información. Pero bueno, en las ferias hay que estar.

¿Cuál es para usted su mejor obra?

La que está por llegar. Eso seguro.

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