LIBROS

«Fungus», Albert Sánchez Piñol contra el poder

Tras «Victus», el autor de «La piel fría» regresa a la novela fantástica con «Fungus», fábula farsesca protagonizada por un

ejército de setas gigantes liderado por un singular ácrata

El escritor catalán Albert Sánchez Piñol Ferrán Forne
Juan Ángel Juristo

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Cuando leí «La piel fría», allá por 2002, no me podía imaginar que Albert Sánchez Piñol (Barcelona, 1965), fuera a convertirse en el escritor catalán de «best sellers» por excelencia. Aquella primera entrega me dio a conocer a un autor de inteligencia muy sutil y capaz de llevar a cabo malabarismos narrativos . Se le veía dotado para ello. Así, «Pandora en el Congo» o «Trece tristes trances», nos revelan que el autor es proclive por estudios y vocación a la antropología. Pero fue con «Victus», en 2012, cuando saltó a la fama con este primer volumen de una saga que con la segunda entrega llegó a vender 300.000 ejemplares. El secreto no estriba en que se refiera en cierto modo a los orígenes de la conciencia nacionalista de Cataluña , sino a cómo construye ese mundo, sin esquematismos interesados y, por supuesto, con una implacable independencia de criterio.

Como antropólogo, Sánchez Piñol estudia el pasado desde diversas perspectivas. El traslado a culturas exóticas se realiza en espacios fuera de la Historia, en desgraciada frase hegeliana, pero cuando la mirada se dirige a la cultura propia, el pasado histórico se revela como fuente de conocimiento. Sánchez Piñol, en cierta manera, desarrolla esa elucidación del pasado de su país en sus narraciones. «Fungus» nos traslada al año 1888 donde un ejército de setas gigantes recorre las pirenaicas montañas catalanas, una tropa de hongos libertarios que odian el poder y que son dirigidos por un tal Ric-Ric, un peculiar anarquista que huyendo de la policía terminó buscando refugio en las montañas y acabó convirtiéndose en el «Rey de los Pirineos». Sánchez Piñol titula sus series en latín: «Victus», derrotado, «Fungus», seta, y éste título de su última novela no oculta la ironía con que trata la golosa pasión de sus paisanos por las setas. Además, el título remite a la leyenda de los «minairons» , los duendes de los Pirineos, unos seres fantásticos que viven gracias a la solidaridad entre ellos, afrontan juntos los peligros que les vienen del exterior y logran sobrevivir. La novela, por tanto, es una metáfora a la vez que una especie de alegoría del poder en clave de farsa. En el valle donde se habla occitano se encuentra uno en una sociedad ideal , donde no hay ideología, es decir, un mundo construido por los de abajo sin el concurso de los de arriba, que son los que fomentan las mismas.

Los de abajo

En este sentido, «Fungus» es la antítesis del mundo rural idealizado desde arriba, es lo contrario de «Terra baixa» , de Ángel Guimerá . La fascinación que la novela ofrece está basada en buena parte en desmontar ese universo rural idealizado propio de la ideología romántica y, ya que nos encontramos ante la obra de un antropólogo, diríamos que el poder está representado por los de abajo, vale decir, sigue las teorías de Marcel Mauss en detrimento de las de Nietszche.

Por suerte, en esta divertida novela nada de esto se trasluce. Son muchos los que han querido ver en ella alusiones a la actual situación de Cataluña . Pero el autor mismo ha dejado claro que la idea le rondó desde 2005 y que esa confusión se debe a que la obra se refiere a los mecanismos del poder. La novela posee referencias más amplias. Por eso no es baladí la fecha en que se desarrolla, 1888, en pleno debate en Europa de las ideologías políticas. Los «fungus» viven la democracia perfecta pero aparece Alien, el capitalismo, donde la democracia la representan seres humanos, con otro modo de concebir las relaciones. Esa confrontación ocasionará muchas cosas, pero eso es proyecto futuro de la serie de «Fungus» que el autor proyecta. Por ahora nos quedamos con unos personajes dotados de una rara intensidad narrativa.

Ric-Ric, naturalmente, a la cabeza, pero también Cassian, el jefe de los contrabandistas pirenaicos, y Mailís, una mujer que representa a los elementos conservadores del valle, personajes que cambian cuando Ric-Ric, bajo su utopía del Ideal , realiza su particular revolución ácrata. Una estupenda narración que se enmarca en utopías como las de Cyrano de Bergerac sobre la Luna o tantas de la literatura británica. Pensemos, por ejemplo, en Jonathan Swift .

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