Pancartas con el retrato de Stalin
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LIBROS

«Al final de todo», asesinados por el comunismo

El estalinismo acabó con la vida de David Bergelson, el autor en lengua yidis más conocido en la década de los años veinte, pero no con su obra. Ahora se traduce su gran novela «Al final de todo»

Madrid Actualizado: Guardar
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Masacrado por la propia religión, el comunismo, que un día defendió -lo mismo que sucedió con el grandísimo escritor judío soviético Isaak Bábel, fusilado en 1940-, David Bergelson (Sarny, Ucrania, 1884), el autor en lengua yidis probablemente más conocido en los años 20, murió asesinado por aquella criminal y despiadada utopía en la que no pocos judíos de su época creyeron y a la que se entregaron ciegamente, algo que ya advertía Isaac Bashevis Singer en sus «Memorias». En su caso, el asesinato fue de los llamados «selectivos». Es decir, formaba parte de ese gigantesco y nunca desaparecido «antisemitismo de Estado» denunciado por Ilyá Ehrenburg y Vasili Grossman en su sobrecogedor informe «El libro negro» (Galaxia Gutenberg).

Bergelson sobrevivió a las purgas de 1937 y 1938, durante la infernal etapa del Gran Terror, que tan bien y estremecedoramente documentó el historiador británico Robert Conquest («The Great Terror»), pero fue eliminado en una de las sucesivas matanzas contra los judíos rusos, calificados de forma eufemística por el estalinismo como «cosmopolitas desarraigados».

Esta obra enlaza con las grandes narraciones de introspección psicológica de un personaje femenino

Uno de ellos -aparte de Bergelson, arrestado en 1949 y fusilado en 1952 durante la «Noche de los Poetas Asesinados»- fue Der Níster (Berdichiv, Ucrania, 1884-gulag de Petchora, 1950), otro de los más grandiosos escritores en esta lengua, del que Jacob y Rhoda Abecassis, magníficos divulgadores de la literatura yidis, tradujeron no hace mucho su monumental «La familia Mashber» y sus no menos excelentes crónicas de 1942 a 1946, «Sobre una tierra ardiente» (Libros del Silencio).

Tras haber vivido en la Alemania de Weimar y haberse empapado de lo más novedoso y moderno de las tendencias artísticas europeas, Bergelson cometió el mismo error que la infortunada Marina Tsvietáieva: regresar a la Unión Soviética, donde, a pesar de ser grandes escritores reconocidos en el resto de Europa, perecerían. Ella, suicidándose, tras haber sido fusilado su marido y su hija enviada a un campo de concentración; Bergelson, a causa de la purga antisemita contra los escritores en lengua yidis.

Colérica negativa

Autor de varios libros de relatos, de «nouvelles», de ensayos e incluso de un panfleto dedicado a la Región Autónoma Judía de Birobidjan, la espléndida novela ahora traducida, «Al final de todo» (1917), es su obra más conocida y difundida. Una novela que enlaza con las grandes narraciones de introspección psicológica de un personaje femenino de la última mitad del XIX y las primeras décadas del XX, como «Madame Bovary», «Anna Karenina», «Effie Briest», «Casa de muñecas» o «La señorita Julia»; pero, sobre todo, con personajes de la Europa decadente y atormentada de la época de entreguerras como «La señorita Else» (1924), del médico psiquiatra y escritor judío vienés, amigo de Freud, Arthur Schnitzler.

Desde el comienzo de la novela, innovadora en cuanto a las formas y el uso de diálogos, se insiste en el rasgo tozudo, rebelde, que hace especial a la protagonista, Mirl Hurvitz: la suya es una negativa ofendida, colérica, a todo lo que de manera sensata se le ofrece en su entorno -apuestos pretendientes, un buen marido- para tener una vida sin preocupaciones.

Mirl representa a ese tipo de personajes, no sólo mujeres, que en el siglo XX se convertirán en héroes y heroínas del malestar, de la neurosis, de la imposible identidad, de ese acorralamiento y opresión imprecisos que les impide vivir «normalmente».

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