LIBROS

Emmanuel Carrère y Philip K. Dick, una biografía de ciencia ficción

El autor francés retrata en «Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos» a uno de sus autores preferidos

El escritor francés Emmanuel Carrère EFE
Jaime G. Mora

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Durante su adolescencia, Emmanuel Carrère (París, 1957) fue un lector devoto de la ciencia ficción de Philip K. Dick . «Y, a diferencia de las pasiones adolescentes, esta nunca se ha debilitado». De él ha dicho que fue el Dostoievski de los años 60, por mucho que la producción de su último periodo le incomodara tanto «como a los admiradores de Dostoievski el "Diario de un escritor"». No extraña entonces que, allá por los noventa, en medio de una fuerte crisis creadora, el autor francés volviera a Dick. Releyó sus libros, consultó biografías y dedicó un año a escribir sin descanso para tratar de reconstruir en una singular biografía, « Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos », el universo mental del autor estadounidense.

Así superó Carrère sus dificultades con el folio en blanco y comenzó a transitar ese exitoso cruce entre la realidad y la ficción que luego perfeccionaría en «El adversario» o «Limónov». Si dio con la autoficción, fue porque se la encontró en su retorno a Dick. Publicada en 1993, Anagrama ha tenido el tino de rescatar esta obra de las librerías de viejo en el momento preciso, cuando la autoficción parece haberse quedado sin nuevos argumentos. Las preguntas, no obstante, son las mismas de siempre. ¿Cómo leer una biografía en la que no hay manera de comprobar si lo que se cuenta es cierto o no?

En «Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos», Carrère no aporta notas que aclaren si lo que le atribuye a Dick ocurrió en realidad. «Mi fuente principal ha sido la obra de Philip K. Dick, de la que procede todo lo que no había sido demostrado por testigos o inventado por mí», señala. Tampoco hay una bibliografía al uso, más allá de una referencia de pasada a otras biografías publicadas y «muchos libros más» que no cita porque, dice, le es imposible reconocer todas sus deudas.

Carrère no aspira a que el suyo sea un libro canónico; juega deliberadamente a la ambigüedad con las armas del buen novelista que es. Y hace trampas. Oculta algunos datos y refuerza otros que retratan a Dick como un loco visionario: un paranoico que, creyéndose un nuevo Mesías, terminó cayendo en una especie de experiencia mítica de la que escribió de manera enfermiza, sin orden ni sentido. «¿No te parece extraño que mis revelaciones se parezcan tanto a mis novelas de ciencia ficción? –pone Carrère en boca del escritor– ¿No crees que al fin y al cabo me he puesto a creer en lo que inventaba?».

Carrère hace un viaje cronológico por la obra de su héroe de adolescencia para imaginar lo que pasaba por su cabeza. Esa identificación entre la obra de Dick y su verdadera identidad hace de «Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos» un libro apasionante: el autor francés lo convierte en protagonista de una realidad que parece distópica. Dick, antes de perder la cabeza, dijo que «un escritor de ciencia ficción no tiene derecho a creer en lo que cuenta; de lo contrario, imaginen ustedes qué confusión». Carrère tampoco piensa que él deba rendir cuentas. Se siente cómodo en esa confusión.

En otras biografías menos novelescas, Dick es un hombre más cuerdo. Todo lo cuerdo que pudo ser alguien siempre obsesionado con su hermana melliza muerta tras un parto prematuro y que a los 14 años ya estaba pisando consultas de psiquiatras por unas crisis de ansiedad que pronto derivarían en brotes psicóticos. Su dependencia de las pastillas, primero, y después de las anfetaminas, a las que recurría para escribir sin parar, a un ritmo de una novela en dos semanas, no contribuyeron a su estabilidad mental. Tenía continuas depresiones, con pulsiones suicidas. Estaba convencido de que el FBI lo perseguía por su relación con algunos comunistas. Acumulaba matrimonios frustrados...

Pero tenía también una imaginación desbordante, plasmada en 36 novelas y 121 relatos cortos. Suyos son universos tan fascinantes como los que creó en «El hombre en el castillo» , donde retrata unos Estados Unidos gobernados por las fuerzas del Eje; en «Fluyen mis lágrimas» , dijo el policía, sobre una estrella de la televisión atrapada en un estado policial, o en «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» , la historia de androides que Ridley Scott llevó al cine en «Blade Runner». En tiempos de confusión y embustes, estas distopías se acercan más que nunca a la realidad.

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