LIBROS

Emmanuel Carrère: «No me siento cómodo opinando de política»

El cine, la literatura y el periodismo forman parte de la personalidad creativa de Emmanuel Carrère, considerado, junto con Houellebecq, como el «enfant terrible» de las letras francesas

Emmanuel Carrère (París, 1957)

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Emmanuel Carrère (París-1957) no es periodista de profesión pero, sin embargo, es un ídolo entre las nuevas generaciones de este gremio. Tal vez sea porque de hechos reales, personajes de carne y hueso, ha construido grandes historias como la del político y escritor ruso enemigo a muerte de Putin, Limónov, o la del asesino francés Jean Claude-Romand (« El adversario », 1999), quien, después de llevar una doble vida, mató a su mujer, a sus dos hijos y a sus padres, intentó suicidarse, acabó en la cárcel condenado a cadena perpetua y solicitó hace unos meses su libertad después de haber cumplido más de veinte años en prisión. Sin duda, personas al límite .

Usted no elige personalidades al uso para que protagonicen sus historias. ¿Cuál es la relación con la gente sobre la que escribe? ¿Hasta dónde se implica con ellos?

Es muy diferente según los libros. Digamos que cada libro implica una especie de contrato diferente con el lector y con la realidad que describe, y, sobre todo, los personajes que se describen. No es, en absoluto, el mismo enfoque si se habla, por ejemplo, del criminal Jean-Claude Romand o de alguien como Limónov, con el que tengo una relación cordial. Intento hacer retratos lo más fieles posibles, y los modelos ayudan más o menos.

Me interesa especialmente el caso de un criminal como Jean-Claude Romand...

Después de la publicación del libro seguí manteniendo relación con él, bien por carta o bien mediante visitas a la cárcel, pero, de hecho, el libro se publicó hace casi 20 años y, poco a poco, sinceramente, esta relación se ha ido terminando. Por tanto, si sale de la cárcel, no sé si querrá verme. Si quiere estoy a su disposición, pero no seré yo quien vaya a buscarlo.

¿Qué le inclina a elegir esta clase de personajes y no otros?

Esta es una gran pregunta para la que no tengo una respuesta y que remite a la elección de un tema. Yo soy uno de esos escritores que necesita un tema para ponerse a trabajar. Hay escritores para los que esta cuestión es menos importante. Por ejemplo, pienso en Cartarescu, con quien he coincidido recientemente. En Cartarescu hay una especie de trabajo de la imaginación y del idioma perpetuo... Para mí, esa cuestión del tema, de la trama, es fundamental, y es lo que hace que puedan pasar varios años entre los libros que escribo. En un momento dado, o bien un suceso, o bien una persona se imponen porque he ido a buscarlos o porque me han encontrado.

«Cada libro implica un contrato diferente con el lector, con la realidad y con los personajes que se describen»

Dado que transita por ambas orillas de la narración, el periodismo y la novela, ¿cómo le gusta que se le considere: novelista o periodista? ¿En qué papel se siente más cómodo?

Creo que soy un escritor que trabaja en el ámbito del periodismo. Es una forma que me gusta, que me parece muy estimulante. Hay otro terreno en el que trabajo que es el del cine, tanto como guionista como director. Y también me gusta mucho.

La realidad política en su Francia natal o en cualquier otro país occidental, ¿cómo la observa Carrère? ¿Podría llegar a ser el asunto central de una novela suya?

En el periodismo hay dos familias: una que forma parte del editorial, del comentario, del análisis y de la opinión, y otra que está del lado del reportaje. Estas dos familias son totalmente legítimas. Yo sé que pertenezco totalmente a la segunda, es decir, no soy capaz de escribir editoriales o tribunas. En el fondo, dar mi opinión no es algo con lo que me siento cómodo. En cambio, puedo intentar abordar cuestiones políticas u otras, pero a través de situaciones humanas, de la complejidad de algunas situaciones. Eso me gusta mucho.

¿Usted calificaría sus libros, que se etiquetan normalmente como de no-ficción, como reportajes de largo recorrido?

Hacer un reportaje largo o escribir un libro es lo mismo. No me planteo la pregunta de la novedad de la forma, me planteo la pregunta de la adecuación de la forma a lo que cuento.

«Tengo una postura reaccionaria y nostálgica porque aprecio el periodismo como lo he conocido y practicado»

¿Y cómo encaja todo esto en un momento en el que los medios de comunicación no están para estos menesteres? ¿Tiene alguna idea o se imagina cuál va a ser el destino de la prensa?

Soy muy pesimista en este tema. Creo que la literatura -los libros, tal y como los conocemos, su importancia social- disminuirá, pero seguirá existiendo. Sin embargo, el periodismo con la forma en que lo he conocido desde que empecé en esto en la década de los 80 está desapareciendo. Las condiciones para hacer reportajes de calidad -el tiempo, el que haya suficiente espacio para escribir y el que haya suficiente dinero para hacer los reportajes (no hablo de que te paguen sino simplemente poder acometerlos)- va a peor. Hay pequeños islotes, pequeños lugares de resistencia, pero me da la impresión de que existe una tendencia general en la que el periodismo está herido de muerte. Usted lo sabe tan bien como yo. Ahora, adopta otras formas. Yo me refiero al periodismo tal y como lo he conocido y lo he practicado y tal y como tengo la suerte de practicarlo todavía, porque es verdad que soy un privilegiado.

Hace poco contaba que se encontraba en un periodo de sequía creativa, quizá por todo esto que me cuenta. ¿Sigue en ese punto?

No, estoy en un proyecto de creación muy avanzado y muy activo, pero no es un libro, es una película, que tengo que realizar.

Antes citaba a Cartarescu, quien asegura que «El hombre moderno ya no ve nada del mundo».

Sí, entiendo bien lo que quiere decir, estoy de acuerdo. Nuestro acceso a la realidad está tan ocupada por toda clase de representaciones -de los medios de comunicación, de las redes sociales...- que se ha vuelto más conflictivo.

¿De qué depende que el periodismo se convierta en alta literatura?

De la exigencia. Pienso en el ejemplo de algunos grandísimos periodistas que también son grandísimos escritores, como Kapuscinski o Svetlana Aleksiévich. Me alegré mucho de que le concediesen el Nobel a Aleksiévich, no solo porque la admiro, sino también porque era conceder el Premio Nobel a un periodista.

«Me alegré mucho de que le concediesen el Nobel a Svetlana Aleksiévich»

Permítame que haga de abogada del diablo. No creo que haya sido algo bueno concederle el Premio Nobel de Literatura a una periodista... El periodismo y la literatura son cosas bien distintas, aunque complementarias.

Me parece que la gran originalidad de la obra de Aleksiévich es que sus libros están construidos con transcripciones de entrevistas y que consigue crear a partir de estos materiales una gran obra literaria. Es un gran trabajo literario y un trabajo literario extraordinariamente original. Y, por tanto, me parece muy bien que el Premio Nobel haya reconocido eso.

¿Cómo ve la irrupción de esa bomba llamada redes sociales? ¿Las estrellas de estos nuevos soportes matarán al periodismo con Nobel o sin Nobel en la vitrina?

Tengo una postura un poco reaccionaria y nostálgica, porque, en el fondo, aprecio el periodismo tal y como lo he conocido y practicado. Ahora, hacer periodismo, con las redes sociales, es un problema que atañe a los periodistas de las nuevas generaciones. Tengo un hijo que es periodista y se enfrenta a unas situaciones, a unas exigencias, que no eran ni son las mías.

Curiosamente, esas nuevas generaciones que viven pendientes del «pinchazo» de sus noticias sienten veneración por usted.

No sé si es fascinación. En cualquier caso, interés.

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