Cinco minutos de gloria

David Bowie, Pérez Galdós y «The Crown»

El Duque Blanco nunca fue Sir como otros tantos de sus colegas (de Mick Jagger a Elton John) porque no le dio la real gana

Olivia Colman, en una escena de la tercera temporada de «The Crown», donde interpreta a la Reina Isabel II ABC

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David Bowie debe ser uno de los personajes que más cameos ha hecho en esta columna de opinión . No hace falta que les explique el porqué. Y llegó un momento en que me propuse no volver a citarle ni a tararear sus melodías aunque vinieran a cuento. Muchas han sido las ocasiones en que podría haber evocado su nombre, sus letras, no en vano. Sin ir demasiado lejos, al hilo del aniversario de la caída del Muro de Berlín , donde tocó hasta el amanecer, o con la llegada del hombre a la Luna o porque se acaba de editar un volumen en cuyas páginas se especula sobre cuáles fueron los cien libros que le influyeron .

Pero no he podido resistirme a caer de nuevo en las redes del Duque Blanco y sacar su elegante figura a pasear entre líneas porque sin ser él de la Familia Real británica hete aquí que David Bowie aparece en uno de los capítulos de la serie «The Crown» . No de cuerpo presente, que ya sería mucho pedir, sino en una perfecta y medida escena (como cada una de las que se suceden en la tercera temporada) en la que la Princesa Ana de Inglaterra llega al Palacio de Buckingham conduciendo su propio coche mientras tararea el clásico de Bowie «Life On Mars?» y la cámara, la secuencia, la siguen por la escalera y los pasillos palaciegos. Ella, en cada plano, con la misma música entre sus labios.

David Bowie nunca fue Sir como otros tantos de sus colegas (de Mick Jagger a Elton John ) porque no le dio la real gana. El Duque Blanco le dijo a Isabel II que con su título y honores se podía quedar.

También hace unos días escuché a un grupo de escritores argumentar que lo de las series de televisión tan de moda no era narrativa de la buena. Como muleta que apoyaba su argumento, sacaban a pasear a Pérez Galdós y su raído gabán. Bueno, que sigan en sus trece, pienso. Qué pena no tener la oportunidad de preguntar a don Benito si, de poder, no hubiera imaginado (o escrito) sus «Episodios Nacionales» para una serie y así quitar un poco de polvo a los libros.

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