LIBROS

Crónica de la «omertà» catalana

«Contra Catalunya», de Arcadi Espada, describe la solidificación de cuarenta años de mentiras del nacionalismo

Arcadi Espada Inés Baucells
Sergi Doria

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La Cataluña pujolista era el país del «ahora no toca». Desde el caso Banca Catalana y la mayoría absoluta de 1984, Pujol hizo y deshizo en la política catalana y española con el silencio cómplice de una izquierda acomplejada de no ser suficientemente catalanista. Aquel año orwelliano, Pujol salió al balcón del palacio de la Generalidad y acusó al gobierno socialista de perpetrar una jugada indigna. El «nosotros» -cual pesadilla totalitaria de Zamiatin- sustituyó al «yo». Y la omertà imperó: la más leve crítica se consideraba Contra Catalunya . Espada lo escribe con «ny»: la Catalunya de una parte -el nacionalismo- que ignora al resto de catalanes. La crónica vio la luz en 1997 en una pequeña editorial, Flor del Viento. Pujol disfrutaba de su poder arbitral: salvador del último gobierno González posibilitaba, con el pacto del Majestic, el primer gobierno Aznar. El cronista denunciaba en voz alta lo que se murmuraba en sordina. El caparazón del nacionalismo moderado ocultaba un embrionario Estat Català. Los independentistas eran cuatro gatos, pero en los bastidores pujolistas se susurraba «ahora paciencia, mañana independencia».

Con la izquierda comprada y la prensa domesticada, el nacionalismo cimentó su fortaleza clientelar. Para disimular el conservadurismo montserratino de Convergencia se procedió a retirar todo lo que oliera a «fuerzas de ocupación» franquistas: «Los ocupantes, como gusta decir el nacionalismo de los vencedores de la Guerra Civil, nunca fueron tales. Los ocupantes eran ‘carne y uña’ catalana… Cataluña exportó durante ese periodo y el resto del franquismo buena parte de prohombres para que se ocuparan de los negocios -incluso espirituales- del régimen», acota Espada.

La manipulación histórica impregnó los manuales escolares , los museos de la «construcción nacional» -MNAC, Museu d’Història de Catalunya- y TV3. El sino de Cataluña -sostiene el cronista- es la indecisión. Pese al silencio y las descalificaciones Contra Catalunya vendió más de cuatro mil ejemplares y obtuvo el Premio Ciudad de Barcelona que otorga el ayuntamiento. No faltó la condena de la entonces concejal independentista Pilar Rahola Martínez: pretendía revocar el premio con un recurso contencioso-administrativo. Tan pintoresca actuación contribuyó a la difusión del libro «incorrecto». Veinte años después, la solidificación de cuarenta años de mentiras ha justificado, con la consigna «España nos roba», el golpismo separatista.

Espada lo expresa en un «postfacio, que no postfascio» para esta reedición: «La complicidad de las instituciones se dio sin mayor problema: el Parlamento, la Policía y la Televisión se pusieron al servicio de la insurrección. Y también la fracción de la sociedad civil dependiente en una medida u otra del dinero público, que en Cataluña es una fracción bastante considerable. El eslabón débil fueron las masas. Una hipnosis generalizada le hizo creer que romper un estado era como ganar la Liga de Campeones…». En esas estamos.

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