LIBROS

Albert Sánchez Piñol: «Ostentando el mando puede haber cualquier tontaina»

El escritor barcelonés nos propone una historia en la que, bajo su apariencia de novela del género fantástico, aborda una fábula en torno al ejercicio del Poder

Albert Sánchez Piñol
Carmen R. Santos

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Albert Sánchez Piñol (Barcelona, 1965) es escritor y antropólogo. Su novela de género fantástico «La piel fría» (2002) -publicada originariamente en catalán, como la mayoría de su producción, y traducida al español en 2005-, alcanzó un sorprendente éxito. La historia de un exguerrillero irlandés que llega a una extraña isla, donde vive un solo habitante no menos extraño, y se verá asediado por unos raros seres, fue llevada a la gran pantalla por Xavier Gens y se presentó en el Festival Internacional de Sitges, centrado en filmes fantásticos y de terror. Posteriormente dio a la imprenta «Pandora en el Congo» y «Trece tristes trances». Luego se internó en la novela histórica con «Victus», que despertó una cierta polémica, a la que siguió la secuela «Vae Victus». Ahora, regresa al género fantástico con «Fungus» (Alfaguara).

¿Tenía «mono» del género fantástico?

¡Mucho! ¡Muchísimo! Es mi entorno narrativo natural. Necesito el elemento fantástico. Ahí estoy a gusto: no pido nada más que un teclado, un argumento y un monstruo….

Un género al que usted dota de especial sentido metafórico…

Para mí el monstruo es un recurso para proyectar inquietudes mucho más cercanas y reales. Quizás sea una paradoja, pero cuánto más fantástico es el género, más cercana es la temática que reflejan mis libros. En el caso de «Fungus», como es obvio, el tema de fondo no son unas setas enormes que andan, sino el Poder, la esencia y gestación del Poder político.

¿Por qué ha elegido concretamente las setas? Quizá porque en Cataluña son muy apreciadas...

¡Jajaja!... No. Para mí las setas significan las entrañas del bosque, lo más recóndito de la naturaleza. Y desde luego son una forma de vida fascinante, como si siempre nos ocultaran algo. Pero bueno, como dice la protagonista del relato a Ric-Ric: «Ric-Ric, esto no son setas, son fungus». Los «fungus» son criaturas desenraizadas, que pueden alcanzar los dos metros… y con muy mala leche. Y otra forma de experimentar la vida que no es la nuestra.

«Una novela no es un sermón. Pero sí intento en "Fungus" dar otra visión de la política»

¿Cómo es la sociedad de los «fungus»?

Bueno… para saberlo hay que leer el libro… ¡Je! Baste decir que no son humanos, para bien y para mal, y que su experiencia y percepción del bien y del mal, del poder y la sumisión, son otras, muy distintas a las nuestras… para eso escribimos relatos fantásticos, para crear mundos nuevos y diferentes.

¿Por qué sitúa «Fungus» en 1888?

Es el año de la Gran Exposición Universal de Barcelona. Por un lado, significa la irrupción de la modernidad en la Península. Por otro, es cierto que durante la Exposición las autoridades barcelonesas expulsaron a los «indigentes y maleantes» para que no dieran mala imagen de la ciudad, algo que le ocurre al protagonista. (En las Olimpiadas del 92, más o menos, hicieron los mismo). Pero lo que me atraía es la época en general. En 1888 ya han fructificado los grandes idearios utópicos: socialismo, anarquismo… Y el protagonista, Ric-Ric, es un anarquista loco que huye a los Pirineos, donde se desarrolla la acción.

Ha calificado su novela como un western invernal...

Sí, porque reúne todos los ingredientes. En primer lugar, la época, como acabo de mencionar: un siglo XIX declinante. En segundo lugar, todos los wésterns se sitúan en lugares de frontera, sitios en que la naturaleza aún disputa su predominio a la civilización. En el caso de «Fungus», los Pirineos orientales. Y, por último, porque hay cierta dosis de violencia, como en cualquier ámbito donde no hay una autoridad clara.

«Mi novela tiene todos los ingredientes de un wéstern invernal»

Encabeza su libro con una cita de Joan Brossa: «La gente no se da cuenta del poder que tiene». ¿Con su novela quiere contribuir a que lo sepan?

Pienso que una novela no es un sermón. Y también que Brossa era un genio. En cualquier caso, y gracias a estos «fungus» sobrevenidos, lo que intento es dar otra visión de la política.

Y también con la máxima: «El mal no existe; solo existe el poder». ¿Está seguro de que no existe el mal? ¿O quiere decirnos que el mal es el Poder?

No somos conscientes de hasta qué punto el Poder, en mayúscula, preside y se inmiscuye en nuestras vidas. Está en todas partes, entre otros motivos porque nosotros también formamos parte de él.

«No somos conscientes de hasta qué punto el Poder, en mayúscula, se inmiscuye en nuestras vidas. Entre otros motivos, porque nosotros también formamos parte de él»

¿Cómo es Ric-Ric? Reniega del poder, pero lo ejerce, y parece que bien contento, sobre los «fungus»...

Sí, toda la primera parte del libro es una gran sátira del poder, donde lo que venimos a decir es que ahí arriba, ostentando el mando, puede haber cualquier tontaina. Lo que importa realmente es lo que ocurre entre los de abajo. Ahí reside todo. En cuanto a Ric-Ric es un individuo en el que se manifiestan todas las contradicciones: es anarquista, pero cuando puede ejercer un poder absoluto, aunque sea sobre unas criaturas monstruosas, se sienta cautivo de ese Poder como de una droga.

Por su novela asoma la leyenda de los «minairons»…

En efecto. La leyenda de los «manairons o «minairons» es un relato transpirenaico muy curioso. Y sí, es la base que usé para desarrollar el relato y los personajes «fúngicos», pero solo es el punto de partida.

Piensa hacer una saga...

Me gustaría seguir ¡desde luego! Este solo es el primer episodio, la presentación de estos personajes tan extraños: los «fungus». En este primer volumen el relato apenas ha empezado a gestarse; continúa, y el conflicto «fúngico» se acentúa. Y mucho. ¡Uf!

¿En qué medida y cómo ha influido su condición de antropólogo en su obra?

En todo o casi todo. Especialmente en el diseño de los «fungus» como sociedad ajena y radicalmente distinta a la nuestra. Después de todo, eso es lo que hacemos los antropólogos: estudiar sociedades diferentes a la nuestra. ¿Qué más da que existan realmente o sean de ficción? Y, desde luego, los «fungus» tienen una peculiaridad que a nuestros ojos los hace temibles, exóticos, incomprensibles y monstruosos: que a diferencia de nosotros, los «fungus» son criaturas realmente democráticas.

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