Vista actual de la cabina de mandos del puente de Deusto, intervenida por Colectivo Atlas
Vista actual de la cabina de mandos del puente de Deusto, intervenida por Colectivo Atlas - abc
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El arte toma el mando en la cabina de control del bilbaíno Puente de Deusto

El programa «Intervenciones artísticas en el Puente de Deusto» cumple cuatro años. Un ciclo, dirigido por MawatreS, que recupera la cabina del puesto de mandos para acciones in situ

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Se suele decir que uno no es de donde nace, sino de donde pace. Algo así le ocurrió al artista Juan Pablo Ordúñez (conocido en el ámbito profesional como MawatreS), nacido en Madrid en 1986, pero cuya formación, iniciada en la Facultad de Bellas Artes de Altea de la Universidad Miguel Hernández, se completó en el País Vasco, Comunidad Autónoma en la que ha desarrollado buena parte de su trayectoria profesional hasta la fecha. De hecho, llama la atención que fuera un madrileño (o quizás precisamente por ello) el que se fijara cada mañana, de paseo hacia su rutina, en lo que venía siendo un pedazo oculto de la memoria de la ciudad de Bilbao y una estructura arquitectónica que había sobrevivido a los avatares de la Historia de la urbe: la cabina de mandos del puente de Deusto, en la capital vasca.

Había que hacer algo

«El de Desuto es un puente que se abría para que los barcos del Bilbao industrial pudiesen navegar por la ría –explica el artista–. La caseta desde la que el operario gestionaba el tráfico ha sobrevivido a la quema de edificios y al pasado histórico de la ciudad, por lo que nos pareció un lugar pertiniente para recuperarlo desde el arte. A mí no me entraba en la cabeza que un espacio con tanto potencial estuviera infrautilizado. Había que hacer algo».

Entrar en el circuito, generar contexto y los talleres paralelos, los tres logros del programa

Hablamos del año 2012 Por entonces, nuestro protagonista contaba con 23 años. Según le han contado con el tiempo, nadie había entrado en esa cabina en 27 años. «Convencer al Ayuntamiento fue una tarea dura. Era yo sólo contra el mundo. Cuando les intentaba explicar que en Madrid se hacían cosas de microteatro para poquísimas personas o proyectos de música experimental para un público muy reducido, y que todo eso cabía ahí, me espetaban con un “tú estás chalado”». Este mes de junio, su tesón –o tozudez– le permiten estar inaugurando la cuarta edición de «Intervenciones en el Puente de Desuto», con un colectivo en absoluto desdeñable como Proyecto Atlas. KulturBasque (la acción cultural del campus de la Universidad del País Vasco) y Bilbao Art District apoyan la iniciativa.

Para el programa, MawatreS renuncia a su labor como artista y se convierte en gestor cultural. «El pr0yecto se desarrolla en clave de intervenciones específicas para el interior de la cabina. Cada creador convocado visita el especio y piensa una pieza site-specific para ese entorno. Este es un lugar más o menos complejo, pero muy sugerente. El único requisito es que la obra se vea desde el exterior porque, por una cuestión de seguridad y permisos, el espectador no puede entrar en ella».

Calidad sobre cantidad

En los tres años que la inicitava lleva funcionando, se han realizado hasta veinte intervenciones y varios talleres (con Jon Mikel Euba en el primer ciclo, Juan Aizpitarte en el segundo y el Colectivo Ant en el tercero), en una programación que se despliega de mayo a finales de año. Ordúñez reconoce que el apoyo de la Universidad del País Vasco en su momento fue capital para convencer al Ayuntamiento con la obtención de los permisos y conseguir el dinero necesario para autofinanciarse: «Somos de la idea de que es mejor hacer poco pero de calidad a intentar abarcar mucho. La financiación que conseguimos determina el desarrollo de la programación. El primer año contábamos con 2.000 euros y se desplegaron hasta seis intervenciones. Este año, queremos que los artistas cobren una media de 400 euros en honorarios y negociar luego con ellos las producciones».

Según le han contado con el tiempo, nadie había entrado en esa cabina en 27 años

El tiempo pasa rápido, pero muchas cosas han sucedido desde la primera propuesta del colectivo Komando Trini (Laura Siles y Edurne González), que, con Gol en el campo, paz en la tierra, ironizaba sobre la fiebre que vivió Bilbao con la participación del equipo de fútbol local en una final de la UEFA. «Si te das cuenta, estamos casi en el mismo punto y con la misma irrupción de banderas de entonces por la llegada del Bilbao a la final de la Copa del Rey», apunta MawatreS. Él analiza las tres diferencias fundamentales de los comienzos a la actualidad: «Por un lado, el programa se ha convertido en referente en la ciudad. Ya formamos parte del circuito. Por otro, hemos construido una red de personas remando en la misma dirección y, por lo mismo, hemos ayudado a generar contexto (y el responsable menciona incluso a los dueños de un bar cercano, convertido en una especie de «base de operaciones próxima a la cabina, que se ha implicado como nadie»). Por último, hemos iniciado una nueva andadura con la celebración obligatoria de los talleres, que deben ser la base del proyecto o, al menos, un apoyo intelectual del mismo».

Así lo ha entendido Proyecto Atlas, que primero desarrolló en el Bizkaia Aretoa de Bilbao las jornadas tituladas «Constituyéndonos», y que ahora trasladan sus conclusiones a la cabina en la pieza Espacio compartido. El colectivo partía de la rígida interpretación que en ocasiones se realiza de la Carta Magna, desarrollando en su taller un articulado más flexible para la misma. Este es el que se traslada ahora al puente, donde se reproducen ampliadas dos fotografías de la aprobación del texto constitucional en el Congreso de los Diputados de 1978.

Llegar a los que se conoce y a los que no

Daniel G. Andújar, Manuel Casellas o Mikeldi Pérez son algunos de los artistas que han intervenido la cabina en estos tres años, seleccionados por la organización o elegidos en convocatoria abierta («combinamos las dos modalidades para llegar a la gente que conocemos y a la que no, pero que debería participar en el proyecto»). Le pedimos a su responsable que destaque a aquellos que más le han marcado a él. Y no duda: «El de Igor Rezola nos permitió por vez primera acceder a otras instalaciones del puente. Él empleó un aspirador de los que funcionan solos para aspirar su polvo, y sobre la máquina colocó una cámara que fue testigo mudo de las duras manifestaciones sobre el fin de los astilleros que se sucedieron esos días en la ciudad. También recuerdo con cariño el de Ixone Ormaetxe, que transformó la cabina en un jardín botánico. Y, por supuesto, el último, el del Colectivo Atlas, que se ha producido en este momento de campaña electoral y elecciones tan interesante».

A Ordúñez le han llegado a tildar de feminista, porque en su proyecto «han participado más artistas mujeres que hombres»: «Lo que unifica a todos los trabajos, independientemente del sexo de sus autores, es su calidad y un mensaje claro en los contenidos. Tengo la sensación de que muchas veces los artistas tienen muy aprendida la teoría, pero se pierden en su materialización». El programa «Intervenciones Artísticas en el Puente de Deusto» se hace grande poco a poco. En un futuro no muy lejano se quiere contar con Rogelio López Cuenca para otro de los talleres, mientras se busca un espacio alternativo para desarrollar exposiciones y dar continuidad al proyecto en esos meses en los que está dormido. El puente entre el arte actual y la ciudadanía se hace realidad.

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