Juan Manuel Bonet

Toda una época

«Genovés, en sus visiones de multitudes, de manifestantes acorralados por la policía o sobrevolados por aviones, forjó una imaginería impactante y eficaz»

Detalle de la portada de ABC del 27 de octubre de 1965, en la que se reproducía el cuadro «La fuga», de Juan Genovés

Recuerdo, como si fuera ayer, la portada de «ABC» del 27 de octubre de 1965, y en ella una reproducción del cuadro «La fuga», de Juan Genovés, y en páginas interiores, una reseña por Campoy de la exposición del valenciano en las muy oficiales salas de la Dirección General de Bellas Artes. Recuerdo mi visita, en compañía de mis padres, a la misma, que me dejó impactado. Nacido en la ciudad del Turia en 1930, y formado en San Carlos, Genovés perteneció a los grupos Los Siete y Parpalló, y luego al madrileño y neofigurativo Hondo.

Sobre su vida y vicisitudes de aquellos años da muchas pistas su primo Francisco Candel en sus interesantísimos diarios póstumos. El pie de aquella portada habla de la importancia, para el pintor, del arte de la fotografía. Algo fílmico, también, que viene de Einsenstein y su «Acorazado Potemkin», para él un recuerdo de infancia, en su ciudad natal, en la pantalla del Rialto, durante la guerra. En sus primeros tiempos capitalinos, por lo demás, había pintados cartelones para cines.

En 1968 Stuart Cooper rodaría «A Test of Violence», inspirada por sus cuadros. Genovés, en sus visiones de multitudes, de manifestantes acorralados por la policía o sobrevolados por aviones, forjó una imaginería impactante y eficaz, al servicio de la cual puso su profundo dominio del oficio, incluido el collage.

Aquél al que Alexandre Cirici Pellicer llamó «el Raimon de la pintura» fue uno de los mejores cultivadores de lo que Vicente Aguilera Cerni bautizó como Crónica de la Realidad. Su mensaje caló internacionalmente. También en 1965, participó en la colectiva «La figuration narrative», organizada por Gassiot-Talabot para la Galerie Creuze de Paris. En 1966, recibió mención de honor en Venecia, y lo fichó Frank Lloyd para la todopoderosa Marlborough Gallery.

El otro momento clave en la trayectoria de Genovés, con el que muere toda una época, es la Transición, en que fue activísimo haciendo cartelería, serigrafías y murales para su partido y para otras causas, en que llegó a ser candidato a diputado del PCPV por su ciudad natal, sin resultar elegido, y en que pintó su cuadro más emblemático, «El abrazo» (1976), símbolo de reconciliación, palabra hermosa, y clave de ese ciclo histórico por desgracia hoy tan denostado.

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