El horror según Goya y otras imágenes al margen del poder

De la nueva exposición de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, «Goya, tres lecturas», se sale con la certeza de que el artista trabajó a destajo para dejar un testimonio gráfico y sin edulcorar de la España herida de principios del XIX

Detalle de «Que viene el coco», de Goya RABASF
Bruno Pardo Porto

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La mano tendida en el suelo, el rostro desencajado, la sangre esparcida por ahí, manchando pieles. Carretadas de cadáveres, ejecuciones sumarias, linchamientos, exilios, el caos. Un frente lleno de bárbaros. Garrotazos. Ni rastro de honor, grandilocuencia o épica. Tampoco banderas ni escenificaciones institucionales. La guerra era un desastre , y Goya la miró de frente, tal como era, y así la mostró en sus grabados. Hoy ya no nos enfrentamos a la muerte así. Apartamos la vista incluso de los ataúdes cerrados, confinados. Hablamos de la guerra contra el virus, pero no mostramos su masacre, como si todo, al cabo, fuera invisible. Las tragedias se viven dos veces: en el presente y en el recuerdo. Y la memoria necesita imágenes.

De la nueva exposición de la Real Academia de Bellas Artes San Fernando, « Goya, tres lecturas », se sale con la certeza de que el artista trabajó a destajo para dejar un testimonio gráfico y sin edulcorar de aquella España herida de principios del XIX. «La visión de Goya de la guerra es absolutamente pionera. Es la primera vez que el frente no se trata de forma heroica. Goya ve un enfrentamiento de fuerzas desequilibradas, donde las órdenes se contradicen. Lo ve de una forma imparcial, denunciando la violencia de unos y de otros», explica Juan Bordes, comisario de la muestra.

Tanto acertó Goya con su enfoque que si comparamos sus obras con las fotografías de la Guerra Civil los parecidos son evidentes. Y las colas del hambre que dibujó aún pueden verse en algunos barrios de Madrid, para desgracia de todos. Él siempre estuvo del lado de los débiles, de las víctimas, aunque le costara odios. «En ningún momento ensalza el poder. Siempre mantiene una actitud crítica . Muchas veces se le ha tratado de antiespañol, de antipatriota, y era todo lo contrario: él quería corregir los defectos de este país, por eso los denunciaba», asevera el experto.

El recorrido aún propone otras dos miradas a sus magníficos grabados: la de los rostros de sus personajes y la de la mujer. La primera revela la gran formación en fisonomía que tenía el de Fuendetodos, que seguro conoció las aportaciones de J. B. Porta o Le Brun, entre otros. La segunda nos muestra a un creador único, moderno, ácido, que dedicó la mitad de sus Caprichos (cuarenta de ochenta) al género femenino . Retrató la prostitución, los matrimonios de conveniencia, la violencia y la sumisión. Hay una obra que resume muy bien su concepción del asunto, a parecer de Bordes: se llama «Porque fue sensible», y en ella vemos a una joven encerrada. «Porque fue sensible está recibiendo un castigo. Para Goya las mujeres son personajes ricos en sensibilidad. Vemos expresiones muy ricas de sentimientos en las mujeres: la tristeza, la ansiedad... A los hombres los retrata de forma muy brutal. Goya habla de la mujer como una observadora de la sociedad, a veces con poca posibilidad de transformarla, sí, pero con capacidad para juzgar lo que está viendo», remata.

Goya pensó sus grabados para el pueblo, utilizó sus códigos. Quería que entendieran, que comprendieran. Y seguramente que no olvidaran.

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