El Brighton Museum y su galería de arte, de los primeros en cobrar entrada a los turistas
El Brighton Museum y su galería de arte, de los primeros en cobrar entrada a los turistas

Museos municipales ingleses empiezan a cobrar al recibir menos ayudas públicas

La entrada a los grandes centros nacionales de Londres seguirá siendo gratuita

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Museos locales ingleses han comenzado a cobrar entrada para cuadrar sus presupuestos ante la caída de la financiación pública debido a la lucha contra el déficit. La Asociación de Museos advierte que los recortes pueden acabar con el acceso libre, que se generalizó hace quince años para atraer a más público. Sin embargo, los grandes centros de Londresque son bandera del país, como la National Gallery, el British o la Tate, que están financiados por el Estado, continuaránsin cobrar entrada, salvo en las exposiciones especiales, como ya vienen haciendo. Acceder gratis a esos colosales templos del saber supone de hecho uno de los encantos de Londres.

Los primeros que han comenzado a cobrar son el Brighton Museum y su Galería de Arte, que piden 5 libras a los turistas (los residentes en la ciudad turística costera del Sur de Inglaterra siguen disfrutando de acceso libre).

A ellos se ha sumado la York Art Gallery, que ha empezado a exigir 7,5 libras, después de que su financiación pública haya caído de 1,5 millones en 2012 a los 600.000 actuales. La limitación de esta política de cobro es que solo funciona en ciudades que son muy turísticas, como Brighton, o la histórica York, que recibe 7 millones de visitantes al año.

Los museos que han empezado a exigir entrada no cobran a los niños y los jóvenes de 17 a 24 años solo abonan la mitad. También hay descuentos y pases gratuitos para la tercera edad.

David Fleming, el dirigente de la Asociación de Museos, afirma que «cobrar está en la agenda y estoy convencido de que en todo el país están pensando en hacerlo para paliar los agujeros del presupuesto, el problema es que solo es útil en ciudades que atraen a muchos turistas».

La medida atiende a un debate filosófico de fondo: En tiempos de penuria, ¿deben los impuestos pagar la cultura o hay que tratar de financiarla con aportaciones privadas y el pago de entradas por parte de quienes están interesados en ella? Como casi siempre, se supone que en el término medio está la virtud.

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