Antonio Álvarez del Pino en su estudio gaditano
Antonio Álvarez del Pino en su estudio gaditano - LA VOZ
ANtonio Álvarez del Pino

Antonio Álvarez del Pino: «Es un reto retratar al Rey Felipe VI para la principal institución de la ciudad»

«Puede que sea mi cuadro más visto y exhibido y eso da un poco de respeto», explica el pintor gaditano

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No quiere desvelar como son los primeros bocetos del retrato del Rey que está pintando para el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Cádiz pero no regatea cuando tiene que hablar de su obra y de su pasión por la pintura. Este gaditano que estudió en la Escuela de Artes y Oficios y que más tarde viajó hasta Sevilla para completar su formación se enfrenta a uno de los desafíos más importantes de su carrera. No es la primera vez que su trabajo es observado, estudiado y admirado por muchos. Dice encajar bien las críticas porque es muy exigente y se siente discípulo de tradición pictórica europea aunque con influencias de otras escuelas como la asiática. De pequeño disfrutaba con los pinceles y en casa le dejaron hacer.

No hubo cortapisas porque quizás ya intuían el futuro artístico de Antonio. Disciplinado en su trabajo de pintor y ávido lector empezó a documentarse sobre la figura de Felipe VI nada más conocer que era el elegido para realizar el retrato del monarca.

-¿Cómo afronta el proceso de creación del cuadro?

-Intento que la obra sea solvente. Un retrato debe tener nervio, vida, solidez y que dé una idea veraz del retratado. Para ello, los bocetos son fundamentales porque ahí ya empiezo a resolver la composición, la gama cromática y me planteo los problemas de geometría que conlleva la representación realista de un ser humano. Retratar no es otra cosa que individualizar. Destacar a un individuo de entre toda la colectividad.

-No hay fecha para entregarlo, pero ¿en qué fase está el retrato de Felipe VI?

-He terminado la fase de documentación y la fase de bocetos, en la que he confiado mucho, también está muy avanzada. No se trata de pintar el cuadro sin más, lo ideal es aprender por el camino y que haya un desarrollo cuyo punto final sea el retrato.

-¿Qué técnicas emplea?

-En los bocetos suelo ser lo más libre que pueda, utilizo dibujos a lápiz, carboncillo, acuarela, pastel, acrílico... no conviene limitarse en un principio. El retrato final será un óleo sobre lienzo de lino, la técnica clásica de este tipo de cuadros.

-¿Cuál es el mayor desafío que supone un cuadro de esta envergadura?

-Hay varios. El primero es que es un cuadro muy notorio, que va a ver todo el mundo, por lo tanto mi trabajo va a ser juzgado por todo el mundo y eso no pasa en casi ninguna profesión y suma una presión extra, más allá de la meramente artística. El segundo reto es que el cuadro me guste, dar todo de mí y hacer un producto que lo pueda seguir viendo en años sucesivos y no me sienta incómodo y eso es complicado porque a mí no suelen gustarme los cuadros que pinto. Soy inconformista y veo muy lejos la perfección. También es un reto representar un personaje histórico para la principal institución de mi ciudad y para el salón principal del Ayuntamiento de Cádiz.

-¿Se consideras un pintor humanista?

-Eso de pintor humanista puede sonar muy pretencioso y nada más lejos de mi intención. Además hoy en día es imposible saber de todo como en tiempos de Miguel Ángel o Leonardo. Aunque si soy una persona con un abanico amplio de intereses: literatura, arqueología, poesía, filosofía, viajes, cocina, música, teatro…que intento cultivar en la medida de mis posibilidades.

-¿Cuánto hay de psicología y de reproducción de la realidad en sus retratos?

-Yo trabajo desde lo pictórico jamás reniego del efecto de las pinceladas que en definitiva son los testigos de la batalla creativa que he librado para crear la imagen sobre el lienzo y hace que el cuadro, a ojos del espectador sensible, tenga mucha emoción. En pintura detesto y evito borrar mis huellas, ese es el privilegio de la pintura que se hace a mano.

-Su faceta de pintor cofrade es muy conocida en Cádiz. ¿Cómo nace?

-Fueron los que me dieron a conocer. Empezó cuando yo todavía estudiaba en Sevilla. Ahí surgió el primer encargo de la Hermandad de Sanidad. En total dicha hermandad tiene nueve cuadros míos. Más tarde en el 2012 el Consejo de Hermandades me encargó el cartel de la Procesión Magna que me dio a conocer a toda la ciudad, tuve mucha suerte y fue un cuadro muy elogiado en líneas generales. Y desde entonces no he dejado de colaborar con el mundo cofrade gaditano y espero seguir haciéndolo muchos años más.

-Tras el retrato del Rey, ¿cuáles son sus proyectos a medio plazo?

-Acabar los encargos pendientes, sobre todo retratos y en la segunda mitad de 2015 rematar dos series de pinturas que tengo en marcha por si pudieran exponerse a principios de 2016 y dos conferencias que tengo para Semana Santa. Para junio y julio quiero viajar a Italia a «refrescar la memoria» y atender los encargos que puedan llegar.

-¿Considera que Cádiz es una ciudad que apuesta por la cultura?

-No falta oferta aunque es cierto que echo de menos en el Falla más conciertos de grandes orquestas sinfónicas, más óperas y también carecemos de locales donde podamos oír música en directo, incluido Carnaval. Incluso para el turismo sería genial que existieran locales especializados y que los visitantes sepan donde oír flamenco, jazz, carnaval, cantautores, etc. En este sentido el Pay-Pay es una referencia.

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