El Palacio Real muestra la labor humanitaria de Alfonso XIII

El Rey inauguró ayer la nueva exposición de Patrimonio Nacional, que exhibe por primera vez el fondo documental de la Oficina de la Guerra

El Rey, con el ministro de Cultura, José Guirao; el presidente del Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñán, y el presidente de la Fundación Banco Santander, Antonio Escámez, durante la inauguración de la exposición «Cartas al Rey. La mediación humanitaria de Alfonso XIII en la Gran Guerra», ayer en el Palacio Real. EFE

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Hace cien años, mientras Europa se desangraba en la Gran Guerra, en la planta cuarta del Palacio Real de Madrid un grupo de hombres y mujeres afrontaban una tarea ingente : tratar de ayudar a los más de 200.000 europeos que pidieron la mediación humanitaria del Rey de España.

Personas de toda Europa empezaron a recurrir a Alfonso XIII como Monarca de un país neutral para que les ayudara a encontrar a los militares y civiles desaparecidos en los frentes, a comunicarse con los prisioneros o a proporcionarles asistencia, ropa, libros, víveres o dinero. Incluso, el Rey negoció repatriaciones y canjes y logró conmutar 79 penas de muerte .

Todo empezó el 19 de junio de 1915, cuando el periódico francés «La Petite Gironde» publicó una noticia con el título «Gracias al Rey, encuentra a su marido» . El artículo contaba la historia de una humilde lavandera que había pedido ayuda a Alfonso XIII para localizar a su esposo, un soldado que había caído herido el 28 de agosto de 1914 en la batalla de Charleroi. Las gestiones del Rey tuvieron éxito y el marido de la lavandera fue localizado en Alemania, donde estaba prisionero. Muchos periódicos difundieron la noticia y decenas de miles de europeos empezaron a enviar sus cartas al Palacio Real de Madrid, que ofrecía un rayo de esperanza.

La mayoría de las misivas eran estremecedoras historias de dolor, que todavía hoy han hecho llorar a alguno de los conservadores del Palacio Real. Entre ellas está la carta que la niña francesa de ocho años Sylviane Sartor escribió al Rey: «Majestad, mamá llora siempre porque su hermano está prisionero ... Yo os agradecería lo hicieseis enviar a Suiza porque ya está prisionero desde hace dos años y mamá va a enfermar de tanta pena». Y la respuesta de Alfonso XIII: «Querida señorita, yo procuraré, lo mejor que sepa, hacer que mamá no llore; pero tened la bondad de darme noticias precisas sobre su tío para que yo pueda enterarme de su estado...»

La neutralidad de las Reinas

La Gran Guerra se vivió en Palacio con una mezcla de neutralidad, cercanía y gran inquietud. Los hermanos de la Reina madre, María Cristina, que era austriaca, combatían en el bando germano, mientras que los de la Reina Victoria Eugenia, que era británica, luchaban con los aliados. Cuando el Príncipe Mauricio de Battenberg, hermano preferido de Victoria, cayó en los campos de Flandes, nadie consoló a la esposa del Rey mejor que su suegra, María Cristina. Y cuando la Reina madre perdió en combate al Príncipe de Salm Salm, que dejó viuda a su sobrina Cristina, fue la Reina Victoria quien alivió la pena de su suegra.

Al principio, el Rey puso su Secretaría Particular, dotada con seis personas, al servicio de esta labor humanitaria. Pero, para poder atender la marea creciente de cartas que llegaban a Palacio, creó la llamada Oficina de la Guerra, en la que llegaron a trabajar 46 personas bajo la dirección de su secretario, el diplomático Emilio de Torres y González-Arnao. Además, utilizó sus contactos internacionales y la red de embajadas de España para tratar de paliar los horrores de la guerra .

Primeras mujeres

Toda esta gigantesca labor se hizo con escasos medios y enormes esfuerzos personales. Una de las siete señoras que prestaron servicio en la Oficina de la Guerra, Camila Nebot, pidió que le enviaran el trabajo a casa, ante la imposibilidad de acudir al Palacio porque tenía que cuidar de su hermana enferma de tifus. Ella y sus compañeras fueron las primeras mujeres que realizaron trabajos administrativos en las oficinas de Palacio.

Los fondos fueron aportados por el Rey de la Consignación que recibía de la Hacienda Pública. Para atender las peticiones con mayor rapidez, se compraron muebles de archivo, en los que se custodiaban las decenas de miles de expedientes de militares y civiles, con los datos personales del solicitante y del buscado; se adquirieron máquinas de escribir, teléfonos de mesa y pared, estufas y ventiladores y «modernos» sistemas para prevenir incendios. El presupuesto de la Secretaría particular del Rey era de mil pesetas anuales, y los gastos extraordinarios de la Oficina de la Guerra llegaron a 203.380,20 pesetas .

Salvar a la Familia Imperial rusa

Entre las gestiones realizadas, Alfonso XIII intentó ayudar al Zar de Rusia y a su familia , incluso después de que llegaran noticias desde Inglaterra de que el Zar Nicolas II había muerto. El 8 de agosto de 1818, Alfonso XIII envió una carta a la Princesa Victoria de Battenberg, hermana de la Zarina, en la que ofrecía España como lugar de residencia para la Familia Imperial rusa. Más tarde se supo que también la Zarina y sus hijos habían sido ejecutados. En el Archivo General del Palacio Real se conservan un telegrama enviado al embajador en Viena, Antonio de Castro y Casaleiz, y la carta enviada a Victoria Mountbatten, ambas con gestiones relacionadas con sus intentos de salvar a la Familia Imperial rusa.

Ahora, coincidiendo con el centenario del final de la Gran Guerra, Patrimonio Nacional ha preparado una exposición, patrocinada por la Fundación Banco Santander, para dar a conocer la ingente labor humanitaria de Alfonso XIII. Según el presidente de Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñan, se trata de «un fondo documental totalmente desconocido» que enseña cómo España «dio ejemplo al mundo, no sólo como país neutral sino por su importante acción humanitaria».

Diario íntimo del Monarca

La exposición «Cartas al Rey. La mediación humanitaria de Alfonso XIII en la Gran Guerra» fue inaugurada ayer por el bisnieto de aquel Monarca, Felipe VI, quien estuvo durante una hora recorriendo las distintas salas y contemplando las cartas, fotografías, muebles, máquinas de escribir, planos, mapas, dibujos, telegramas, informes y otros documentos de la Oficina de la Guerra, así como el diario íntimo que escribió su bisabuelo.

Según explicó el director del Archivo General de Palacio y comisario de la muestra, Juan José Alonso, la catalogación de estos fondos supuso «un auténtico torrente de emociones» porque detrás de cada expediente hay «una historia, una familia». Los más de 200.000 expedientes que se han catalogado ya se pueden consultar desde el Archivo de Palacio y, en poco tiempo, se podrá acceder al fondo desde un portal web.

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