Macron: «Napoleón fue espíritu de la Historia y demonio de Europa»

El mandatario francés preside los actos de conmemoración del 200 aniversario de la muerte del emperador y cita la sublevación del pueblo madrileño: «Goya inmortalizó la cruel masacre de los civiles españoles el mes de mayo de 1808»

Emmanuel Macron, ante la tumba de Napoleón Reuters | Vídeo: ATLAS

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Emmanuel Macron es el primer presidente de la V República, fundada entre 1958 y 1962, que se ha atrevido a criticar los aspectos más negros de la herencia de Napoleón Bonaparte , durante la ceremonia de conmemoración del 200 aniversario de la muerte del emperador.

Charles de Gaulle , el patriarca fundador del Régimen, entre 1958 y 1962, evitó cuidadosamente los panegíricos bonapartistas, dejando de André Malraux se «encargase» de los fastos conmemorativos. Georges Pompidou celebró en 1969 los 200 años del nacimiento del Emperador. Pero... Pompidou vivía perseguido por una enfermedad que acabaría con su vida, poco más tarde.

Valery Giscard d'Estaing, François Mitterrand, Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y François Hollande evitaron entrar al «trapo» de las polémicas que enfrentaron a partidarios y adversarios de Napoleón durante sus respectivos mandatos presidenciales.

Tras ese medio siglo largo de 'ninguneo' relativo en la cúspide del Estado, Emmanuel Macron debía presidir, este año, la conmemoración de la muerte de Napoleón, cuando se ha consolidado una escuela de pensamiento muy crítica contra la herencia imperial. Con claridad y sin excesos, el presidente asumió la tarde del miércoles esa tarea, propia de la función presidencial, con cierta elegancia intelectual .

El presidente de la República pronunció en el anfiteatro del Instituto, la institución que reúne a todas las academias nacionales (Ciencias, Artes, Letras, etcétera), el discurso solemne con el que culminan las conmemoraciones nacionales, insistiendo en los claroscuros de esa herencia nacional.

Macron resumió de este modo la naturaleza doble y antagónica del legado bonapartista: « Napoleón podía ser, al mismo tiempo, el alma del mundo y el demonio de Europa». Sin citarlo, el presidente francés aludía a Hegel , que, tras la batalla de Jena, imaginó a Bonaparte como «alma del mundo» a caballo, «espíritu de la historia».

Por el contrario, Macron citó expresamente a Goya y la crónica goyesca de la sublevación del pueblo madrileño, los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, para recordar, de pasada, la condición de «demonio de Europa» del emperador francés. «Goya inmortalizó la cruel masacre de los civiles españoles el mes de mayo de 1808», dijo.

Sentada esa dualidad trágica, Macron hizo un balance pedagógico razonablemente equidistante , valorando y exaltando los aspectos positivos del personaje, sin olvidar sus facetas más oscuras e inquietantes, fijando esta norma de análisis personal: «No nos abandonamos a una celebración exaltada, sino una conmemoración exaltada». Matiz y sutileza: el presidente no ha deseado celebrar, solo ha deseado conmemorar, por una razón muy simple: «Napoleón es una parte de nosotros mismos». Es decir, Francia, la nación y el pueblo francés, no pueden ni deben olvidar la dualidad y el claroscuro de uno de sus más grandes héroes nacionales.

A partir de ahí, Macron dio gran importancia a los aspectos esenciales de la herencia bonapartista: «Buscó sin cesar la grandeza y la unidad de la nación. C onstruyó el Estado y la administración moderna ». «Del Imperio -concluyó Macron-, hemos renunciado a lo peor y hemos guardado lo mejor del emperador. La restauración de la esclavitud fue una traición al espíritu de las Luces».

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