Ekl premio Nobel de Literatura Imre Kertész durante una lectura de su libro "Dossier K." en 2007
Ekl premio Nobel de Literatura Imre Kertész durante una lectura de su libro "Dossier K." en 2007 - EFE
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Imre Kertész, en sus palabras: «Tras Auschwitz no deberíamos andar por el mundo igual»

Trece reflexiones del fallecido Nobel de Literatura húngaro sobre el Holocausto, Europa y el futuro

MADRID Actualizado: Guardar
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Imre Kertész, fallecido hoy en Budapest a los 86 años, deja su obra como legado... y los pensamientos que deslizó en cientos de entrevistas y presentaciones de libros, sobre todo a partir de 2002, fecha en la que fue premiado con el Nobel de Literatura, que poblaron las páginas de los periódicos de todo el mundo. ABC se hizo eco de muchas de las reflexiones de este escritor húngaro, superviviente de Auschwitz y Buchenwald y, posteriormente, de la dictadura comunista en Hungría. He aquí algunas:

«Cuando ingresaba en un campo de concentración, me preguntaba si yo era una víctima o si participaba de alguna manera en aquella maquinaria. Esa disección de mí mismo fue una actitud muy productiva porque constituyó el comienzo de mi creatividad».

«Auschwitz es inagotable. Todo está allí y todo queda. Es una imposibilidad. Todo se detiene en la antesala de las cámaras de gas, porque nadie ha tenido esa experiencia; pero, gracias a la literatura, cuando recreo los horrores vividos, me resulta más fácil soportarlos. Yo expulso de mí el horror de forma literaria»

«El mal no tiene grandeza. En mi novela «Fiasco» recuerdo a Ilse Koch, esposa del comandante de Buchenwald. Aunque se la pueda describir como un personaje diabólico, no tenía la grandeza del demonio, no era un personaje de Dostoievski. A ella le gustaba hacerse lámparas con piel humana y coleccionaba cabezas jibarizadas. En su mundo el asesinato era ventaja y se liberó su fantasma.No había nada demoniaco en ella. Encontró a su dios que le permitía todo, pero tan sólo era una mujer primitiva que se entregó a esa posibilidad absoluta. Una dictadura permite estas situaciones porque se pierde el sentido de la realidad»

«Lo importante para un autor es tener un tema como eje de la escritura. A mí los temas me los ha dado la vida»

«Viví el Holocausto siendo niño, pero lo asimilé cuando viví la dictadura comunista como adulto»

«Es mi vivencia radical, fundamental, pero es además el trauma europeo, un trauma que ha afectado a toda la cultura. Desde los griegos hasta hoy, los escritores de todos los tiempos están vinculados a un suceso histórico. En mi caso, este es claramente Auschwitz»

« El holocausto me hizo judío y la Unión Europea me ha dado una patria»

«Cuando se ve vive la muerte de cerca uno se hace más indulgente y más sabio. Ese niño de «Sin destino» realmente murió una vez y esa experiencia le ha liberado del enfado y del mal»

«No puedo sentirme a gusto en una sociedad nacionalista. El nacionalismo es algo que no puedo aguantar, ni el húngaro, ni el israelí, ni el ruso, ni el iraní. Pero como judío me llevaron a los campos de exterminio y como judío vivo hoy en una sociedad a la que no gustan los judíos»

«Auschwitz es un problema de todo europeo y todo hombre, mío también. El Holocausto expresa aquello de lo que es capaz el ser humano; tras saberlo no deberíamos andar por el mundo igual. Además, el sistema de valores en Europa se había derrumbado ya antes de la guerra. El holocausto tuvo lugar en un ámbito cultural en el que los valores ilustrados, modernos y cristianos eran los dominantes: Auschwitz no tendría que haber sucedido... Por tanto harían falta cambios al sistema de valores, aunque el que surgió en Rusia es lo que llamo un engaño, pues ni cambió el mundo ni hizo su catarsis sobre Auschwitz».

«El terror es absurdo y uno no está preparado para lidiar con el absurdo. Recuerdo en «Sin destino» cómo un solo policía rural mantenía retenido a un montón de personas en una habitación. El holocausto tendría que ser una lección para aprender defenderse del terror, ese absurdo capaz de bloquearnos, empequeñecernos y dominarnos. Porque el terror siempre estará con nosotros, como un animal que puede ser despertado... No podemos olvidar que, como demostraron Hitler y Stalin o se intentó en los Balcanes, el terror es el principal medio para dominar al hombre. Y cada vez hay más medios para ello».

« No estoy furioso con los alemanes, sino con los nazis»

«Los límites en nuestro mundo moderno, o postmoderno ya no transcurren entre las naciones o grupos étnicos, sino más bien entre ideologías y valores o entre la razón y el fanatismo. Entre la tolerancia y la histeria, entre la creatividad y el afán destructivo de poder. En nuestro tiempo no creyente las guerras bíblicas tienen su lugar también. Son guerras entre el «Bien» y el «Mal», y por lo tanto tenemos que poner entre comillas esas palabras, porque realmente no sabemos qué es el bien y qué es el mal. Existen muchos términos y muchos significados, y pueden ser algo muy discutido hasta que no hayamos creado un conjunto firme de valores que se base en un sistema común. Aunque el sistema de valores ya no existe, existe un sentimiento de carencia, una conciencia lejana de unidad, que a veces tiene la connotación desagradable de una obligación no cumplida por los pueblos. Esa es la conciencia de la realidad europea, y su ausencia puede crear muchas situaciones de peligro».

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