Un dolor más allá de la muerte: descubren el primer tratamiento ginecológico de la historia

Un equipo de investigadores de la Universidad de Jaén ha encontrado la evidencia arqueológica de una fumigación de hace cuatro mil años para tratar los dolores causados por una fractura de pelvis

Trabajos de excavación de Sattjeni Patricia Mora
Bruno Pardo Porto

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Se llamaba Sattjeni , tenía treinta años y fue enterrada en la necrópolis de Qubbet el-Hawa, al sur de Egipto, hace unos cuatro mil años. Su tumba, de madera de cedro importada del Líbano, permaneció intacta hasta 2017, cuando un grupo de investigadores de la Universidad de Jaén (UJA) la exhumó junto a otros nueve cadáveres. Todos pertenecían a la clase alta de la antigua ciudad de Elefantina y estaban sin momificar, pero el de ella era especial. Entre sus piernas, donde aún se podían ver los restos de las vendas con las que fue cubierta, había un cuenco cerámico quemado . Los expertos nunca habían visto algo así. Ahora, por fin, se han hecho públicas las conclusiones de su estudio, que ha sido publicado en una de las revistas más prestigiosas de la egiptología, «Zeitschrift für ägyptische Sprache und Altertumskunde».

«Nos llamó la atención porque era el primer caso que veíamos. Y llevábamos una década excavando allí... Nos imaginamos que era el resultado de algún ritual del cual no estábamos seguros a qué podría corresponder», cuenta a ABC Alejandro Jiménez , director del proyecto. Tras el sorprendente hallazgo, los antropólogos físicos analizaron los restos de la difunta, y descubrieron que había sufrido una fractura en la pelvis como consecuencia de una caída, una lesión que no fue mortal, pero que sí le tuvo que causar intensos dolores.

Imagen de los restos óseos y del cuenco de Sattjeni Patricia Mora

En ese momento, empezaron a sospechar que aquel recipiente tenía que ver más con la medicina (que entonces se parecía bastante a la magia) que con alguna ofrenda religiosa. Creían que estaba relacionado con alguna suerte de tratamiento paliativo realizado por fumigación . Es decir, que se usaba para quemar diferentes sustancias con el fin de que el humo aliviase el mal de Sattjeni. Eso fue lo que buscaron en las fuentes escritas. Y lo que consiguieron.

«Varios papiros que se escribieron en la época en la que esta mujer murió describen tratamientos paliativos en los que se utilizaban fumigaciones para diferentes problemas ginecológicos», explica Jiménez, que es doctor en Egiptología en la UJA. Por desgracia, no dieron con la «receta» específica del tratamiento para los dolores causados por una fractura , pero sí otras para problemas relacionados con la fertilidad o la menstruación. «Esto nos confirmó que estábamos ante un tipo de tratamiento que se utilizaba para problemas ginecológicos. Es muy importante, porque la arqueología no había podido confirmar hasta ahora que se llevaban a cabo este tipo de procedimientos», añade.

¿Un tratamiento exclusivo?

No sabemos si esta era una práctica exclusiva de las élites o si también se hizo popular entre las clases bajas, aunque todo parece indicar lo primero. Sin duda, esta tuvo una existencia bastante acomodada. La encontraron cubierta con un cartonaje, con una mortaja de yeso en la que se representaban sus rasgos ideales. Además, tenía un collar de cornalina alrededor de su cuello. «Todo nos indica que disfrutó de unas condiciones de vida bastante relajadas en una época en la que la clase dirigente estaba formada por muy pocas personas», afirma Jiménez.

«Podemos estar casi seguros de que este tipo de tratamientos los recibía la clase alta. Aunque claro, lo mismo mañana descubrimos otro enterramiento de clase más popular y... Es difícil poder confirmar si este tipo de tratamientos, que no son caros, o que por lo menos no incluyen sustancias muy raras, eran accesibles el resto de la población. Lo que sabemos es que el conocimiento de los tratamientos estaba en manos de lo que podríamos denominar médicos. Y esto seguro que no trabajaban con las clases bajas», remata.

Sea como fuere, el cuenco de Sattjeni no solo nos revela una técnica de la medicina egipcia, sino que también nos ofrece una desoladora certeza: las personas que la enterraron creían que el dolor no terminaba con la muerte. Por eso la trataron antes de despedirse para siempre.

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