Una celebración del periodismo y un homenaje a David Gistau

La ceremonia de entrega del primer premio de Periodismo David Gistau, convocado por Vocento y Unidad Editorial, que distinguió al escritor Alberto Olmos, transcurrió entre el festejo y el recuerdo del brillante columnista

Bruno Pardo Porto

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ahí va una intuición: se puede cruzar España saltando de amigo en amigo de David Gistau . Esta tarde se entregó el primer premio de Periodismo que lleva su nombre en la casa de ABC, y lo que parecía un acto formal, con su atril y sus chaquetas y sus mascarillas, era en realidad una reunión de colegas y familiares unidos por la memoria del que fue uno de los grandes columnistas y cronistas de los últimos tiempos, y que se marchó demasiado pronto, en febrero, antes de cumplir los cincuenta años y antes, también, de esta loca pandemia que nos tiene histéricos, dentro y fuera de las pantallas. Muchos se preguntan ahora qué narices hubiese escrito David de todo esto, él, que tenía el don de la mirada única, entre gamberra y profunda, y que regalaba risas y verdades, dos cosas que quizá no se entiendan por separado...

La ceremonia, conducida Susanna Griso , fue sencilla y emotiva. Una celebración, pero también un lamento: un recuerdo en voz alta, un homenaje al periodista y a su oficio. El tono lo puso desde el principio Luis Enríquez , Consejero Delegado de Vocento, el primero en hablar y en conmoverse: «Esto es seguramente lo más emocionante que he tenido que hacer desde que trabajo en medios en mi vida», aseguró. Luego se lanzó a recorrer las aventuras de Gistau a lo largo y ancho del mundo y sus crónicas: desde la Copa del Mundo de Johannesburgo hasta el entierro Totò Riina, por ejemplo. «Vio cosas que nosotros creímos porque nos las contó él», resumió, antes de subrayar que fue un periodista libre, libérrimo, con un estilo inconfundible, que es el que ahora se protege con estos premios. Justo después, Antonio Fernández-Galiano , Presidente de Unidad Editorial, tomó la palabra: «Uno es capaz de valorar el tamaño de una persona, y luego paradójicamente resulta que cuando esa persona desaparece el agujero que deja es más grande que el tamaño que representaba cuando estaba. El agujero que deja David es un espacio tremendo que habrá que ir rellenando. Y espero que este premio contribuya a rellenar ese espacio».

Sí, Gistau ha logrado hermanar a dos grupos editoriales rivales (Vocento y Unidad Editorial, claro) para convocar un mismo galardón, que además cuenta con el patrocinio de Fundación ACS, Mapfre, Santander y Telefónica. A esta primera edición se habían presentado más de 350 candidaturas, muchas de ellas de firmas consagradas, según comentaron miembros del jurado, pero el que se ha llevado el de este año ha sido el escritor Alberto Olmos por su columna «Cosas que los pobres deberían saber: instrucciones para cuando lo pierdas todo», publicada en «El Confidencial» el pasado 13 de mayo. El autor se subió al atril y dijo que estaba abrumado por el homenaje y las evocaciones a Gistau, aunque suponemos que también por los diez mil euros de la dotación que se llevó a casa, porque en eso él se confiesa umbraliano abiertamente.

Alberto Olmos, durante su discurso Ángel de Antonio

Olmos fue conciso y acudió a aquellos ratos en los que leía a Gistau en los bares de Usera: «Tenía gracia, que es lo único que debe exigírsele a un columnista, que dé del mundo una interpretación que nos sitúe durante folio y medio por encima de él. Gistau llenaba siempre las columnas de buen rollo, en El Mundo y en ABC, según se iba extendiendo el imperio de su firma», comentó. Después, claro, agradeció el honor: «Ahora su nombre convertido en premio me honra haciendo del mío su acompañante, y vendrán otros nombres, y tantos nombres todos juntos dirán que Gistau apadrinó la gracia y la osadía, la palabra».

El momento más emotivo lo protagonizó Romina Caponnett o , viuda de Gistau, a la que se le quebró la voz por la memoria y por las lágrimas, porque en el fondo el tiempo no pasa para algunas penas. «Si él pudiera escribir esta crónica sobre un premio de periodismo que lleva su nombre tengan por seguro que nos reiríamos mucho leyéndola. Ninguna impostura, ninguna solemnidad, ninguna percepción de sí mismo como periodista de referencia como sí la tienen sus lectores y sus colegas de profesión, y este acto lo demuestra (...) Lo echamos mucho de menos a David. Este premio no va a hacer que eso remita, pero es bueno sentir el orgullo de que un premio que lleve su nombre convoque a cientos de periodistas y él siga en boca, a través de libros y artículos, de miles de lectores».

Romina Caponneto, viuda de Gistau Ángel de Antonio

Pedro García Cuartango , presidente del jurado, se subió al escenario también en calidad de amigo, y no pudo evitar el lamento, como ser nostálgico que es: «Ha pasado un año y el tiempo no ha disminuido ni el dolor ni la sensación de perplejidad que nos produce su ausencia». A continuación recalcó que el sentido del galardón es doble, pues trata de conmemorar a un gran periodista y, a la vez, reafirma la vigencia del periodismo, «un oficio que resulta hoy más necesario que nunca». «En un mundo donde cada vez la mentira es más verosímil que la verdad y en el que la información se está convirtiendo en espectáculo, resulta hoy más necesario que nunca reivindicar el periodismo, lo que también es una forma de resaltar el valor de estos premios», aseveró, antes de rematar de la única forma posible: «¡Viva el periodismo y viva Gistau para siempre!».

Lo mismo dijo, pero a su modo y a su ritmo (de velocista), José Luis Martínez-Almeida , alcalde de Madrid, que se confesó lector de Gistau ya desde sus tiempos de humilde funcionario. Definió su estilo como «periodismo descarnado» que «te golpeaba y te preguntaba», y confirmó que en estos tiempos extraños e inestables tenemos que agarrarnos a la información, nuestra única brújula posible.

Escuchando desde sus sillas, separadas con metro y escuadra y cartabón (la nueva normalidad es una cuestión de geometría, ya se sabe) había unas noventa personas. Cada una con su mesita individual, casi como en una fiesta organizada por un misántropo. Por allí estaban Ignacio Ybarra, Presidente de Vocento; Rodrigo Echenique, Vicepresidente Grupo Santander y presidente Santander España; Florentino Pérez, Presidente de ACS y Fundación ACS, además del Real Madrid; Eva Piera, Directora General de Relaciones Externas de Mapfre o Eva Fernández, Directora Global de Comunicación de Telefónica, entre otros. También, por supuesto, sus amigos y compañeros, que dibujan un mosaico que tal vez sea su mejor retrato para la posteridad.

Desde que se fue, David Gistau ya le ha puesto nombre a una biblioteca y a un premio de periodismo. Lo siguiente va a ser bautizar un estadio de fútbol . O un cóctel, que nunca se sabe. El recuerdo tiene muchas formas.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación