El rocambolesco robo en una iglesia de Roma de unas estatuas indígenas que han acabado en el río Tíber

Los dos ladrones arrojaron las polémicas esculturas al agua y grabaron un vídeo que se ha convertido en viral

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El Sínodo de la Amazonia, que se celebra en Roma, prosigue con sus reflexiones, algunas polémicas, y con algún gesto llamativo como ha sido el robo de cinco esculturas que representan mujeres desnudas indígenas embarazadas y que fueron arrojadas al río Tíber .

Las estatuas de madera, que simbolizan «la fertilidad» y la «Madre Tierra», fueron robadas de la Iglesia de Santa María in Traspontina, a pocos pasos de la Plaza de San Pedro. En esa iglesia de carmelitas se exponen otros objetos y símbolos amazónicos , como telas, fotografías, miniaturas de canoas, remos y loros, traídos expresamente a Roma por las comunidades indígenas, para el Sínodo extraordinario de los obispos de la Amazonia que concluye el próximo fin de semana.

Dos fueron los autores del gesto de robar a primera hora de la mañana las estatuas indígenas, por considerarlas «paganas». Mientras uno realizaba el robo , el otro grababa las imágenes con un teléfono móvil . En pocos segundos llegaron al puente del Castel Sant’ Angelo, arrojándolas una a una con cierto desprecio al río .

El vídeo, que dura cuatro minutos sin ningún comentario ni reivindicación, fue colgado después en Youtube y lo difundieron de inmediato algunos medios católicos ultraconservadores, convirtiéndose en viral . El título que pusieron al vídeo es significativo: «Ídolos de Pachamama arrojados al río Tíber».

Un gesto ultraconservador de «reparación»

El motivo del gesto fue el de hacer una «reparación» por los presuntos daños causados a Jesús y a la Iglesia por las estatuas que representan a una mujer desnuda embarazada indígena , de rodillas, con el vientre rojo que simboliza la vida que lleva en su seno.

No debieron quedar muy conformes con su «hazaña», porque poco después, a las 10.30, de nuevo los dos hombres volvieron a la Iglesia de Santa María in Traspontina, para completar su obra. Esta vez querían robar la estatua más grande con la intención de lanzarla al Tíber, creyendo que así podían “salvar” a la Iglesia y al mundo. Los dos hombres fueron retenidos y denunciados a la Policía por el sacerdote Antonio Soffiantini, responsable de la exposición de la asociación «Casa Común», que se cierra en coincidencia con la clausura del Sínodo.

El sacerdote explicó que se encontraba ya en alerta: «Supimos del robo matutino por las redes sociales , así que estuvimos muy atentos y nos dimos cuenta que otros dos hombres estaban intentando robar la estatua más grande. Alertamos de inmediato a la policía y yo personalmente los he denunciado», declaró el sacerdote Soffiantini.

Polémica alentada por los ultraconservadores

Las estatuas habían sido ya objeto de fuertes críticas en medios ultraconservadores por la acogida que habían tenido en el Vaticano. La estatua más grande se había expuesto en una ceremonia en los Jardines Vaticanos, presidida por el papa Francesco, siendo llevada en procesión a la Basílica de San Pedro . Este hecho suscitó una gran polémica , alimentada por sectores ultraconservadores.

La estatua se vio rodeada al inicio de cierto misterio, apareciendo frecuentemente durante el Sínodo. Para el Vaticano se trataba sencillamente de un «símbolo de “fertilidad y vida”», mientras que los indígenas la describen como «Madre Tierra» y «Pachamama», cuya «sacralidad» está radicada en las culturas de la amazonia, añadiendo en algún blog ultraconservador, para estimular la polémica y darle una connotación pagana o incluso blasfema , que se trataría de una Virgen con rasgos indígenas .

«Ver mal donde no lo hay»

Ante la polvareda levantada por los ultraconservadores, el prefecto de la Secretaría de la Comunicación de la Santa Sede, Paolo Ruffini, aclaró: La estatua representa «un símbolo de fertilidad y vida», mientras que «ver símbolos de paganismo es ver mal donde no hay mal».

Las claras y rotundas palabras de Paolo Ruffini no fueron suficientes para el mundo conservador que siguió con su campaña propagandística en las redes sociales. El epílogo ha sido el robo de las estatuas en la iglesia de los carmelitas y su lanzamiento al río Tíber. El prefecto Ruffini puso el punto final: «Robar y tirar una escultura» es un gesto que se comenta solo, es una «broma», que «no facilita el espíritu de diálogo».

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