La periodista Victoria Albertos durante la entrevista en la que tuteó varias veces al Rey
La periodista Victoria Albertos durante la entrevista en la que tuteó varias veces al Rey - cuatro

Al Rey solo le tutea su familia; los demás le tratan de «Señor» o «Majestad»

Además de la cortesía y la costumbre, el Real Decreto sobre títulos, tratamiento y honores establece que Don Felipe «recibirá el tratamiento de Majestad»

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El tratamiento oficial del Rey es el de «Majestad», y así lo establece el Real Decreto 1368/1987, de 6 de noviembre, que regula el régimen de títulos, tratamientos y honores de la Familia Real y de los Regentes.

Según el artículo 1.1 del citado Real Decreto, «el titular de la Corona se denominará Rey o Reina de España y podrá utilizar los demás títulos que correspondan a la Corona, así como las otras dignidades nobiliarias que pertenezcan a la Casa Real. Recibirá el tratamiento de Majestad».

Sin embargo, también se le puede tratar como «Señor», que es igual de respetuoso y mucho más sencillo que el tratamiento de mayestático, y de hecho, es más habitual que el de «Majestad» en la rutina diaria.

El tratamiento mayestático exige utilizar la primera persona del plural cuando nos dirigimos al Rey. Por ejemplo: «Majestad, no creáis que hemos desistido en el empeño».

Al tratarle de «Señor», hay que dirigirse a Don Felipe en tercera persona del singular, como cuando se trata de «Usted», lo que resulta mucho más sencillo para la mayoría de las personas. Por ejemplo, «el Señor estuvo... se comprometió...» Pero al Rey no se le debe tratar de «Usted», aunque a muchas personas se les escape en sus conversaciones.

Como es lógico, en los actos públicos se cuida más el tratamiento que en las conversaciones privadas. Cuando una persona se dirige en público al Rey, lo correcto es dirigirse a él la primera vez como «Majestad» y, posteriormente, si vuelve a referirse al Rey, puede citarlo como «Señor». Tampoco conviene abusar del «Majestad» para no parecer ampuloso, como le ocurrió al periodista Jesús Hermida en su última entrevista a Don Juan Carlos,

En las conversaciones privadas se mantiene el tratamiento de «Señor», y así le llaman muchos de sus amigos de toda la vida. Son muy pocos los amigos íntimos de Don Felipe que le llaman por su nombre, y lo hacen exclusivamente en la intimidad. Esos mismos amigos le tratan en público de «Majestad» o de «Señor».

Al Rey solo le tutean los miembros de su familia, pero en los discursos oficiales también ellos suelen emplear el tratamiento oficial, aunque hay excepciones, como se ve en los siguientos ejemplos:

Don Felipe, el día de su boda, se dirigió a Don Juan Carlos: «Majestad: no tengáis ninguna duda de que siempre pensaremos en España».

Cuando Don Juan Carlos cumplió 70 años, el entonces Príncipe, le trató de «tú» en su discurso, y a la Reina Doña Sofía, como «nuestra querida madre»: «Ahora bien, como jefe del Estado aceptas que muchos deseen alegrarse contigo por tus estupendas 70 primaveras... Y, gracias querido Patrón -como nos gusta llamarte...».

Ya siendo Rey, el pasado 26 de junio, volvió a referirse a Don Juan Carlos: «Hace cinco años, tuve la ocasión de acompañar a mi padre, Su Majestad el Rey Don Juan Carlos... Gracias, Majestad».

Doña Letizia, sin embargo, tuteó a Doña Sofía en la entrega de los premios Unicef: «Le acabo de entregar el premio Joaquín Ruiz-Jiménez a la Reina Sofía, a mi suegra, y creo que nunca la palabra suegra ha sonado mejor... Me lo has puesto muy difícil».

No obstante, la periodista Victoria Albertos, que el pasado domingo tuteó al Rey hasta cuatro veces durante una entrevista en directo por televisión, no es la única informadora que ha dirigido un tratamiento incorrecto a Don Felipe. De hecho, en algunos programas de corazón, reporteros y reporteras se dirigen a gritos a los miembros de la Familia Real en busca de una declaración: «Reiiiina», «Letiiiiizia», «Feliiiiipe», son los gritos que se escuchan.

Don Felipe no suele corregir los fallos de quienes le dirigen un tratamiento inadecuado, porque suelen deberse a ignorancia o a los nervios del momento, y no a una falta de respeto intencionada.