OPINIÓN CARNAVAL

El pasodoble de Nene Cheza va a traer cola…

Al contrario que la mujer de la acusación del pasodoble, a mi nadie me obliga a meter o sacar algo por falta de huevos…

Eder Rey

Pido perdón de antemano porque la columna no tiene nada que ver (o quizás sí) con el título de la misma. Utilizo la técnica que aprendí en la Universidad Pontificia Jesús Gil que consiste en pegar una hostia inicial para captar la atención de quien, por mala suerte, se encuentre con este artículo, y luego a ver qué pasa. Al contrario que la mujer de la acusación del pasodoble, a mi nadie me obliga a meter o sacar algo por falta de huevos…

Vengo a romper una lanza. No sé en favor de quién, pero quiero romper algo. Y como quiero romper algo, voy a dar mi opinión enarbolando el lema de «Todas las opiniones son respetables».

Pues no, Pepe. Claro que no, Maripuri. TODAS LAS OPINIONES NO DEBEN SER RESPETADAS. ¿Sabéis por qué? Os pondré un ejemplo:

Yo puedo dar una opinión acerca del ritual de apareamiento de la gallina albina criada en la República Democrática del Congo. Claro que sí, Pepe, claro que tú también puedes. Pero, ¿sabes por qué nuestra opinión no se debe respetar? Porque no tenemos ni puta (Puta la idea, no Maripuri, ¿eh? Maripuri es una bellísima persona) idea ni siquiera de situar en un mapa político africano a la República Democrática del Congo como para saber si los huevos de gallinas albinas que albergan sus fronteras pueden tener dos o cuatro yemas, o pueden ser madres de trillizos siameses.

¿Tan difícil y avergonzante nos resulta no participar en una conversación y decir abiertamente «no tengo ni idea sobre ese tema y por eso no puedo dar una opinión al respecto»? Que es que vamos a acabar los hombres diciéndoles a las mujeres como se deben poner un tampón.

Lo más orgásmico que hay en la vida no es ni el sexo, ni escuchar un buen pasodoble, ni reírse con el mejor cuplé, ni siquiera, aunque no lo parezca, comerse un buen puñado de anchoas de Santoña con media barra de pan.

Lo más orgásmico de este mundo es tener razón. Y por esa misma razón hasta seríamos capaces de discutir dañinamente aunque no tengamos ni idea de lo que estamos hablando.

¡Con lo bonito que es escuchar a alguien que sabe más que nosotros que nos riegue de conocimientos!

Pues no. Nos enquistamos, salvajemente incluso, y tenemos la necesidad continua de dar nuestra opinión de manera testicular. Porque nos sale de los cojones.

Voy a parar de escribir aquí porque al final la columna sí va a estar relacionada con el título y no quiero líos. ¿Sabéis por qué? Porque no tengo ni idea de lo que ha pasado. Aunque a medida que pasan los días se va fraguando una opinión en mi a base de pruebas (o falta de las mismas).

Mientras sigo manteniéndome al margen de la polémica voy a freírme dos huevos de gallina albina de la República Democrática del Congo que ya os aseguro yo que tienen 4 yemas la mayoría de ellos.

Ah! Y otra cosa, quien quiera darme su opinión acerca de este artículo, que pase por mi casa y se ponga a cortar queso.

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