La verdad del Carnaval

Les voy a contar la verdad de este Carnaval que ya se nos escurre entre los dedos. Dirán ustedes: Po será pa ti. Pues bueno, pues vale. Desvelaré mi verdad del Carnaval, que vale lo mismo que la suya, la de Martínez Ares o la del autor de la comparsa El Hum. Empecemos por el concurso. Lo primero que diré es que nos ha tocado el juradito cobarde. Cádiz quiere poca vergüenza, transgresión, evolución. Cádiz quiere reírse de todo y de todos, cantarle a todo y a todos. Y resulta que nos hemos encontrado con un jurado que se ha montado en el DeLorean, nos ha llevado de vuelta a los años ochenta y antes de escuchar la primera copla ya tenía la quiniela rellena. Se ha vetado cualquier mensaje subversivo, tanto en el fondo como en la forma. La calle hará justicia con Los Plácidos Domingos y con Carnaval, me cago en tus muertos, igual que con las comparsas de Germán y de Fran Quintana, maltratadas absolutamente por los señores y las señoras del palco. Lo del cuarteto del Gago es que hubiera sido muy descarado, pero lo del segundo de este año ya no tiene ni la gracia del ¿otra vez, Cadi? Otra vez, picha… Otra verdad como un templo es que hace falta que vuelva Marta Ortiz y lo que su grupo representa, porque en cuanto la caverna se relaja salen los trolls a devorar todo lo construido. Por cierto, otra verdad como un templo: Se coge antes a un mentiroso que a un cojo. Si te pasas de frenada y no calculas bien las consecuencias de tus palabras, detrás del aplauso fácil te das con toda la cara en un muro. La siguiente verdad, irrefutable, es que el supremacismo viñero está absolutamente demodé. A ver si vamos a matar la gallina de los huevos de oro… Otra verdad que tengo que escupir, porque si no me ahogo, es que a mi admiradísimo don Antonio se le está yendo el personaje de las manos. Verdad verdadera que me duele ver a grandes chirigoteros venir con el repertorio cogido con pinzas, como si la meta no fuera la Final, sino un contrato en la sala Galileo Galilei. De verdad que todo Cádiz quiere que vuelvan Tino y Bienvenido. Y más verdad que nos ilusiona que a Carlitos Mení al menos le ilusione la posibilidad de volver a pisar las tablas. Oye, y una verdad sobre el pregón del Sheriff, que ha sido el más disfrutable de cuantos recuerdo, un pregón redondo para mi generación. Me cogería en un día tonto. Y para rematar, la gran verdad que encierra todas las verdades del Carnaval, la mía y las suyas: Que todo esto es mentira. El año que viene la verdad será otra. Ah, y que el Carnaval de verdad está en la calle.