Cádiz CF

Sergio en su laberinto

El entrenador cadista se está topando este curso con varias piedras que ha usado para defenderse pero con las que no para de tropezar

Sergio, en Granada. l. v.

Alfonso Carbonell

Sergio se encuentra dentro de un laberinto del que no está consiguiendo salir por su propio pie. Aunque de seguir así de mal en cualquier momento la puerta se le abrirá delante de sus narices, eso sí, sería el escenario menos deseado para el entrenador cadista ya que la mano que giraría el pomo exterior sería la de su presidente, que llegado el caso no tendría más remedio que bajar el pulgar por aclamación popular devenida por los malos resultados y la pésima imagen.

Hay que decirlo. Este Cádiz CF 23/24 no ha jugado un pimiento en toda la primera vuelta. Así de claro. Puede que haya tenido algunos chispazos en algunas fases de algunos partidos, pero por lo general el sopor del principio se ha juntado con la pereza del final. Y por supuesto, hay varios condicionantes que están atrapando a Sergio en un callejón sin salida. Resumiendo, sus principales problemas son sus mejores soluciones. De ahí el tremendo follón que tendrá montado en su cabeza un entrenador que lamentaba la ausencia de San Emeterio pero que cuando por fin lo tiene lo deja sentado en el banquillo. Raro, raro, raro...

Por partes. Los dos mejores hombres de su once titular deberían ser potenciales suplentes sobre el papel. Chris Ramos e Iván Alejo están siendo los jugadores más regulares y determinantes en esta primera vuelta; el uno por sus goles y el otro por sus centros. Y ambos, aquí la clave, por la intensidad, el pundonor y la vergüenza que le echan en cada partido; en cada carrera, en cada lance, en cada segundo, en cada suspiro. De jugar con esa misma concentración y arrojo el resto de sus compañeros seguramente el once amarillo seguiría sin jugar un pimiento pero tendría con muchas probabilidades más puntos de los que tiene en estos momentos en la clasificación. Dos jugadores con un perfil de revulsivos se han asentado con méritos propios como indiscutibles en un equipo que ha perdido su seña de identidad. Porque, ¿a qué juega el Cádiz? A poco o a nada.

Junto a Chris Ramos y Alejo también habría que salvar a Rubén Alcaraz y a Conan Ledesma. Y a Fali, venga. Lo del portero no es nuevo, pero claro, a más llegadas, más intervenciones. Lo del defensa tampoco lo es, pero se trata de un central que con fortaleza, resistencia y patadón y que con un tentetieso lo arregla todo. He ahí uno de los mayores problemas de la construcción en el juego de un equipo que no hace por jugar. Pero si la mirada se centra en quien maneja la manecillas del reloj el asunto vuelve a convertirse en preocupante. En su tercera temporada de amarillo, el mediocentro cadista parece haberse perdido en escaramuzas y juego subterráneo tal y como refleja la clasificación de los jugadores más tarjeteados de la Liga, donde aparece dentro del Top 5 y subiendo. Esto no es más que un reflejo de hacia dónde se dirige el laberinto de Sergio, donde se compite bajo la premisa de no dejar jugar al rival, amargarle. Y ha funcionado ya que la mayoría de los puntos se han conseguido a base de emponzoñar los encuentros, aburridos como ellos solos.

La explicación a los problemas para generar fútbol se puede leer en los pilares del equipo. Por un lado, Ledesma, del que se está abusando jornada tras jornada para que mande balones a la estratosfera desde su área. No han sido pocas las veces que el argentino ha tenido molestias y ha tenido que ser un central el que lo reemplace en esa misión de sacar el balón de casa mediante el patadón.

La nueva versión en su tercer año de amarillo de Alcaraz deja lugar a pocas dudas. El catalán, que hasta el momento se había destapado como un jugador de corte medianamente creativo, se ha visto tan solo en la sala de máquinas que debe hacer el trabajo de perro de presa al más puro estilo Fede San Emeterio así como de construir. Y ya se sabe que el que mucho abarca poco aprieta.

Otro caso que resume muy bien la falta de orden es la presencia innegociable de Fali en la defensa, donde ejerce de líder y con razón. Eso sí, sin Chust ni Meré en forma y con Luis Hernández recién salido de una lesión, las órdenes son bien claras: balones en largo a Chris Ramos y a correr. Porque no hay nada más sencillo para un central, y aquí la culpa del cuerpo técnico, que escuchar de su entrenador el 'no te compliques la vida'. El resultado se ve partido tras partido y ya duelen hasta los ojos de verlo.

Si el Cádiz CF es uno de los equipos más tarjeteados de la Liga no es por ojeriza de los árbitros, no. El once cadista cada vez es más marrullero y no hay que ver como una simple anécdota que sea el equipo de la Liga con el que el balón menos rueda por el verde. Las interrupciones del juego son una constante en los encuentros de un Cádiz CF que tiene en Iván Alejo el ejemplo perfecto de lo que exhibe en el campo. El vallisoletano es el paradigma de esta forma de jugar que enerva a los contrarios. El extremo diestro nunca ha sido más titular en el Cádiz CF que este año y lo es de forma más que justa. Dicho eso, ¿no explica mucho de lo que está sucediendo?

Y si Alejo es titular por méritos propios, qué decir del mejor de todos y que se ha metido el corazón de la gente en su bolsillo. De Cádiz, para Cádiz y por Cádiz, Chris Ramos es el máximo goleador del equipo y sentarlo en el banquillo no solo sería impopular sino que para la gran mayoría sería lo más parecido a pegarse un tiro en el pie. Pero, ¿no juega demasiado este Cádiz a quitarse el balón de encima para que lo corra la gacela llegada de Lugo? Si al delantero gaditano se le destaca por algo es por su ardor guerrero, su furia y su valentía para ir a cada balón aéreo con la misma fuerza que cualquier padre iría a por su hijo en un incendio. No le importa el miedo y va al choque con los contrarios como el que lleva un casco de fútbol americano puesto. Su titularidad es indiscutible a pesar de que no es un futbolista dotado de talento y calidad. He ahí otro problema por el que al Cádiz CF le cuesta dar más de tres pases seguidos.

Obviamente, sobra decir que estos cinco pilares del equipo están sobre el campo porque lo que hay detrás de ellos están dando un rendimiento lamentable y casi que ni están ni se les espera. E incluso habrá jugadores que están en el once que se extrañarán incluso de cómo es posible que lo estén dando el nivelito que están dando. Los ejemplos más sonoros son Maxi Gómez y Machis, dos hombres que venían a marcar diferencias y que, sin duda, la están marcando. Después, compañeros como Iza o Pires se limitan a cumplir evidenciando lo mal que han de estar Zaldua y Javi Hernández. Álex también podría entrar en este desolador cajón.

Por tanto, Sergio se ve en la tesitura de tener que alinear de inicio a los que mejor están y se lo merecen pero, al hacerlo, se ha de dar cuenta que su estilo de juego se resiente de una forma tan bárbara que le ha hecho perder el norte y va camino de perder el cargo. En definitiva, es el laberinto de Sergio, un entrenador 'obligado' a jugar con unas armas que no son sus preferidas. Chico problema al aparato.

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