Apuntes

Lagunas en el protocolo del ébola

El hospital Puerta del Mar tiene reservadas dos habitaciones para tratar posibles casos, pero están ahora ocupadas por pacientes con otras patologías

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El primer contagio de ébola en España ha desvelado la fragilidad del sistema sanitario español para afrontar este tipo de virus. Nuestra debilidad no ha estado, precisamente, en su tratamiento sino en los profesionales que han administrado la atención. Todo apunta a que la enfermera que se encuentra aislada ahora en una habitación del Hospital Carlos III se infectó justo al desprenderse del traje protector después de atender a Manuel García Viejo, el primer religioso que vino a España infectado por el virus y que murió el 25 de septiembre. Puede ser una negligencia de la propia enfermera, pero detrás de esta acción también se evidencia una falta de formación y, quizás, de medios. Los sindicatos de enfermería han hecho piña en relación a este asunto y han demandado más explicaciones sobre el protocolo a seguir. Se ha demostrado durante estos días que el escrupuloso protocolo hace aguas. Tiene lagunas. No es lógico que las habitaciones reservadas en el hospital Puerta del Mar, señalado como centro de referencia en la provincia en caso de detección de infectados, tenga ahora mismo ocupadas dos camas reservadas para el tratamiento de pacientes con ébola. Estas habitaciones especiales de presión negativa se utilizan ahora para ingresar a enfermos con otras patologías. La decisión de ocupar estas habitaciones no goza de las simpatías de la totalidad del cuerpo médico. Algunos profesionales de la Unidad de Urgencias, una de las puertas de entrada de los pacientes sospechosos de ébola, sostienen que esas habitaciones deben estar disponibles de manera permanente, ya que cualquier sospecha obligaría a su desalojo y, por tanto, es tiempo que se pierde. Estas habitaciones tienen doble puerta y un sistema que impide que el aire interior salga al exterior.