Los alumnos y la familias, el día de la vuelta al colegio tras sus reformas. :: FRANCIS JIMÉNEZ
EDUCAción | CÁDIZ

Carlos III, la crónica de un apaño

La dirección del centro y las familias retoman la actividad que siempre lo caracterizó tras el difícil curso vivido con amenazas en la seguridad incluidasEl centro vuelve a sufrir grietas en la cubierta que ha sido reparada

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

«No me quejo. Este curso no nos podemos quejar de cómo está el centro, aunque siempre surgen goterillas», resume la directora del CEIP Carlos III, Lourdes Gutiérrez. Atrás quedó el comienzo del curso anterior, el de 2013/2014. La dirección del colegio y los padres llevaban meses avisando de caídas de bovedillas, de desperfectos en la cubierta, donde los mayores salen al recreo. Pero fue el 31 de agosto de 2013, con todo el curso organizado y a punto de arrancar, cuando se hizo público un informe encargado por el Ayuntamiento de Cádiz en el que la firma de técnicos independientes aseguraba que la cubierta del edificio de la Alameda soportaba una sobrecarga que ponía en riesgo la integridad del inmueble. Un susto de dimensiones gigantescas para las familias. Por mucho que las administraciones educativas y el profesorado pidieran calma a los padres, una vez conocida la noticia nadie podía ni quería que los niños siguiesen allí en aquellas condiciones.

Tras los consabidos tiras y aflojas entre el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía por asumir el arreglo de la estructura, la Delegación Provincial de Educación asumió el coste y comenzó a movilizarse. La primera reunión fue el 5 de septiembre, una semana después. Velocidad de crucero para cualquier administración. La comunidad educativa del Carlos III estuvo a la altura y tras varios encuentros acordaron el traslado de grupos de alumnos de 5º y 6º de Primaria a San Rafael, para descongestionar las plantas baja y primera, donde, en principio se iba a concentrar el alumnado hasta que finalizasen las obras. Cabe apuntar aquí que la comunidad educativa del CEIP San Rafael, que vio cómo se duplicaba su alumnado habitual no mostró ninguna reticencia y acogió a los grupos del Carlos III como si fuesen propios.

Al fin, el Ayuntamiento de Cádiz anunció el 15 de noviembre que las obras que realizaría el ente público de Infraestructuras y Servicios Educativos (ISE) ya tenía licencia. El plazo de ejecución de las obras era de seis meses y el coste presupuestado de 130.000 euros. En el mejor de los casos, por tanto, los trabajos concluirían con el curso.

Más tarde, en diciembre, las partes conveniaron que el alumnado que aún quedaba en el centro fuese trasladado al colegio Arbolí porque entendieron que la convivencia con las obras iba a causar más molestias y sensación de inseguridad que el traslado a uno de los espacios disponibles en Cádiz. La mudanza se hizo aprovechando las vacaciones de Navidad y tras Reyes, el curso se retomó en la otra punta del casco histórico. Todo se hizo con tranquilidad, en un orden realmente admirable y con una colaboración entre padres y comunidad educativa digna de mención.

Todo por 150.000 euros

El presupuesto, mínimo para el riesgo que entrañaba la cubierta, terminó ascendiendo un poco (lo habitual en estos casos ), quedándose en 149.853,67 euros exactos, pero el plazo de ejecución se redujo a tres meses. El 22 de mayo ya habían finalizado las obras y poco después se ofreció una jornada de puertas abiertas para mostrar el resultado a la prensa.

Pues bien, unos días después de su reinauguración, la historia de este apaño seguirá escribiendo nuevos capítulos. El pasado viernes el Ayuntamiento de Cádiz anunció que se habían vuelto a detectar problemas de seguridad en el centro pues ya han aparecido grietas en la cubierta del edificio que se ha reformado, algo de gran peligro teniendo en cuenta que el recreo se hace en la azotea. Habrá que esperar a los próximos días para ver si este apaño tiene arreglo.