Tres soldados chinos vigilan una estación de tren. :: REUTERS
MUNDO

Docenas de muertos y heridos en un nuevo ataque en Xinjiang

China desvela poco sobre un nuevo enfrentamiento con cuchillos en la provincia noroccidental habitada por la minoría uigur

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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En un claro ejemplo de la opacidad informativa que caracteriza a China, ayer la agencia de noticias oficial Xinhua dio cuenta de varios «ataques terroristas» llevados a cabo con cuchillos en la provincia noroccidental de Xinjiang, habitada por la etnia uigur, de mayoría musulmana. Los enfrentamientos se saldaron con «docenas de personas» muertas y heridas, y acabaron tras la intervención de grupos especiales de la Policía que abatieron a «docenas de criminales».

Siempre según el relato no contrastado de la agencia, «una marabunta de delincuentes» atacó el lunes una comisaría en el condado de Shache, situado cerca de la frontera con Tayikistán, destrozó una treintena de vehículos de las fuerzas del orden -seis de los cuales fueron quemados-, y arremetió contra peatones y conductores de forma indiscriminada.

Si se confirma la veracidad de la información, el del lunes sería el último ataque de una lista cada vez más larga que ha dejado ya en un año casi 150 muertos y que supone el peor brote de violencia en la región, donde Pekín asegura que operan grupos secesionistas que reciben apoyo de otras organizaciones islamistas terroristas, desde que graves enfrentamientos en las calles de la capital, Urumqi, dejaron casi 200 muertos en 2009.

Continúa la ofensiva

De hecho, 2014 está siendo uno de los años más sangrientos: en marzo, un grupo de uigures accedió al hall de venta de billetes de la estación de tren de Kunming y, en un atentado sin antecedentes en China, asesinó a cuchilladas a una treintena de personas; esa cifra de fallecidos se repitió dos meses después en un ataque con explosivos perpetrado por terroristas suicidas en un concurrido mercado de Urumqi.

A pesar de la lógica ira que estos atentados han provocado, no faltan quienes -sobre todo fuera del gigante asiático- exigen a las autoridades chinas que analicen la situación socioeconómica de la zona, en la que los uigures están gravemente discriminados, y traten de resolver el conflicto de forma pacífica y no aumentando la represión.

Grupos de uigures en el exterior también condenan la violencia pero exigen diálogo a Pekín. No obstante, el Partido Comunista continúa con su ofensiva policial y militar, que se ha saldado con centenares de arrestos, y sigue provocando polémica en el ámbito de la cultura y de las tradiciones: durante el pasado ramadán incluso exigió a los funcionarios que no ayunasen.