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Brasil: protestan por todo

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Mientras en los demás países los clubes nadan en la deuda y muchos estadios se mueren del asco, en Brasil han optado por organizar el campeonato de la corrupción: plantean un mundial en un país con 26 millones de pobres, lo presupuestan por 13.500 millones de dólares y termina costando 25.800. Eso es la fiesta del fútbol y a alguien se le ha ido de las manos.

En Sudáfrica, que tampoco estaba para muchos 'trotes', los estadios costaron mil millones de dólares, pero en Brasil, más de 3.000, lo que supone un sobrecoste descomunal, uno casi a la española, perdido posiblemente en corruptelas, mordidas egipcias que son las de por delante y por detrás y mangazos camilleros, es decir, los que se dan a dos manos. Las reglas de la FIFA pedían ocho estadios, pero el Gobierno de Brasil (que es un país admirable en muchos otros sentidos) quiso hacer 12. Que no falte. Cuatro de ellos están en ciudades con equipos de categorías inferiores. Cádiz sabe bastante de este asunto.

A 4.500 kilómetros de Río, el Arena da Amazonia de Manaos sustituye a un estadio en el que jugaba un equipo de tercera con 500 espectadores cada 15 días. Ahora les sobrarán 43.500. El estadio, diseñado por una empresa alemana, ha costado 270 millones de euros y la mayor parte la ha puesto el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social para que se jugaran cuatro partidos. Solo un juez le ha dado un uso lógico para el futuro: una cárcel. ¿Y el trabajo que ha dado? Regular. En la presentación del mundial se manifestaron 500 trabajadores locales, impagados y en condiciones deplorables según ellos. El alcalde de Manaos dijo que la protesta formaba parte de «la belleza del mundial».

La próxima copa del mundo será en Catar, una mina de pasta con temperaturas de hasta 50 grados cuya candidatura se ha pagado con sobornos según el enviado deportivo en Emiratos Árabes que es -quietos todos-, Diego Armando Maradona. Según informes avalados por Amnistía Internacional, allí los obreros nepalís caen como moscas por ataques al corazón en «trabajos forzados». Según una investigación de 'The Guardian' podrían morir 4.000 obreros en las faraónicas obras de la fiesta del fútbol. Pero el problema es que la gente «protesta por todo».